Killing Me Softly

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Nunca he sido fanático de visitar bares, tampoco soy un buen bebedor y de música no conozco mucho. No había razón para ir, no había razón para visitarlo, no había razón para verlo, no había razón para volverme adicto a él.

Trabajó en una pequeña clínica como psicólogo infanto-juvenil. No gano mucho, pero puedo mantener mi vida sin problemas en un pequeño departamento en Mihama-ku, en la ciudad de Chiba. Nunca he tenido problemas para tener amigos, y he mantenido alguna que otra relación, pero jamás conocí a alguien como él.

La primera vez que escuche de él, fue en la hora del almuerzo con otros compañeros de trabajo. Un colega dijo haberlo visto en un bar, y que escucharlo fue maravilloso, que su canción era maravillosa y que su estilo único. Otros colegas reconocieron haberlo escuchado también, y quedar enamorados de él.

La segunda vez, fue en mi grupo de amigos. Las mismas palabras. Incluso una amiga, que es una experta en música, indicaba haber quedado cautivada.

Cuando me di cuenta, siempre él terminaba siendo el centro de las conversaciones en cualquier lugar donde iba. El cantante de un pequeño bar de Hanamigawa-ku era único según los relatos. Entonces quise ir a verlo, escucharlo por un tiempo en un viernes por la noche.

Me senté en la barra del bar. Un lugar occidental, de luces suaves pero decoraciones elegantes. Alguien como yo sobraba. Pedí un vaso de vodka, antes de poner mis ojos en el escenario. Un lugar vacío, hasta que él se sentó frente a mí con una guitarra en sus manos. Un desconocido para mis ojos.

Rasgueando mi dolor con sus dedos, cantando mi vida en sus palabras, matándome suavemente con su canción.

No pude dejar de mirarlo, y sentía que él me miraba a mí también. Mis labios temblorosos probaban el fuerte sabor del vodka, pero casi ni fui capaz de sentirlo. Con su canción, había absorbido todos mis sentidos. Su mirada era frívola, pero su voz romántica y poética. Me sentí identificado con cada línea de su canción, y sentía que me la estaba dedicando, contando mis secretos a la multitud. Por un momento, me sentí avergonzado, todo enjuagándose en la fiebre del momento. Desvié mi mirada, pero inevitablemente volví a mirar.

Rasgueando mi dolor con sus dedos, cantando mi vida en sus palabras, matándome suavemente con su canción.

Terminó de cantar, y bajó del escenario. Los aplausos mostraron el final del espectáculo. Volví a mi vaso de vodka a beber lo poco que quedaba. Llame al hombre de pecas que hacía de coctelero. Él pensaba que quería beber más, pero le pedí el nombre de la persona que me desnudó en el escenario.

Katsuki Bakugou.

Pronuncie su nombre torpemente tras escucharlo, y así me di cuenta que con solo verlo una vez, ya me había causado una adicción.

Comencé a visitar el lugar todos los viernes, donde él cantaba siempre la misma canción. Si no lo escuchaba, me volvería loco. Cuando llegaba, le pedía al coctelero una bebida al azar. Durante su canción, le escribía una carta. Cuando bajaba del escenario, me iba sin decir nada, y dejaba la carta sin firma sobre la barra.

De repente una noche, sentí como si hubiera encontrado mis cartas y las estuviera leyendo en voz alta. Rezaba para que la vergüenza terminara, pero él simplemente siguió. Sentí como si me conociera, y que se había vuelto tan adicto a mí como yo a él. Eso me encantó. Me había hipnotizado por completo.

Rasgueando mi dolor con sus dedos, cantando mi vida en sus palabras, matándome suavemente con su canción.

El día que se me ocurrió grabarlo con mi teléfono celular, fue un error.

Killing me Softly (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora