Uno

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Ella no quería que esto pasara así de rápido pero bueno. Así es la vida, nadie sabe qué seguirá después, ni nadie puede explicar con claridad lo que pasó antes.

Su pasado era borroso. Desde la edad de cinco a la de doce no tenía más que imágenes rotas y vagas que de vez en cuando se paseaban entre sus pensamientos.

Una niña con un pasado incierto, que a penas recuerda su nombre, que ni siquiera tiene memoria de la voz de su madre. Un poco miserable, ¿No es así?

Elena era así, no miserable, a ella le gustaba no recordar su pasado. Por lo menos por ahora no quería pensar en ello, tal vez más adelante si, pero por ahora no.

Elena quería ser feliz, y vaya que lo estaba logrando.

Elena no tenía una casa enorme, ni tampoco se había sacado la lotería. Pero ella tenía algo más. Algo de lo que no se daba cuenta que tenía.

Elena tenía un mejor amigo, su nombre era Alan y a diferencia de Elena, Alan no era feliz, ni tampoco lo intentaba. 

Alan era un chico de una familia amorosa, con una madre preciosa que haría lo posible para hacer feliz a su (aparentemente) infeliz hijo. Incluso adoptar una niña sin pasado.

Elena conoció a Alan en un parque. Elena tenía trece y Alan dieciséis. Rodillas rapadas y lágrimas en las mejillas. Elena estaba llorando, pero lloraba porque no recordaba.

Alan, ese día, se le había acercado sólo para preguntarle si podía ayudarlo a bajar la pelota de fútbol que se le había quedado atrapada entre las ramas de un árbol.

Elena ni siquiera lo había mirado a los ojos.

La mañana siguiente Alan volvió a encontrarla sentada en el piso de el mismo parque. El chico le preguntó si ya había desayunado.

Elena había asentido con la cabeza varias veces ese día, y tras esa pregunta había hecho lo mismo. Pero mentía, Elena llevaba tres días sin comer ni una miga.

Alan le había creído, pero él si tenía hambre.

Esa mañana la llevó a desayunar al café de la esquina. Basta decir que la mirada acechante de Elena a las medialunas de Alan fue suficiente para que el muchacho realizara la mentira y le comprara tres más para ella.

Alan le preguntó si tenía frío, y por primera vez en el día, Elena asintió pero sin mentir.

Él la llevó a su casa, en donde su madre, muy confundida, le dio lugar a la niña hasta que encontraran a sus padres.

Elena nunca los encontró.

Ha vivido en esa cálida casa desde los trece años, siendo presentada ante todos como la hija de un amigo de la familia, quien había sufrido un trágico accidente automovilístico.

Hoy en día, Elena tiene dieciocho y Alan veintiuno.

Él es un músico que vive de los pequeños conciertos que da en el pequeño café de la esquina al cual una vez había llevado a ella.

Elena trabaja día y noche en el mismo café, no como música. Elena no sabe cantar, ni tocar la guitarra. Elena es una de las cuatro meseras del lugar. 

Elena y Alan son mejores amigos.

Ella es feliz.

Él quiere serlo.

Elena & AlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora