Capítulo 15. Stop The Time Forever

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Capítulo 15. Stop The Time Forever

—¿No crees que sería mejor ir por el elevador?

—¿No crees que así es más romántico?

—Pero vives casi en el último piso...

—Tienes razón. La verdad es que no lo pensé, sólo me dirigí a la escalera.

Subimos el primer piso de aquella manera tan complicada, después él se encaminó al ascensor y aunque le pedí que me bajara, no quiso hacerlo. Yo hubiera deseado insistir más, pero incluso articular palabras me era casi imposible. Mi cuerpo temblaba sin control y se aferraba por instinto al calor que me proporcionaba Hiroshi...

Hiroshi... mi pensamiento se disolvía en aquel nombre lleno de armonía, de las sílabas perfectas. Deseaba decirlo para siempre. En el instante que decidí confesar mis sentimientos, decidí también que llamaría a Heath-san por su nombre de pila. Ya no sería más Heath-san...

Él se dirigió de inmediato al baño y despacio me dejó sobre el piso. Mientras me preparaba la tina yo permanecía a un lado mirando cómo realizaba la labor, tratando de concentrarme en eso y no pensar en el frío que sentía.

—Deberías comenzar a desvestirte. Te debes estar congelando.

Me sentí extremadamente avergonzado, no sabía si por la idea de desvestirme frente a él o por el pudor que aquel pensamiento me provocó. Hiroshi pareció adivinar aquellos pensamientos y pude ver cómo su rostro se tornaba en tonalidades rojizas.

Ya antes estuvimos en una situación similar alguna vez, cuando él fue por primera vez a mi departamento; completamente mojado por la lluvia igual que yo ahora. Pero ahora todo era diferente...

—¡No... no creas que estoy pensando en cosas raras!

—¡No! Claro que no...

Hubo un corto silencio, como el de una coma.

—Bueno, pero sigue la cuestión de que estás hecho hielito; así que... —se incorporó y no tardó ni diez segundos en estar junto a mí; me quitó el abrigo que llevaba y volvió a cargarme. Me colocó despacio dentro de la tina. El agua caliente se sentía muy bien sobre mi cuerpo helado. Dejé de temblar casi de golpe.

Hiroshi me ayudó con mi camisa y mi pantalón, me quedé sólo en ropa interior. Me sentía cada vez más avergonzado. Era la primera vez que me encontraba de esa forma frente a Heath-san... Frente a Hiroshi...

Bajé la cabeza y dejé que el cabello cubriera mi rostro avergonzado.

—¿Puedo darte un beso? —lo escuché decir. Yo sólo asentí con la cabeza pero no levanté la vista.

Sentí su mano en mi mentón y cómo sólo con un tenue movimiento de sus dedos, levantaba mi cabeza haciendo que lo mirara. Era casi devastador verlo directamente a los ojos.

Su rostro era delgado, como todo su cuerpo, pero en ningún momento se veía demacrado, sino que era fino y muy estético, además de estilizado y bien definido. Su piel era muy clara, pero no completamente blanca; el color de una perla se asemejaba más a ella. Su labio inferior sobresalía al superior, ambos eran pequeños pero con una forma de corazón perfectamente delineada. Era absolutamente hermoso.

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