Capítulo 16. FEEL

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Capítulo 16. FEEL

— ¿Quieres ir a cenar? Al fin pude hacer un espacio —escuché su voz por el auricular. Al teléfono, Hiroshi se escucha incluso más joven.

—Eso ni siquiera deberías preguntarlo. ¿A dónde iremos?

—Tengo muchas ganas de Kushiage ¿Quieres que pase por ti?

—Deja que yo pase por ti. Llevaré mi auto.

— ¿Insinúas que no te gusta viajar en mi moto?

—Me encanta viajar en tu moto, pero nunca te he llevado en mi auto.

—Bueno. Entonces pasa por mí al estudio. ¿A las ocho está bien?

—Ahí estaré... —sonreí y colgué el teléfono después de que él se despidiera.

— ¡El amor se siente tan bien! Yo quisiera enamorarme igual que tú. —dijo Sugizo, que se encontraba almorzando conmigo en la cafetería de la disquera.

—Calla. No te burles de mí. —Dije mientras trataba de contener la risa.

—No me estoy burlando. Sólo quiero que compartas conmigo un poco de tu felicidad. ¡Oh Ryuichi! Yo estoy tan solo. —Expresó en un fingido tono de aflicción.

—Pareces un tonto...

— ¿Me dices tonto? Yo que sólo trato de celebrar tu felicidad contigo.

—Gracias Sugizo. En gran parte fuiste tú. Todo fue claro cuando sólo seguí tu consejo.

—Eso es lo que debes hacer siempre, seguir mis consejos. Sólo debías decidirte a disipar el miedo.

—Aún lo siento. Estoy aterrado, tanto que a veces no puedo moverme.

—Confía en lo que has encontrado. Aférrate con fuerza.

—Es lo que estoy haciendo... pero... —lo miré dudando si hablar o no. Pero si no compartía aquello con Sugizo no habría nadie más. Ahora él y Hiroshi eran las únicas personas que tenían mi confianza.

— ¿Algo te molesta?

—No es eso... es que...

— ¿Heath lo tiene todo demasiado delgado?

— ¿Qué? Hablas como si no lo conocieras. Claro que es... ¡Oye! ¿Qué estás insinuando?

Sugizo no dijo nada pero comenzó a reír mientras se cubría la boca con una mano.

—Eres un grosero.

—No lo niego, pero si de verdad algo te molesta...

—Nada me molesta. Nada me molesta de él. Pero yo... no he sido capaz de hacer algo por él yo...

— ¿Pero apenas comenzaron no?

—Sí pero...

—Estás tratando de ir demasiado rápido. Creo que él ya sabe lo que tú eres. No necesitas demostrarle nada.

— ¿Y si se cansa de mí?

—Déjate de tonterías. Sólo disfrútalo.

—Créeme que lo disfruto. Lo que me da miedo es que él no lo disfrute.

—Entonces haz todo lo que esté en tus manos para que sea así. Para que él ya nunca quiera irse. Haz que te ame hasta que duela.

Sugizo tenía razón... lo que debía hacer era darlo todo por él. Entregarle todo lo bueno de lo que yo podía ser capaz. Eso ya lo sabía, pero ¿cómo hacerlo? Era la cuestión que me consumía. Porque en el pasado hice ya algo así y no funcionó. Tuve un terrible error y ni siquiera era consciente de cuál pudo ser.

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