Capítulo 28

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Mientras él hablaba con su madre. Me puse a ordenar su habitación, aunque algo que siempre había notado, era el hecho de que fuera tan ordenado, a contra parte de lo yo podría esperar. Me vi tentada a espiar por la puerta, para ver si podía al menos escuchar algo de la conversación, pero ese no era mi estilo y tampoco quería inmiscuirme en una plática que desde luego era solo de ellos dos. Pero el hecho de no escuchar gritos o voces alteradas, me ponía más de nervios, pues si los escuchara al menos podría darme una idea de que tan mala era la situación, pero nada, no se escuchaba nada. Comencé a hacer la cama, en la espera de saber que podría decirle su madre. Terminaba de acomodar las almohadas cuando él entro. Estudie su rostro con detenimiento, en busca de signos de molestia o algo más, pero parecía tranquilo.

–No era necesario que lo  hicieras –dijo mirando la cama.

–Claro que sí, es lo menos que puedo hacer –no sabía si debía preguntar sobre lo que le había dicho su madre– ¿Todo bien? –note que una vena se marcaba en su cuello, como cuando algo le preocupaba.

–Sí –afirmo manteniendo la calma– ¿Quieres desayunar? –al cambiar de tema, entendí que no me diría nada sobre su conversación.

–Si ¿Pero…

–Ella se ha marchado. Estamos solos.

–Oh –observo mi atuendo. Y apoyo las manos en la cintura.

–Tienes que cambiarte primero –camino hasta su closet, de donde tomo una bolsa y me la entrego– tu ropa.

–No hacía falta. Podría ir a mi casa.

–El plan es tenerte para mí todo el día, si vas te perdería alrededor de dos horas, cosa que no quiero. Entonces puedes bañarte tu primero –el hecho de que me cediera el turno era posiblemente a que aún estaba preocupado y quería tener un poco de tiempo para lograr controlar sus emociones, que se notaban algo alteradas. Así que me limite a obedecer y no hacer comentarios picantes como ¿Y si ahorramos agua? O ¿Me ayudarías a tallar mi espalda? Una larga lista que había preparado mentalmente para la ocasión, pero estaría fuera de lugar.

–Está bien –dije dedicándole una leve sonrisa y entre al baño. Observe lo que había comprado. Sin duda todo era de mi estilo y gusto, así como de mi talla. Salí secándome el pelo, él estaba sentado sobre la cama, realizando algo con su teléfono, al verme lo apago.

– ¿Lista?

–Si –me había envuelto en la toalla solo llevando puesta la ropa interior. Me dio una rápida mirada.

–No tardo –Dijo entrado. Sentí un poco de decepción al ver que se había limitado solo a mirarme y no mostrara interés por mi cuerpo. Enserio que era la peor ¿Cómo podría ser indiferente a su preocupación? Aunque en realidad no es que lo fuera, más bien creía que haciendo eso podría animarlo. Era pésima animadora. Tal como lo había prometido, regreso en poco tiempo y  completamente vestido.

–Te queda muy bien la ropa –dijo al ver  que me había puesto la ropa. Él tenía razón, el pantalón me había ajustado perfectamente, no era ni muy apretado ni muy flojo. Y la blusa era de tela ligera y de manga larga.

–Si.

–Vayamos a comer algo –dijo abrazándome.

–Si –me tomo de la mano y me condujo hasta la cocina, donde encontré la mesa servida.

– ¿Qué opinas? –lo mire sorprendida.

– ¿En qué momento hiciste esto? ¿No estabas hablando con tu madre? –pregunte desconcertada. Según mis cálculos, no había tardado demasiado tiempo, como para que mantuviera una larga conversación con su madre, como yo esperaba y que además pudiera preparar el desayuno. ¿O acaso había hecho simultáneamente ambas  cosas?

-Sustituta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora