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Juez: Señorita ____ Álvarez, la condeno a diez años de prisión.

____: ¿¡Qué!?

No podía creerlo. No había parado de llorar en toda la noche, y ahora que se enfrentaba a su sentencia las lágrimas eran aún más potentes.

Pero claro, no tenía dinero para pagar un buen abogado y tampoco tenía ni amigos ni familiares que la defendieran. Era su palabra contra los claros hechos del crimen.

Dos hombres musculosos entraron en la sala. Cada uno tomó a la frágil y deshecha ____ de un brazo y prácticamente la arrastraron por el pasillo. Salieron afuera. Los periodistas se abrieron paso como pudieron para sacar información, pero no lograron nada más que unas pocas imágenes.

Después de eso, el sol dejó de brillar. Lo tapó el techo de una furgoneta que la llevaría directa a la cárcel.

Todo había pasado muy rápido, ella suponía que porque su caso era más relevante. Ni más ni menos que un asesinato con arma blanca, donde la acusada usaba como argumento una venganza por su hermana.

¿Quién creería eso? Desde luego el juez pensó que solo era una chalada, y que diez años de prisión, aún así, eran pocos. Y tenía sus motivos. Su "hermana" no lo era, no compartían ni una gota de sangre, y respecto al asesinado del que supuestamente quería venganza no tenía antecedentes penales.

Así que en resumidas cuentas, pensaban que ____ estaba loca. Todos lo pensaban. Pero el problema no era eso, sino su castigo.

Diez años, probablemente más...

Narra ____

Todo estaba justificado pero no tenía ninguna defensa. Y ahora tendría que estar diez años viviendo entre ratas y psicópatas.

(...)

Me había quedado dormida. Estaba cansada de llorar toda la noche y gritar. Las puertas traseras de la furgoneta negra se abrieron y ante mí se alzó un edificio muy alto de cemento.

« Así que tú eres mi futuro hogar... »

Por lo menos sabía que allí tendría comida y techo gratis, eso ya es más de lo que tendría nunca estando en libertad.

Guardia de seguridad: Señorita, baje.

Me levanté con pesadez. Puse un pie con dificultad en el suelo y al poner el otro casi me caigo por lo agotada que estaba. Me faltaban muchas horas de sueño. No solo por la noche anterior, también por las que había pasado en vela diseñando aquel asesinato.

De todas formas, me habría entregado a la justicia, pero como siempre me acobardé. Eso es todo lo que soy, una cobarde.

Caminé esposada por el largo pasillo de aquella horrible y fría prisión. Me detuve ante una puerta nombrada como "DESPACHO" con letras rojas. Un guardia que me siguió todo el trayecto llamó a la puerta.

Un hombre de unos cincuenta años nos recibió sentado en su escritorio. Era esbelto y bastante bien conservado para su edad. Tenía al menos tres kilos de gomina en el pelo blanco por la edad y unos ojos que intimidaban. Perfecto para director de una cárcel.

Guardia: Jefe, esta es ____ Álvarez, la nueva.

Sr. Rogers: Bienvenida, tome asiento. Yo soy Kurt Rogers, el director de la prisión.

Me senté en una de las sillas de cuero que estaban frente al escritorio. Mis manos sudaban y mis piernas temblaban, jamás me había enfrentado a un momento así.

Sr. Rogers: Según he visto -sacó de uno de los cajones unos papeles grapados- su caso es un tanto... Peculiar, digamos.

Suspiré.

Sr. Rogers: Si le sirve de algo, yo no creo que mienta.

La respuesta me sorprendió. Quizás era al una especie de psicología inversa, pero de todas maneras me gustaría aferrarme a la idea de que dice la verdad, puesto que parece el único que no piensa que se me ha ido la olla.

____: Supongamos que eso sea verdad, da igual. Su opinión no importa, sino la del juez. Estoy aquí porque no tengo dinero ni para un abogado ni para pagar una multa.

Sr. Rogers: Vaya, ya veo que eres lista. De todas formas tienes razón, mi opinión ni va ni viene, pero en lo que respecta a su estancia aquí sí.

____: ¿Me está amenazando?

Lo que me faltaba.

Sr. Rogers: Bueno, quería romper el hielo, pero como no pone de su parte iré al grano -me entregó un bolígrafo-, por favor, firme.

Cogí el papel y lo leí. Ya no me fiaba de nada ni nadie.

Sr. Rogers: Eso -señaló el papel- es lo que indica el tiempo que va a estar aquí. Si no quiere, no es necesario que firme, pero le recomiendo que lo haga. Es por seguridad.

Así que no solo me condenan diez años, sino que el propio director ya me está amenazando.

Lo firmé de mala gana, sólo para evitar conflictos.

Sr. Rogers: Bien, Nicholas, acompañe a la señorita ____ a su celda y enséñele las instalaciones.

Un chico de unos treinta años apareció detrás de mí. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

Nicholas: Sí, señor...

El chico me hizo una seña para que le siguiera por el pasillo. Iba un metro delante de mí. Aquella era la oportunidad perfecta, si no fuera porque seguía esposada y ya no sabía dónde estaba la salida.

Nicholas: Aquí dormirá, celda 103.

Asentí.

____: Tutéame -dije, ya que el que me trataran de usted me incomodaba bastante.

Nicholas: Sí, vale...

____: ...____. ____ Álvarez.

Él me miró con el ceño fruncido.

Nicholas: Nunca había oído ese apellido.

____: Oh, es que soy española.

Después de eso me enseñó el edificio. No parecía tan inmenso cuando lo veías por dentro, pero seguía intimidando.

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𝓒𝓸𝓷𝓭𝓮𝓷𝓪 ; 𝓙𝓪𝓬𝓴 𝓖𝓻𝓪𝔃𝓮𝓻 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora