Seokjin encontró a Yoongi en la barra del Midnight Club. El chico se hizo paso a través de una multitud de hombres que bailaban al ritmo de música electrónica. Seokjin tomó asiento al lado de su mejor amigo, un poco agobiado por la cantidad de personas que había en el local.
—¿Qué haces aquí?— preguntó el menor sin mirarle a la cara.
—No estabas en casa— alzó la voz para hacerse oír —Pensé que te encontraría aquí.
—¿Qué quieres?
—¿Podemos hablar en un sitio más tranquilo?
—Estoy ocupado— Yoongi tomó un trago del whisky que sostenía en la mano.
Seokjin frunció el ceño. Su amigo volvía a tener esa actitud distante que tanto trabajo le había costado suavizar.
—De acuerdo— le quitó el whisky y se tomó lo que quedaba —Ya no estás ocupado— dejó el vaso de cristal sobre la barra —Vamos a hablar.
Yoongi le miró con cara de póker. Seokjin vio cómo llamaba al barman, un hombre de aproximadamente veintisiete años de edad, cabello rubio oscuro y mirada atrevida.
—Ponme otro, Seojoon hyung— pidió Yoongi, ignorando la mirada afilada de su mejor amigo.
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—¿Y a ti?— el hombre de más de metro ochenta se dirigió al castaño —¿Qué te traigo?
—Mañana me meto en un seminario para ser cura— Seokjin apoyó el brazo sobre la barra y le miró a los ojos mostrando una sonrisa coqueta —¿Me ayudarías a disfrutar de mi última noche en libertad? Creo que tus pantalones de cuero quedarían muy bien en el suelo de mi dormitorio.
Yoongi sacó un billete de la cartera, lo estampó contra la superficie de la barra y cogió a Seokjin del brazo, arrastrándolo avergonzado hacia la salida.
Seojoon se rió por la escena.
—¿Pero a ti qué te pasa?— Yoongi lo soltó en cuanto salieron al exterior —¿Has venido a avergonzarme?
—¿Yo? No. Nunca— se arregló la manga de la camisa —Como no querías hablar conmigo pensé en ocupar mi tiempo en algo productivo— dijo tan tranquilo.
—Ese tipo sale con uno de los gorilas de la entrada. Uno que tiene muy malas pulgas— echó a andar —Vamos, antes de que salga a matarte.
—Oh, veo que todavía te preocupas por mí— Seokjin lo había hecho a propósito para sacarlo de allí. Sabía que esa táctica funcionaría con él.
—No vuelvas a este sitio— bufó Yoongi sonrojado —En serio, mantente alejado.
—No volveré a pisar tu coto de caza si me escuchas— prometió —¿De acuerdo?
Yoongi resopló. No tenía ganas de tocar el tema pero sabía que tarde o temprano tendrían que pasar por esa conversación. Ambos caminaron hasta llegar a un parque.
