X. La vida siguió
Si son buenos lectores pudieron darse cuenta al leer entre líneas que no todo era miel sobre hojuelas, para aquellos que no la captaron les explicare lo que paso tiempo después de comenzar a vivir juntas.
Como cualquier matrimonio establecimos pequeñas rutinas, a veces era cansado estar al pendiente del trabajo y la casa, de planear que comeríamos, de la limpieza, de las cuentas por pagar y todo lo que eso implicaba, por su parte a ella siempre le afecto no poder contribuir con los gastos de la casa de manera equitativa, ya que por esos tiempos no ganaba lo suficiente y sus prioridades eran otras, a mi francamente eso no me importaba, lo único que quería, era que ella tuviera tiempo de calidad para mi, y que si coincidían nuestros días libres estuviera dispuesta a salir a donde nuestras posibilidades no lo permitieran; si habíamos podido hacerlo siendo estudiantes universitarias, debería ser posible hacerlo sin la responsabilidad de hacer tareas ¿no?.
En retrospectiva, ahora puedo reconocer que me hubiera gustado, que se preocupara mas por la casa y por disfrutar de los pequeños detalles, que por juntar dinero para pagar el gym, o comprar accesorios, y cosas por el estilo, gastos que desafortunadamente eran primordiales para ella ya que eran la llave para conseguir más y mejor trabajo, poco a poco su carrera fue despegando, empezó a tener mejores oportunidades e ingresos, mientras yo seguía con la misma rutina, el mismo trabajo y con más o menos las mismas responsabilidades, tratando de no llevarme el trabajo a la casa, pero al mismo tiempo estudiando un Diplomado que me permitiría a la larga tener algunos beneficios en mi trabajo.
Afortunadamente ninguna de las dos tenía dentro de sus planes el tener hijos, porque ciertamente hubiera sido una complicación para ambas, digo, es muy respetable quien sí quiere tenerlos y los planea, en nuestro caso, nunca nos sentimos preparadas, ni física, ni económica, ni emocionalmente y para ambas con los gatos que teníamos era suficiente.
Así pasaron un par de años durante los cuales pasábamos las vacaciones conociendo algunos pueblos y ciudades pintorescas del país; incluso tuvimos la suerte de conocer Madrid gracias a una amiga mía que trabajaba de sobrecargo, y que nos consiguió unos boletos de avión a precio preferencial, ese viaje marco la cúspide de nuestra relación, pudimos conocer los museos más importantes, fuimos a ver una obra de teatro, conocimos personas interesantes y tomamos muchísimas fotos, el mundo era un lugar para sentirse feliz.
Solo entonces, su madre aceptó que lo nuestro no era algo pasajero y cierto día decidió que quería conocerme, había llegado el temible momento de volvernos a ver y de quedarme en su casa (a cambio de poder pasar más tiempo con su hija cuando tenía vacaciones).
Al principio he de aceptar, que fue un poco incómodo, pues, aunque mi novia tuvo la peor parte pues tuvo que decirle que se trataba de mi otra vez, (cosa nada fácil) tenerme en frente no era nada sencillo para ninguna de las dos, el pasado se hacía presente y el recuerdo de ese drama en el que hubo amenazas y que dejamos atrás, pesaba en nuestra memoria, el día que nos volvimos a ver, fue prácticamente como si nos presentaran nuevamente.
Era la hora de la comida, recuerdo que gracias a mis habilidades de scout termine encendiendo el carbón para asar unas carnes, (ya que su novio (el de su mamá) nomás no pudo hacerlo y estuvo a punto de echar a perder la comida usando gasolina, ¡hazme el cabrón favor!) una vez que todo estaba preparado y que empezamos a comer, a penas cruzamos palabras o incluso miradas, pero eso sí, su mamá se tomo casi una botella de vino tinto para poder pasar el trago amargo, (a veces el vino ayuda a olvidarnos de todos nuestros males); jamás tocamos el tema de lo que había pasado años atrás.
Poco a poco las cosas comenzaron a fluir y si bien nunca nos hicimos "amigas" siempre nos tratamos de manera cordial, hasta nos llegamos a hacer regalos en navidad, como esa formalidad de quedar bien con la suegra, aunque he de confesar que eso de "ganarme" a la suegra nunca ha sido lo mío, después de todo, no es que ellas traten de ganarme a mí y el ver a su hija feliz debiera ser suficiente o ¿no?, por lo menos es lo que siempre dicen, en todo caso tener suegra y convivir con ella era algo interesante, me hubiera gustado contarle tantas cosas de su hija y que pudiera verla a través de mis ojos, pues aunque entre ellas había amor y respeto siempre sentí que algo les faltaba, también me hubiese gustado poder ver a mi novia a través de sus ojos y sus recuerdos, para poder entenderla mejor, aconsejarla mejor en algunos momentos y no solamente apoyarla con sus decisiones, creo que muy en el fondo nunca terminamos de conocer a alguien y que todos guardamos secretos en lo más profundo de nuestras almas y cada persona que nos conoce tiene una versión un poquito deferente de nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Diario De Una Oveja Arcoiris
RomanceNovela realista, que describe las experiencias de una Lesbiana desde los 90's , hasta nuestros días usando el humor como un recurso inteligente. Mayores de 18 años