Berta era un coche, bastante grande, en el que cabíamos todos. Yo iba sentada al lado de Newt, que me acariciaba el torso de la mano algunas veces para tranquilizarme, aunque eso me ponía más nerviosa todavía.
Nos detuvimos a poca distancia de un túnel. Ya estábamos en el interior de las montañas y le sacábamos bastante distancia a Cruel.
- Tendremos que seguir a pie. – Afirmó Jorge.
Empezamos a andar. El camino estaba bloqueado casi en su totalidad por coches que empezaban a oxidarse. Conseguimos avanzar un par de metros cuando empezamos a escuchar disparos. Instintivamente me escondí con Minho y Newt detrás de un coche.
- ¿Estáis bien chicos? – Preguntó Thomas.
- Estamos bien. – Respondimos Teresa y yo al unísono.
- ¿Alguien sabe de dónde vienen los malditos disparos? – Preguntó Newt, cabreado.
- ¿Cómo vamos a llegar ahora? – Pregunté.
- ¡Eh! Preparaos para correr hacia la furgoneta cuando os lo diga. ¡Y tapaos los oídos! – Gritó Jorge, supuse que tendría un plan. – Uno... dos... - No terminamos de oír a Jorge contar, en su lugar escuchamos dos voces femeninas.
- ¡Suelta eso! – Me giré y vi que la que hablaba era una chica morena, también de nuestra edad. - ¡Vosotros tres! ¡Acercaos, con las manos en alto! ¡Vamos! – No quisimos contradecirlas, así que hicimos lo que nos pedían.
La compañera de la chica morena era de tez muy clara y su pelo era de un rubio también muy claro. Las dos nos apuntaban con una pistola pero, cuando vieron a Aris bajaron las armas inmediatamente y fueron corriendo a abrazarle.
- ¡Dios mío, Aris! – La chica morena fue la primera en abrazarle.
- Harriet. – Le saludó Aris con una sonrisa.
- ¡Qué alegría que estés vivo! – Ahora fue el turno de la chica rubia.
- Sonya. – Y le correspondió el abrazo.
Yo no entendía nada y creo que no era la única porque todos los demás les miraban igual de extrañados que yo.
- ¿Qué está pasando? – Preguntó Minho.
- Chicos, ellas son Harriet y Sonya, estuvimos juntos en el laberinto. – Nos explicó Aris. Es cierto, había escuchado que él estuvo en un laberinto solo con chicas.
La que identifiqué como Harriet pegó un chiflido y varios hombres asomaron desde lo alto de las montañas. Nos guiaron a través del túnel y nos llevaron hasta el Brazo Derecho.
La base era una especie de campamento, había tiendas empleadas como "casas" o lo que más se semejaba a ellas y un montón de gente que daba la impresión de que estaba todo el rato ocupada.
- Os vamos a llevar con Bins. – Nos explicó Harriet.
- ¿Quién es Bins? – Preguntó Thomas.
- Es quién decidirá si podéis quedaros. – Nos dijo Sonya.
Por el camino nos explicaron que llevaban más de un año preparando todo lo que veíamos.
- Pensaba que el Brazo Derecho era un ejército. – Dijo Minho.
- Lo éramos. – Un hombre, algo mayor, nos interrumpió.
Era alto y tenía una corta barba rubia y el pelo, algo largo, recogido en una pequeña coleta.
- Esto es lo que queda de él. – Nos dijo.
- Este es Bins. – Nos presentó Harriet.
- ¿Quiénes son? – Preguntó Bins con desconfianza.
- Son inmunes. – Siguió hablando Harriet.
- ¿Les habéis examinado? – Bins aún no confiaba en nosotros.
- No, pero conozco al tío de ahí, Aris, confío en él. – Continuó Harriet.
- Pues yo no. – Cuando Bins terminó de decir aquellas palabras Brenda se desmayó.
Estaba más pálida que de costumbre y respiraba entrecortadamente, es seguida supe lo que le había pasado.
- Está infectada. – Susurré para mí.
Bins no tardó en darse cuenta. Tenía una herida en la parte baja de la pierna y, nada más verla, Bins desenfundó un arma que llevaba y apuntó a Brenda con ella.
- ¡Tenemos una rara! – Gritó.
Jorge se puso histérico y dos hombres del Brazo Derecho tuvieron que sujetarle. Thomas se puso entre Brenda y Bins.
- ¡Apártate! – Le gritaba Bins. – Es una rara, si dejamos que se quede, echará a perder todo lo que hemos conseguido.
- Aún no es un peligro, le ha pasado hoy. – Explicaba Thomas.
- ¿Y por qué la habéis traído? – Preguntó Bins agobiado.
- Lo sé pero, le dije que le ayudaríais. Por favor, ¿no hay nada que podáis hacer? – Preguntó Thomas.
- Sí, acabar con su sufrimiento. – Bins dijo aquello y al instante apretó el gatillo de la pistola.
- ¡Alto! ¡Soltadle! – Una mujer apareció en escena, obligando a que soltasen a Jorge y a que Bins bajara el arma.
- Es una rara doctora, no podemos hacer nada. – Le dijo Bins.
- Ellos sí. – Nos miró a Thomas y a mí. – Hola Thomas, Emily.
Thomas y yo nos quedamos atónitos, ¿nos conocía? ¿Podíamos ayudar a Brenda?
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El corredor del laberinto: prueba de fuego.
AventuraDespués de escapar del laberinto, Emily y los demás deberán recorre un camino mucho más largo, y esta vez no hay garantía de conseguir llegar al final. Basada en la película pero con cambios personales. Espero que te guste.