MINUTOS ENTEROS

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Comencé a ser maestra en enero del año en curso, pasaron las tres primeras semanas y todo marchaba bien, la directora del kinder, Doña Lupe, poco a poco me explicaba la metodología, ella me mostraba las canciones, juegos y cuentos que se les enseña a los niños para que aprendan de manera interactiva. Todo en "teoría" es fácil, comprendía el proceso y confiaba en mis capacidades para aplicar lo que se me enseñaba, "después de todo... sólo era preescolar" (solía pensar 😂).

"Primer día a cargo" 

A las 6:30 me encontraba en el kinder, como de costumbre, me dispuse a realizar mis actividades con el mayor entusiasmo, los niños iban llegando poco a poco mientras se acercaba su hora de entrada. 

Doña Lupe los recibía en la entrada, mientras yo los cuidaba en el patio, mi ayudante Julia, platicaba con la secretaria, Norma. Todo marchaba bien. 

8:30 am, doña Lupe recibe una llamada, era el ministerio de educación... recuerdo su cara de angustia, yo la observaba detenidamente mientras trataba de entender de lo que hablaba, pero la distancia me lo impedia. La llamada finalizó, se dirigió hacia mí y una extraña sensación invadió mi cuerpo. 

-Cindy,  tengo que ir a managua a dejar unos documentos importantes, sino voy nos niegan el permiso, tengo que ir ya.

Me quede perpleja, los nervios invadían cada parte de mi cuerpo, "¿como voy hacer?, ¡sola no podré!" Era lo que escuchaba en mi mente. Pero, quería demostrar, quería demostrarme que si podía, que estaba preparada. 

-Esta bien, vaya tranquila, yo me encargo -se sentía bien decir esas palabras, era el momento de aplicar lo aprendido, sin ayuda, sola-. 

Doña Lupe me miró fijamente, y me dijo unas palabras que me ayudaron todo el día.

-bien, confío en ti, hija. 

Agarro su bolso y me dio no una, sino muuuchas orientaciones, se despido más de tres veces, hasta que por fin se marchó. 

La veía irse, no sabía cuanto tardaría en regresar pero, eso no importaba, tenia que enfocarme en mi trabajo, "sobrevivir todo un día con 15 niños y una ayudante en entrenamiento, pero sobretodo, que 15 niños sobrevivieran a una maestra principiante y una ayudante en entrenamiento", ¡vaya tarea, ¿eh?!

Ya a solas seguí con el plan de clase con ayuda de Julia. Les contamos un cuento, cantamos, reímos y jugamos. Todo iba de maravillas, me sentía satisfecha. 

Después de un rato de ejercicio descansaron para ir a merendar. Se ubicaron en sus lugares. Yo me encontraba en una de las mesas supervisando que todo marchara bien.

9:20 am, escucho a alguien toser,  era Alejandra, una niña de maternal, con a penas dos años de edad. Volteó rápidamente, la tos incrementa. Reacciono y la cargo entre mis brazos, se estaba ahogando. Su carita enrojecida, sus ojos llorosos, su cuerpecito pidiendo oxígeno, me estremecieron. Jamás olvidaré ese momento.  

Instintivamente lo primero que hago es golpear su espalda, le ayudo para que devuelva todo lo que tenia atorado. Comienza a vomitar todo... poco a poco se libera y el aire por fin comienza a entrar en sus vías respiratorias. 

Ella me mira, afligida, asustada, nerviosa -incluso más que yo- de pronto siento que alguien me la quiere quitar de los brazos, era Norma, forcejeo con ella, no dejo que me la quite, sentía como cada parte de mi cuerpo estaba cargada de adrenalina, cada músculo vibraba con una potente carga de electricidad. 

Minutos enteros pasaron y aún entre mis brazos, la niña ya más tranquila se encontraba. Nuevamente intentan quitármela. No la suelto, la abrazo, la miro y me sonríe, una lágrima se desborda de mi ojo derecho al ver su rostro aún sonreír. Se la doy a Norma.

 Trato de calmarme. Las manos temblorosas y la voz quebrada me lo impiden. 

-Cindy, estas bien?  Ya pasó, la niña esta bien. 
-Lo sé,  pero, no quiero ni pensar en lo que fuese pasado... 
-pero no pasó. 
-bien. Bueno, sigamos trabajando. -intento aparentar seguridad-

Me tranquilicé lo más que me fue posible, pero volvía a mí, la imagen de Alejandra, su carita asustada y temerosa, su angustia. Esos Minutos enteros que jamás olvidaré. 

Esa vez comprendi la importancia del cuidado de un niño, no sabes en que momento estarán en una situación de "peligro" ya que por su inocencia y su curiosidad por descubrir el mundo, no puedan percibirlo. 

Ellos juegan, corren, saltan y viven a su manera, es nuestro deber como adultos crear un ambiente donde puedan ser niños sin que mueran en el intento. La anécdota que les relato es el claro ejemplo que incluso comiendo hay riesgos. 

Hoy en día una de mis prioridades como maestra es crear un ambiente más seguro y recreativo para los niños, sin que su curiosidad o ansias por conocer el mundo se vean afectados. 

Tengo claro que la mejor manera de aprender es vivir. La experiencia da la mejor enseñanza. Gracias a cada uno de esos "malos momentos", adquirimos habilidades y conocimientos genuinos. 

No tengas miedo de los errores o los malos momentos. Siempre hay algo que aprender. Agradece por ellos, son los que en su mayoría te van formando. 

Hasta aquí la historia de la semana.  😊

Hasta la próxima...

Anécdotas de una maestra-principiante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora