La chica de mi lado, una morena de ojazos verdes, estaba con los mechones de pelo pegados en la frente por el sudor, de los mismos nervios. Su cara me sonaba bastante, pero no sabia muy bien de qué. La chica de su lado, morena también, estaba muy tranquila. El chico de más para allá, estaba tan tranquilo como yo. Todos tranquilos menos ella, menos la chica de mi lado. Intente un acercamiento para hablar con ella y relajarla:
-¿ Nerviosa?- si, no se me ocurrió nada mejor, el momento no era el mas indicado y mi timidez me pudo-.
-¿ Tonto?- una respuesta que me dio a entender lo bien que nos íbamos a llevar-.
Me giré a la vez que ella se colocaba un mechón tras la oreja y miraba con las pupilas dilatadas al alcalde Levinn, el cual no nos había dirigido ni una sola mirada desde que subió aquí arriba, algo típico de un políticucho del tres al cuarto. Hay dos opciones, o te ignoran o hacen como que les importas y yo con la hipocresía y la falsedad, como que no puedo..." estás hablando en alto, por si no te diste cuenta"...giré la cabeza lentamente hacia la chica de mi lado, y vi como los otros dos también me miraban y, automáticamente, se me subió la sangre a la cabeza y me mareé. La chica tuvo que aguantarme para que no me cayera de boca y ponerme de nuevo contra el respaldo, "tranquilo, fiera, el alcalde no te oyó o si lo hizo, se hizo el loco". Eso no me ayudaba mucho.
Apoye mis codos sobre las rodillas y mi cara sobre las palmas de las manos. Mientras el alcalde seguía diciendo lo que fuera que dijera, no le estaba echando mucha cuenta la verdad y en estos momentos menos aún. Me tranquilice por fin y me recompuse lo mejor que pude. Los tres compañeros me sonrieron, un alivio, y les devolví la sonrisa:
- Supera ese miedo, tío, sino serás un lastre para todos- el chico me sonrió dando a entender que era una broma, no tan broma tal vez-. Me llamo Sazs,- dijo señalando una chapita a modo de identificación en el pecho-, hijo de armero seré tu compañero en esta "aventura" por así decirlo.
- No te metas con el, Sazs, es un chico tímido- la chica de ojos verdes me miró y sentí un cosquilleo en la barriga-. Mi nombre es Evah, yo soy una sin techo, nada interesante más allá de eso, créeme.
La chica de al lado de Evah no habló, pero por su chapa logré saber su nombre, Alice.
- Yo soy Bastian y bueno soy hijo de un Revolucionario. El resto os lo contaré cuando os tenga mas confianza.
- Haces bien Bast- dijo con confianza Sazs-. No te fíes ni de tu propia madre. Es algo que se aprende de pequeño. Y yo bien puedo decírtelo, que mi madre intento matarme de pequeño.
Me sorprendió muchisimo lo que dijo y debió de notarse en mi cara porque empezaron a reír a bajo volumen, mirándome. Me molestó que se rieran de mí, pero no conocía el porque de aquello, aunque las otras dos chicas parecía que si, pues se reían junto con Sasz. Los ignoré escuchando las palabras del alcalde.
"...y estos chicos serán nuestros salvadores. Se que lo digo cada año, pero esta vez tengo una fuerte corazonada con ellos. Mi confianza en cada uno de estos cuatro héroes es algo que ni yo mismo había experimentado en mi vida. Me reuní con ellos antes de subir aquí, y su determinación, la determinación de cada uno de ellos, es ejemplar, hasta contagiosa diría yo. Ojala fuera mi hijo a esta aventura, a este viaje para encontrar la salvación de nuestro pueblo. Pero mi hijo es aún joven y no está preparado. Ellos son para mí como mis hijos, ya maduros y a disposición de vosotros ,pueblo, mi pueblo. Quiero que escuchéis las palabras de alguno de ellos, que oigáis su entrega, su valentía , su honor, extrapolable al resto de sus compañeros, por supuesto."
Levinn nos miró uno a uno, buscando un pardillo que le diera la razón y quedar bien delante del gentío que gritaba exaltado en mitad de una plaza gigante abarrotada. Miro a Eva y sonrió, la cogió de los brazos fuertemente (un gesto de dolor apareció en el rostro de la chica). Miró a Sazs y Alice para terminar conmigo. Me miró fijamente y decidió que dos mejor que uno, por lo que también me llevó forzado al estrado. Ahí estábamos Evah y yo mirándonos sin saber que decir. Levinn acercó nuestras cabezas y nos susurro al oído, tras una falsa sonrisa, lo suficientemente alto para que nos quedara claro "hacedlo bien o vuestras columnas adornaran los brazos del sillón de mi despacho". El alcalde se separó de nosotros para dirigirse sonriendo a la gente, mientras Evah y yo nos mirábamos perplejos. Inmediatamente la cogió del brazo de nuevo y la llevó a escasos pasos de donde yo estaba, para que se dirigiera al público. A se lado Levinn la miraba amenazante y ella se empequeñeció: