Prólogo

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Cuando supimos que ella padecía de cáncer ambos quedamos totalmente impactados. Era tan inesperado y desgarrador que no hablamos del tema por semanas, o meses. No sé quién de los dos estaba más afectado, pero yo estaba en shock. Le había comprado un anillo de compromiso con mis 16 meses de duro trabajo en la oficina como secretario, el pequeño arillo en caja carmesí apenas y duró unas semanas, puesto que los tratamientos de Eymi eran tan caros que terminé por venderlo; cuando ella se recuperara, ya habría tiempo de un nuevo anillo de compromiso. Ella era mi rayo de sol, mi luz e alegría; mi todo. Debía estar bien, iba a estar bien; o eso creí. Recuerdo cuando la vi en la cama del hospital, estaba en tan mal estado que apenas y podía moverse, el cáncer le estaba ganando la batalla, pero ella se mantuvo firme hasta al final, como toda una guerrera. Era más que eso. Resistió la quimioterapia y todos creímos que la había salvado, pero entonces recayó, y todo se fue a la borda. Siempre me sonreía y, aunque evitábamos a toda costa hablar de un futuro junto, tenía la fe puesta en cualquier cosa poderosa que hiciera que ella se quedara. -Vas a estar bien, ya lo verás -me dijo y sonrió, achicando sus ojos marrones- ahora, deja de llorar ¿si? Sonreí de lado y me limpié la inexistente lágrima en mi parpado derecho. -Me preocupas más tú que yo -susurré con la mirada fija en nuestras manos entrelazadas, pero ella pudo oírlo, lo sé porque me apretó la mano más fuerte. -El mundo va a seguir, y no debes quedarte atrás ¿me lo prometes? ¿Seguir siempre? -me dijo, en un hilo de voz tomando mi rostro entre sus manos Me limité a asentir, y besé sus manos, sus palmas, sus muñecas. Temía no poder llevar a cabo su promesa. Me temo que le fallé. Pasados 2 semanas, llegó ese horrible día en el que todo se acabó para mí. Su familia me había llamado a resistirá, su madre se oía tan preocupada que de inmediato le pedí a mi asistente que cancelara todas mis citas. "No resistirá hasta mañana, esta noche ella... Ella no resistirá más" Fueron sus palabras exactas, y sentí un profundo vacío en el pecho. No me importo que ese día se firmara un contrato que me daría un ascenso, ni que mi jefe me hubiera llamado luego de verme correr hacia la salida. Sólo importaba una cosa en mi vida, lo más importante, y estaba desfalleciendo en una cama de hospital por el maldito cáncer. Apenas tomé el taxi y balbuceé la dirección del hospital, me di cuenta que apretaba el teléfono con fuerza y mi respiración estaba agitada, más sin embargo, yo estaba en shock. No podría creer que todo fuera a acabar así de fácil, sabía que ella daría lucha, pero ya había hecho esa lucha durante 4 meses. Me negaba a admitirlo. Al llegar al hospital subí las escaleras a toda prisa, y cuando en el piso vi como toda la familia de Eymi estaba reunida y llorando a cantaros mi corazón termino de romperse, había perdido la esperanza; ella se iría. -¿C-como esta ella? -pregunte a su padre, quien era el único que no se había roto ante la desgarradora noticia. Él apenas me reconoció y, si tenía los ojos cuajados en lágrimas, lo supo disimular muy bien con su carácter fuerte y coraza dura. -Los doctores nos dijeron que no pasaría de esta noche -dijo, luego de un tirante silencio, en él que me decía que él, al igual que yo, no quería creer esto y, por ende, repetía las palabras de su esposa. Un suspiro largo y doloroso salió de mis labios y bajé la mirada; era el fin. Lo sabía. A mi mente acudieron recuerdos, todos hechos o aún por hacerse. Nos veía a ambos juntos, amándonos, apoyándonos, en todo momento. Pero todo se desvanecía conforme la realidad se asentaba sobre mis hombros. -¿Puedo verla? -pregunté al doctor que nos mirada con lastima, y sólo asintió. En cuanto abrí la puerta de su habitación me detuve en seco ¿Qué iba a decirle? Pero no me acobardé y caminé hasta su cama. Ella me sonrió, y se veía hermosa. Aun con las manchas oscuras bajo sus ojos, su aspecto demacrado, su piel desnutrida y sin cabello; ella era la mujer más hermosa del mundo. -Amor... -dije en un hilo de voz, porque no sabía cómo usar los que podrían ser mis últimos momentos con ella. -Alex, ya lo sé -dijo amable y extendió una de sus manos hacia mí, la cual tomé para besarle el dorso -Perdóname por no estar contigo -dije, sin poder retener las ganas de llorar. Mi voz se quebró, pero me obligué a no sollozar frente a ella, ya tendría mucho tiempo para lamentarme, pero ahora quería que ella tuviera unos momentos de paz, sin preocuparse por el dolor que todos tendríamos con su partida. -Mi cielo, siempre has estado conmigo. Siempre -sonrió de nuevo, y vi, que ella también retenía las lágrimas, el dolor y la agonía dentro de su pecho. Me arrodillé a su lado, tomé su rostro y le besé los labios con tanta calma y dulzura para poder guardar en mi memoria el sabor de sus labios. Acaricié sus mejillas y sentí como una lágrima traicionera se escapaba de sus ojos. Ella tomó mis manos, y parecía hacer lo mismo que yo; disfrutar nuestros últimos momentos. -Te amo -dije, y me alejé de ella para tomar aire -Yo también te amo, amor -susurró, porque le hacía falta la voz, estaba muy débil ahora. -Perdóname por todo -dije y ella me lanzó una mirada des aprobadora, pese a su mal estado, pude reconocer esa mirada suya e, irónicamente sonrió. -Perdonado -volvió a sonreír. Así pasaron más de 2 horas, entre besos y conversaciones sin sentido, cualquier tema de conversación que no apuntalara al mismo hecho de que sería nuestra última noche juntos. Su jovialidad decaía con el paso del tiempo, y llegó un momento en que su voz estaba tan gastada que apenas se escuchaba como un sonido oxidado y doloroso. -Eres un hombre afortunado, Alex -sonrió con todo el entusiasmo que podría tener. Y yo también sonreí, estuve a punto de besar sus manos cuando ella empezó a toser de una manera antinatural y mi corazón se saltó 3 latidos -¿Amor? -llamé pero ella sólo se atragantó todo el dolor, y ambos lo sabíamos; su hora estaba cerca Le tardó unos minutos recomponerse, y cuando por fin logró volver a la normalidad, me di cuenta de que apretaba su mano de forma muy fuerte. -Cuida a Atena por mí -dijo y asentí, sintiendo mi corazón romperse Y ahora se acerca cercaba la hora; la despedida. -Te amo, Alex, y siempre te amaré; eres el amor de mi vida -susurró- nunca te des por vencido, y confía en ti -Amor... -susurré, mi mundos se caía con cada palabra que decía, el final se acercaba y yo no quería que terminara, todavía tenía planes; aún los tengo. -Nada será lo mismos sin ti, eres mi vida. Eymi, te amo con toda mi alma -dije sollozando, dejando que el dolor hiciera mella en mi- quédate, por favor Una lagrima traicionera hizo su recorrida desde mi ojos derecho hasta mi barbilla, y ella también se descompuso. Finalmente dejamos caer las máscaras de fortaleza, porque realmente estábamos rotos por dentro, y no tenia caso ocultarlo. -Te voy a extrañar mucho, Alex -dijo y su respiración comenzó a acelerarse, ya casi no podía respirar, y yo me aferraba a lo poco que me quedaba de ella, a esto, estos segundos que eran lo único que tendría de ella al final. -Te extrañaré más yo, te amo Eymi ¡Te amo! Sollocé y la abracé con mucha fuerza, ella me devolvió el abrazo e iba a llamar a sus padres cuando ella me tomó fuertemente del brazo, sus ojos estaban asustados y temía lo que pasaría a continuación. Abrió los labios para decir algo, pero no pudo hacerlo, una batalla se llevaba a cabo en su interior y, finalmente ganó el cáncer -¡No! -grité y la abracé con todas mis fuerzas, pero está ve, ella no me lo devolvió. Su cuerpo estaba sin vida, solo era un monto de huesos y carne. Ya no estaba Eymi. -¡Por favor no te vayas¡ ¡No te vayas de mi vida, yo te amo no me dejes sólo! -exclamé, buscando en su rostro alguna señal que me dijera que seguía viva, pero no hubo ninguna. Y me rompí. Sollocé fuerte y dolorosamente. Mi corazón se estrujó, y en el mundo ya no podía encontrar un lugar para mí, porque yo también había muerto con ella. Porque ella era mi luz, y al irse, todo se había sucumbido en tinieblas Los doctores que había llamado llegaron en ese momento y empezaron a habla en contextos extraños que no entendía. Trataron de alejarme de ella, pero yo no quería hacerlo. No sé en qué momento pasó,. Pero estaba tan sumido en el dolor que, cuando tomé conciencia estaba vaciando anaqueles enteros y rompiendo cosas. Sólo sentí un pinchazo en mi brazo, y todo se volví negro. Era real, Eymi ya no estaba en mi mundo. Al siguiente día me levanté con un dolor de cabeza, no importó despertar en casa de mis futuros suegros, de hecho, no le mucha importancia. No hasta que entré al balo y en el espejo vi un moretón en mi pómulo derecho fue hasta ahí cuando recordé lo de ayer. Lagrimas acudieron a mis ojos. No pude salvarla. Había podido lograr tantas cosas en la vida pero, Eymi se había ido. No había podido salvarla. Ese mismo día fue el funeral. Todos lloraban menos yo. Me costaba aceptar que se había marchado, aún tenía la esperanza de que detrás de los arbustos de flores saliera ella y me explicara que todo había sido un reality show o alguna mala mentira. Pero la única mentira aquí, era la que yo mismo me contaba tratando de ocultar el hecho de que ella se había ido para siempre. Cuando todos se fueron me sentí en privacidad con ella y, entonces lloré. Desgarradora mente. Me tiré sobre su tumba y golpeé la tierra, Atena empezó a ladrar sintiendo mi dolor. Le di el ramo de flores que le había comprado, eran tulipanes; sus favoritas. Y me fui, no sabía que decirle, estaba aún en shock, me sentía tan destrozado que no sabía cómo reaccionar. Este ya no era mi mundo y se había ido, mi mundo había terminado Mis amigos me visitaron seguidamente, sabían que estaba destrozado y trataban de alentarme, pero nada serviría si Eymi no estaba conmigo. Noches enteras la lloré, vaciaba botellas enteras de alcohol y amanecía tirado sobre su tumba. Me habían dicho que yo era un loco enamorado, pero nunca supe hasta donde lo era

."Eymi, te extraño mucho, por favor, vuelve."

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Despues de ti, yoWhere stories live. Discover now