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Han pasado 3 meses desde su muerte.

3 malditos meses en los que mi vida ha perdido sentido. No ha habido día en que no haya venido a visitarla. Visitas que se prologan por días y semanas...

Aún no me hago a la idea de perderla.

Su familia ha tratado de hablarme tanto ellos como yo estamos destrozados con su pérdida y, nuestras visitas lejos de ayudarnos sólo nos recuerdan a la dueña de la silla vacía en el extremo de su mesa: Eymi.

Mis padres han tratado de hablarme, pero yo sigo en un pozo, donde sigo cayendo y nadie puede salvarme. Han hablado al trabajo para intervenir por mí pero, finalmente me han despedido.

Carol, la hermana de Eymi, es la que ha seguido luchando aunque yo he sido un completo idiota. Las primeras semanas estaba aquí conmigo llorando en la tumba de nuestra Eymi, pero luego de ver que yo seguía cayendo en el abismo se hizo cargo de Atena. Nuestro dolor por perder a Eymi era algo que teníamos en común, y hemos tenido una buena amistad dentro de lo que cabe. Me ha llamado todos los días, pero también ella se ha cansado de mí; ahora sólo habla 3 veces a la semana y sigo sin contestar.

3 malditos meses.

Se supone que ahora Eymi y yo estaríamos casado pero en vez, ella viste un vestido negro, yo ropas sucias y nuestras nupcias se celebran en el cementerio de la ciudad, los invitados han sido gusanos que no han dejado de atacarla y yo, lejos de estar felizmente casado con ella, estoy aquí, hecho una mierda de persona sobre su tumba.

-Maldito Cáncer -susurré para mis adentro y di otro sorbo al fuerte tequila que tenía entre mis manos.

Cerré los ojos con fuerza, ya no quemaba tanto el trago amargo de alcohol, pero mi garganta no terminaba de acostumbrarse al 56% que ahora tenía.

-Ojalá hubiera podido robarte e irnos lejos, lejos de este mundo de mierda; lejos de la muerte -un silencio le sigue a mis palabras y lágrimas gruesas y calientes corren por mi rostro

Porque no importa cuánto alcohol ingiera ni que tanto me aislé del mundo real; ella está muerta. Y nada ni nadie va a devolvérmela.

El mar de mis ojos se desborda sin control; pero ya no sollozo.

Ya no siento dolor, sólo puedo llorar.

Porque ya lo he sentido todo con ella.

Doy 3 tragos largos más a mi botella que le he robado a mi madre antier cuando supuestamente entré a casa para darme una ducha. Mi pobre madre no me había visto en tantos días que me aceptó sin chistar y ni siquiera notó cuando le asalté la alacena.

Pero ya no puedo olvidarla, ni siquiera el alcohol me hará olvidarla; porque no quiero olvidarla.

Este corazón idiota sigue queriendo estar con ella aunque ya nunca más pueda ver su hermosa sonrisa de nuevo.

Vuelvo a beber, pero ya no surte efecto en mí. He pensado en subir el porcentaje de alcohol, pero sé que con eso no la olvidaré.

Porque el dolor físico se ha ido, y nada puede llenar ese vacío que ella dejó.

Ahora, ni siquiera el dolor me ata a ella.

Ya no hay nada que quede aquí de ella.

Sólo sus recuerdos.

Pero alguien no puede vivir sólo de recuerdos.

Y como si fuera poco, mi mente viaja a lugares peligrosos donde yo era feliz.

Donde ella estaba aquí.

Cuando éramos felices.

Hace más de 5 años cuando yo trabajaba en la papelería cerca de mi casa.

Despues de ti, yoWhere stories live. Discover now