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I.

               EL VIOLÍN ES MI instrumento favorito. Amo el sonido que reproduce al frotar el arco sobre sus cuatro cuerdas, la tranquilidad que emana en cada melodía y las vibras que evoca, recorre mis extremidades de pies a cabeza. Su versatilidad como su incómodo y fácil uso, una vez que te adaptas, llenan mi corazón, lo hacen feliz y próspero.

     Este descubrimiento sucedió cuando fui un niño. Mi abuela fue quien me lo hizo conocer, ella ensayaba a diario con su violín, con una sonrisa enorme en sus labios. Ella disfrutó cuanto pudo, era una violinista retirada que tuvo su auge en sus tiempos de juventud.

    Pero su Alzheimer devoró sus recuerdos y olvidó que su instrumento de cuerda fue como su hijo. Ahora es mío. Lo heredé y tenerlo, me hacía sentir una responsabilidad con este, una grande porque mi madre no quiere pagarme los estudios. Soy el único que lo mantiene en buen estado: limpio sus cuerdas con un pañuelo para que no se vieran dañadas con el tiempo. Las aflojo y cuando las uso, las vuelvo a tensar. Le pongo resina una vez a la semana, quito la sobrante...

     Mi abuela se fue hace un mes pero, su violín tiene su escencia al ser tocado, transmite sensaciones y al acabar, siempre derramo lágrimas, incontenibles y saladas. Es una fuerte emoción que me invade y sacude mi propia mente. Mi estabilidad se rompe en pedazos, pues es lo que guardo, lo que queda de su memoria, quiero decir. 

    Mi hermano mayor —por siete años—, se burla de mí al verme lloriquear, me trata como si fuera débil e inútil. 

     «No ganarás nada si lloras por su muerte», según su juicio.

    En parte tiene razón... Solo que aprecio mucho lo que ha dejado. Al menos para mí.  O quizá soy el único en recordarla con mucho dolor, mientras que toda mi familia ignora la fecha en la que debemos ofrecerle nuestros respetos. 

    Otra manera de seguir en contacto con ella, es cuidar a los ancianos que han sido sus amigos y quienes mejor la conocieron en vida.

    Ellos suelen asistir a las actividades de un lugar de eventos, exclusivo para la tercera edad. Se llama House of Light. Se divierten juntos, realizan cantos, bailes y manualidades; sus familiares, prefieren tenerlos lejos y así no sentir la carga de cuidarlos. Siempre vengo aquí si busco un nuevo tipo de consuelo, me pagan por las horas de voluntario, por lo que me ayuda también a tener un dinero guardado para mis estudios.   

    —¿Qué sucede, Baek Hyun? 

   Jung Kook se esmera en mostrarme su mejor sonrisa. Somos compañeros de la Universidad de Incheon y compartimos la misma carrera, este pequeño pasatiempo fue lo que nos volvió cercanos. Despacio, él baja su caja y me admira con su ceño fruncido, entonces pestañeo al darme cuenta de las lágrimas que caen rabiosas por mis mejillas. Las limpio con mi manga, apurado para aparentar una fugaz expresión de felicidad.

    —No pasa nada. ¡El polvo entró en mis ojos!

   —Tu abuela de nuevo, ¿no? —dice sin sorprenderse, puede ver a través de mí. Eso me inquieta—. No deberías torturarte así... ¿Por qué no te tomas un tiempo? Podría hablar con el encargado, tal vez lo necesites.

   —No, yo quiero estar aquí.

   —Escucha, comprendo lo que es perder a alguien. Yo perdí a mis hermanas, ¿te conté?

   —No, no lo has hecho... —susurro, impresionado por su capacidad de contarme sin sentirse abrumado por la historia. Él no se rompe como yo. 

    No deseo indagar pero él mantiene su neutralidad en su pálido rostro y bufa extenuado, parece ser que todavía las extraña mucho. Y el que me quisiera contarlo, significa que confía en mí, así como yo confío en él.

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⏰ Last updated: Apr 03, 2020 ⏰

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VIOLIN SPIDER | II.Where stories live. Discover now