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Tres niños. Bueno, dos niños y un semiadulto con mucha energía corrían en las nubes del Olimpo, sonrisas espontáneas llenas de diversión iluminaban el lugar.

Jisung no sabía que hacer con Seungmin, estaba claro que el pequeño sería una especie de ente de la alegría para los humanos, con tan solo 14 años, corría y reía cual niño de 5. En cambio su hijo mayor, Woojin, era mas serio, con 17 años ya creía tener su poder, el cual era el conocimiento, para poder transmitirlo y guiar a los humanos a crear unas instituciones llamadas "escuelas" como los humanos les llamaban a las cunas del saber. 

— ¡Jeongin no debe de estar acá contigo! ¡Debe de estar conmigo jugando a la rayuela! — gritó Seungmin enfurecido.

Woojin tenia una expresión serena, le miro con desdén y dijo: — Dejame decirte que tu mejor amigo es el hijo de el gran Zeus Changbin, por lo cual debe de saber como son los humanos, ya que todo apunta a que el tendrá contacto con ellos. Ahora, tonto, dejanos en paz. — dicho esto, tomo a Jeongin quien solo reía ante la situación de los hermanos.

El pelirrojo fruncio el ceño y se cruzó de brazos. Volteó a ver a Jeong con los ojos casi rojos. — No me hables de aquí a que los titanes salgan del tártaro. —

El de sonrisa brillante soltó una risa que enamora a cualquiera, una risa tierna, llena de amor, llena de alegría. — Deja de llorar, a parte de alegre eres un bebé llorón.

— ¡No soy un bebé llorón! — gritó haciendo que Woojin rodara los ojos, su hermano era un inmaduro.

— Dejare que JeongIn juegue contigo Seung, pero mas te vale que mañana lo dejes libre para sus clases. — Dijo mirandolo serio, él se tomaba el trabajo de instruir al hijo de Zeus muy en serio.

Seungmin sonrió triunfante y tomo a JeongIn de mano. — Vamos a jugar con los pegazos de papá.

— Adiós Woojin-ah, te veo para la clase de mañana—

— Sí, sí, lo que digas.

Ambos niños caminaron por las nubes hasta lo que parecía un establo del mismo material blanco como el algodón. Ahí cinco pegazos esperaban, cada uno en su respectiva cuna, eran pequeños aún, había uno de negro, uno blanco, uno azul, uno rojo y uno blanco con melena verde como las hojas. Este último era el favorito de JeongIn, amaba a ese pegazo, a pesar de ser pequeño aún, era bastante energético.

— Jeong, ¿quieres jugar con cereza o con el que tiene cabello de vomito? — Seungmin tenía un sentido del humor bastante ofensivo, según In.

— ¡No le digas cabello de vomito! —Exclamó ofendido —  es el hermoso color de las hojas que pintan las ninfas del bosque, tarado. Además, si no existieran hojas, los humanos estarían muriendo ahora mismo. —

Seungmin rodó los ojos, ¿cuando dejaría Woojin de lavarle la cabeza con tanto conocimiento?

— Eso te lo enseñó woojin, ¿no? — le dijo con tono irritado.

Jeong asintió sin decir una palabra mas, pues era hora de acercarse a Frelios, su pegazo con cabello de vomito. Caminó a los pegazos dejando a Seungmin atrás, este corrió detrás del cabello de carbón para ir a los fantásticos animales. Era hora de una carrera.

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— ¡Apurate Seung! — Un JeongIn de 17 años volada por los aires de al rededor del olimpo en su pegazo, Frelios.

— ¿Desde cuando el vomito es mas rápido que mi hermoso Drunias? — gritó con fastidio el de cabello rojo. 

— Ese carbón siempre fue tan lento como un caracol, o mas lento que eso aún. — Soltando una risa al ver como el pegazo apenas y movía sus alas, al parecer el pobre animal ya no quería a Seungmin sobre él y era de esperarse, pues Seung siempre lo llevaba con él a ver a los humanos cuando estos estaban tristes o enojados.

Inframundo • chaninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora