Algunos momentos que tuviste que pasar al estar viviendo con Simon por 5 meses.
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—¡Sunjung!
El grito que pegó Kiseok termino por asustar a la menor quien veía la televisión con atención con su desayuno en manos, sólo un bowl con cereales al no tener ganas de cocinarse. Se volteó para mirar al mayor acercarse a ella sólo usando unos pantalones de chándal, pero lucía una expresión molesta.
—¿Ahora que te pasa? —preguntó sin interés, volviendo a ver la tele.
—¿Qué te dije de dejar pelos en el lava manos después de peinarte? —le recordó parándose detrás de ella.
—Tienes que saber que tengo problemas de caída de pelo —mintió aguantando la sonrisa—. No seas exagerado, peor sería encontrarlos en la ducha.
—¡Como si eso no hubiera pasado ya! —gritó molesto—. ¿Tanto te cuesta tirarlos a la basura?
—Sí.
—¿Ah si?
Lo siguiente que ella sintió fue algo peludo en su pecho y al mirar se asustó gritando y tirando su desayuno, pero al ver que sólo era pelo mojado se calmó, miró mal al mayor que se estaba partiendo de la risa.
—Idiota, pensé que era una rata —admitió también riéndose con algo de vergüenza por haberse asustado por nada.
—¿Una rata? ¿crees que me hubiera atrevido a tocar una? Suficiente tengo contigo. —Siguió riéndose.
—Eres tan ordinario —señaló agachandose para agarrar lo recién tirado—. Me hiciste ensuciar toda mi ropa.
—Ordinario me dices a mi, ¿con qué derecho?
—Sólo vete porque estoy por tirarte cereal a la cara —mando señalando el baño.
Él le hizo caso, volteandose para terminar de arreglarse, pero su cuerpo tembló al sentir algo húmedo en su nuca, sabía que era por lo que terminó insultando y se sacó con rapidez lo que le había tirado a Sunjung.
—Bastarda —murmuró limpiando sus manos con insistencia contra su pantalón.
Ignoró la risa de la castaña y se fue de ahí.
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Sunjung miró la hora desde su celular mientras esperaba la decisión de Kiseok sobre que cenar, estaba segura que llevaban cerca de cuarenta minutos discutiendo que comer y el hambre sólo iba en aumento.
—Kiseok —llamo aguantandose incluir insultos—. ¿Ya estas listo?
—Cuando lo esté te lo diré, ¿si? —respondió fingiendo una sonrisa para después volver su vista al menú que tenía en frente.
—¿Puedes sólo pedir Japchae como acordamos en un principio? —preguntó hartada.
—Pero después viendo el menú se me antojó mandu guk y bulgogi —admitió frustrado, como si realmente fuera algo para angustiarse.
—¡Pidamos todo!
—Wow, ¿tan rica te sientes? —bromeó pero ni considero la idea—. No digas estupideces, hay platillos que no deben mezclarse, ¿sabes?
—Eso no importa cuando de hambre se muere, no seas idiota, llama y pedimos esos tres —exigió harta—. Si quieres pago yo pero comamos, por favor.
—No vamos a desperdiciar comida.
—Se quedara en la heladera —corrigió rodando los ojos—. Mañana se calienta y como nuevo, nuevo.