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Desperté con una gran punzada en mi cabeza, dolía como el demonio, me paré y bajé a la cocina a buscar un poco de agua, serví el agua en un vaso y caminé hacia el sillón de la sala y comencé a mirar mi reflejo en la pantalla del televisor apagado, me veía realmente cansada, parecía que no hubiese dormido en siglos, aunque la realidad era otra, tenía todo el día para poder dormir y la noche para poder "trabajar". Estaba perdida, cada día se me hacía más difícil vivir de la manera en la que lo hacía, rodeada de gente tan falsa como sus cuerpos, sólo una cosa me hacía sentir en calma y era llegar a mi casa y recostarme en mi habitación, nada era tan satisfactorio para mi que escuchar mi canción preferida con una copa de vino en mi mano mientras estaba en mi cama; extrañaba esos días, realmente extraño cuando solía tener una vida normal, cuando solo era yo.

Caminé hasta el baño y me desnudé para meterme en la bañera caliente, en estos momentos lo único que podía relajarme era eso, cerré mis ojos y comencé a recordar cada detalle de la noche anterior; me encontraba en el bar junto a mis amigas y el grupo de hombres que solían hacerse llamar "daddy" por cada una de nosotras, eran los mafiosos más grandes de la ciudad y a la vez los empresarios más exitosos de la misma, me levanté de la mesa y caminé hasta la barra para buscar una copa más hasta que alguien tomó de mi brazo para detenerme, volteé y ahí estaba él, mi dueño (o al menos así lo veía yo).

— ¿A dónde vas? 

— No te preocupes cariño, iré por una copa. —Dije mientras intentaba sonar relajada.

—Yo te acompaño. —Me miró serio.

—Oh no, no te preocupes amor, estaré bien, lo prometo. —Me acercó a él y plantó un beso en mis labios.

—Está bien, iré con el grupo, por favor no tardes o la fiesta terminará. — Asentí y comencé a caminar mientras le daba la espalda.

En ciertas ocasiones me aterraba estar cerca de Vincent, sabía que si seguía dentro de su grupo en algún momento podría terminar muerta o peor, mutilada por él mismo. Llegué a la barra y esperé a que el bartender se desocupara para poder atenderme, me senté en una de las sillas que hay al rededor de la barra y encendí un cigarrillo.

— Señorita, aquí está prohibido fumar. — Dijo el bartender al verme, mientras limpiaba una copa con un pequeño pañuelo.

— ¿Quién lo dice? — Lo miré mientra inhalaba el humo a mis pulmones. 

— Pues al parecer el dueño del bar. —Me miró risueño.

— Oh pues, lo lamento. — Solté el humo en su cara y lo apagué golpeando la punta sobre la mesa. — Prometo no se volverá a repetir, señor. —Dije en tono burlón. 

— No se preocupe, señorita, ¿desea algo de tomar? — Miró a mis ojos.

No puedo negarlo, cuando miré directamente a sus ojos me sentí nerviosa por un momento...

—Oh... Ahm, una copa, por favor. —Bajé la mirada.

— Está bien. — Tomó la copa que tenía en su mano y sirvió un poco de vino en ella. —Ya estaba preparado para su favorito de siempre. 

—Lo miré con una sonrisa en mis labios y tomé la copa mientras rocé su mano con la mía. — Gracias. 

— A su orden. —Me miró impactado ante mi acción.

Estaba a punto de preguntarle como sabía eso de mi cuando una voz gruesa me interrumpió. 

— ¿Todo bien? —Dijo Vincent mientras rodeaba mi cintura con sus fuertes manos.

— Sí todo bien, estaba a punto de ir para allá. — Lo miré sonriente. 

— Pues vamos de una vez. —Tomó mi brazo con mucho fuerza. 

— Cariño, me lastimas. —Susurré un poco fuerte para que pudiera oírme. 

—Bájate y camina, debemos irnos. —Dijo en tono fuerte.

—Espera a que termine de...

—No, no quiero esperar, nos vamos ya y listo. —Me interrumpió.

Señor, no lastime así a la señorita o tendré que llamarle a seguridad. —Dijo el chico mientras miraba mi cara de horror. 

—¡No! Tranquilo, ya nos vamos. —Dije mientras miraba la furioso que estaban Vincent y él.

—Tú a mi no vas a decirme que hacer, sirviente de mierda. —Dijo Vincent al soltarme y acercarse al chico. 

—No, no, amor vamos, por favor, no busques problemas... —Lo miré suplicando mientras tomaba su mano.

—Tú te callas. —Al decir esto golpeó mi rostro con su mano. 

—Lo miré y bajé mi mirada hacia el piso. —Por favor, vamos. 

—¿Cómo fue capaz de pegarle así, está loco? —Dijo el chico alterado. 

—Yo hago con ella lo que me dé la gana, tú no te metas, nos vamos. —Tomó mi mano y me sacó de allí.

Jamás pensé que Vincent podría hacer tal cosa ante tanta gente alrededor, es decir, siempre lo hacía estando solos o en nuestro grupo, pero no en un lugar público, sabía que estaba enojado, sabía que estaba celoso, pero no veía razón alguna para que actuara de la manera en la que lo hizo, anoche al llegar a casa lo único que hizo fue decir que había sido mi culpa, pero que él no debió actuar así, realmente quisiera dejarlo, pero no puedo, no es fácil hacerlo y sé que por mas que lo quiera no podría, estoy atada a él hasta que a él le dé la gana; salí de la bañera y caminé a mi habitación con sólo mi toalla puesta, me miré frente al espejo y vi la pequeña rojez que había en mi mejilla a causa del golpe y pasé mi mano sobre ella, mientras me vestía fui interrumpida a causa del timbre de mi casa, me acerqué por la ventana para asegurarme de si era el carro lujoso de Vincent y sí, mi presentimiento fue correcto. 

—¿Qué sucede? —Dije mientras veía sorprendida el gran ramo de rosas que traía en sus manos.

—Quiero disculparme por lo de anoche, sé que fallé en hacer tal cosa, lo lamento pero me dejé llevar por mis celos, pequeña. —Dijo mientras tomaba con una mano mi rostro. 

—No te preocupes. —Sonreí. —¿Vas a entrar?

—No amor, iba de camino al trabajo, pero decidí pasar a darte esto. —Miró el ramo y luego me miró de nuevo. —Te amo pequeña, prometo volver luego del trabajo. 

—Está bien. —Tomé el ramo con mis manos y besé sus labios.

Al cerrar la puerta caminé hacía la cocina y puse en la mesa el gran ramo, tomé una taza de café y me senté en una de las sillas que hay alrededor de la mesa. No podía negar el hecho de que en ciertas ocasiones Vincent me confundía con sus acciones, era alguien rudo realmente y tenía muchas chicas a su alrededor y a pesar de que diga millones de veces que sólo tiene ojos para mi, sé que en el fondo sólo soy una más, su mirada me lo dice y sé que no me equivoco en ello. 


C A R M E N.Where stories live. Discover now