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Vincent y yo éramos la mejor pareja según nuestros amigos, pero nadie se podría imaginar lo tóxicos que podríamos llegar a ser y lo mal que terminaría uno de nosotros si seguíamos juntos. 

Al pasar algunos días nuestras peleas se volvieron más constantes al irme de viaje de negocios junto a él, al volver me enteré de que mientras estábamos allí él estaba con otra chica, al decirle sobre esto él comenzó a actuar de manera extraña y me golpeó al punto en que podría haber muerto allí. Al irse de allí busqué irme lo más pronto posible, no podía ir a mi casa porque él iría allí, tampoco podría ir a casa de mis amigas porque él las conocía a todas, controlaba mi vida. 

Tomé dinero de su caja fuerte y tomé un taxi en dirección a un pueblo un poco retirado a la ciudad, necesitaba tiempo y mi propio espacio... Al llegar al bosque miré a mi alrededor y comencé a buscar unas pequeñas cabañas y al llegar a una de ellas toqué la puerta. 

—¿Si? —Dijo el chico al abrir la puerta.

—Vi un anuncio de que rentaba una habi... —Me quedé en silencio al ver que el chico que estaba parado frente a mi, era el mismo chico que atendía en el bar. —Disculpa... Yo... Tú...

—¿Te encuentras bien? —Me miró preocupado.

—Sí, creo que me equivoqué de lugar. —Lo miré confundida.

—No, de hecho sí estoy rentando una habitación, ¿quieres verla? —Sonrió.

—Claro. —Dije apenada. 

Entré y caminé detrás de él, al entrar a la habitación pude notar que era pequeña, pero muy acogedora, justo lo que necesitaba en este momento.

—¿Puedo quedarme aquí? —Lo miré ansiosa. 

—Por supuesto, sólo que... ¿Puedo preguntarte algo? —Me miró inquieto.

—¿Puedo acomodarme y luego hablamos mejor? —Sonreí.

—Oh, por supuesto, que pena... —Sonrío y hizo un gesto de despedida con su mano mientras cerraba la puerta.

Tomé mi bolso y lo acomodé sobre la cama mientras me quitaba mis prendas y me ponía algo más cómodo, reemplacé mis grandes tacones negros por unas pequeñas calcetas y mi apretado vestido por un suéter gigante, al estar cómoda decidí salir y así poder hablar con el chico del cual aún no sabía su nombre. 

—Volviste. —Dijo sirviendo café en dos tazas y entregándome una.

—Sí. —Reí, mientras tomaba la taza. —Ya me acostumbré a verte servir cosas.

—Oh sí... Sobre eso, mucho gusto, me llamo Daniel. —Estiró su mano para que la tomase. 

—Carmen, un gusto. —Sonreí. —¿Qué haces por estos lados?

—Eso pensaba preguntarte a ti, pero ya que preguntas pues... Nací en este pequeño pueblo, pero me fui a la ciudad a buscar un mejor trabajo, ya que aquí no hay ofertas buenas y aproveché que estoy de vacaciones en el bar para venir aquí. —Hizo una pausa mientras tomaba un sorbo de café. —Y tú, ¿qué te trae por aquí, me estás siguiendo? —Rió un poco.

—Por supuesto que no. —Reí junto a él. —Es sólo que... —Recordé todo lo que pasó con Vincent. — Necesitaba un poco de aire libre... —Miré al piso.

—¿Tiene que ver con lo ocurrido la otra vez en el bar? —Me miró serio.

—Oh no, yo sólo necesitaba respirar un poco de aire libre, la verdad estar en la ciudad en invierno es un poco cansado ya que no puede disfrutarse bien, ¿no? —Lo miré con una sonrisa fingida. 

—Supongo, es agotador el trajín de la ciudad, es bueno que quieras relajarte un rato. —Tomó otro sorbo de café.

—Sí, pues... Iré un rato a afuera, ¿vamos? —Me levanté del sillón.

—Claro, iré en un rato. —Sonrió.

—Está bien.

Tomé un abrigo y mi caja de cigarrillos, salí por la parte de atrás y caminé hacía un banco que había allí y encendí un cigarrillo; realmente necesitaba de esto, necesitaba respirar, necesitaba olvidar todo lo ocurrido con Vincent, no quería seguir sintiéndome usada, no quería seguir sintiéndome tan mal día a día, necesitaba aire y sé que aquí podría escapar del infierno que me tocaba vivir.

—Hey. —Mis pensamientos fueron interrumpido por la voz de Daniel.

—¿Acaso tampoco puedo fumar aquí? —Lo miré mientras expulsaba el humo de mis pulmones.

—No he dicho eso. —Rió. —Claro que puedes. —Se sentó a mi lado.

—Perfecto entonces. —Jalé de nuevo del cigarrillo y se lo puse de frente.

—No, no fumo pequeña. —Sonrió.

—No me digas pequeña... —Susurré.

—Oh, tranquila entonces te diré de otra manera, ¿te parece? —Dijo en tono burlón.

—Puedes decirme de todas las maneras posibles, menos de esa, gracias. —Dije seria. —Iré a dormir un rato, necesito descansar, el viaje ha sido un poco largo y no he podido descansar nada. —Me levanté y le di la espalda para comenzar a caminar.

—Disculpa si te molestó alguna cosa que haya dicho. —Dijo suavemente.

—Hice un gesto con mi mano y entré de nuevo a la cabaña, para caminar hacia mi habitación.

Al entrar en mi habitación lo único que pasaba por mi cabeza era Vincent y en qué estaría haciendo en estos momentos, desearía poder estar con él, me acostumbré a él, era tan maldito pero a la vez era el maldito más dulce que podía conocer, necesitaba estar con él, necesitaba poder abrazarlo, todo era casi perfecto cuando estábamos juntos, quisiera volver al inicio cuando sólo éramos él y yo, cuando no existía nadie capaz de rompernos, ni de entrometerse entre nosotros, desearía volver al momento en el que sólo era yo... Lagrimas invaden mi rostro al recordar cada palabra y cada caricia de él; él me hacía daño, lo sabía perfectamente, pero no podía dejarlo, no podía ni siquiera pensar en la idea de tener que conocer a alguien más, él me tiene, me tiene desde que tengo 15 años, soy suya, completamente suya y me estaba destruyendo perfectamente, sabía dónde darme para verme destrozada y lo estaba haciendo perfectamente, lo estaba logrando, me estaba dejando en el piso, justo como lo quería ella, estoy destrozada, sólo quiero tenerlo a mi lado, sólo quisiera que todo volviera a la normalidad y que él sea sólo mío, no soportaría el hecho de tener que dejarlo ir, no de nuevo, me duele, realmente me duele, pero necesitaba vivir con ello, necesitaba sanarme, sé que debo alejarme, sé que necesito de alguien mejor y por eso estoy aquí, porque necesito recuperarme y volver a brillar por mi propia luz. 


C A R M E N.Where stories live. Discover now