Capítulo 9

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Lauren

Una semana después…

—No estoy haciendo esto por ti. Lo estoy haciendo por ella —advierte Karla mientras me mira fijamente.

—Lo sé. Solo quiero hacer las cosas correctamente.

Aprieta la mandíbula como si estuviese intentando no mandarme directamente al infierno. No la culparía si lo hiciese. Ya me siento una completa mierda, así que cualquier cosa que tuviese que lanzarme posiblemente no puede hacerme sentir peor.

—Está actuando como si alguien hubiese muerto —comenta mientras aparta la mirada—. Está peor que cuando perdió a sus abuelos. No sé cómo ayudarla.

Estaba equivocada cuando pensé que no podía sentirme peor.

—Voy a arreglar esto. Sé que puedo.

Karla deja caer la cesta de comida en el suelo a mis pies y se gira para darme la espalda. Comienza a alejarse, pero antes de hacerlo, se detiene y deja salir un largo suspiro.

—Será mejor que lo hagas. O te arrancaré la cabeza y se la daré a ella por Navidad.

—Si no me perdona, te entregaré el cuchillo.

Eso hace que me mire sobre el hombro.

—Realmente la amas, ¿no es así?

—Sí —contesto simplemente, porque es verdad. Y juro que es lo único que va a salir de mi boca por ahora… la verdad.

—Estará aquí pronto —informa, luego se dirige a las palmeras y de vuelta al Mermaid.

Me he estado quedando en la laguna desde que Morgado me acompañó a mi avión y me echó de la isla. En cuanto mi avión aterrizó, pagué a un tipo con un bote para que me trajese de vuelta por la noche y me dejase en el lado contrario de la isla. Luego volví caminando y rodeé los altos acantilados que rodean la laguna. Camila tenía razón, nadie se atrevería a ir por ese camino a menos que supiesen a dónde iban y qué estaban buscando. No tengo mucho en materia de suministros y necesitaba ayuda para hacer las cosas correctamente.

Cuando me acerqué a Karla mientras se estaba metiendo en su auto una noche, no estaba feliz conmigo. Pero antes de que pudiese arrancarme los ojos, le conté mi plan y cómo iba a recuperar a Camila.

No fue fácil. Pensé que iba a dispararme la primera vez que me vio, pero cuando le expliqué mis planes, me ayudó a ponerlos en marcha. Sé encontró conmigo junto a las palmeras cerca del Mermaid porque no iba a hablarle de la laguna. Este es un lugar sagrado para Camila y ya le he quitado mucho. No podía quitarle también este secreto.

Tomo la cesta que Karla dejó caer y me dirijo pasando los árboles y camino el kilómetro y medio a través del bambú para llegar a la laguna. Todo está finalmente en su sitio y ahora todo lo que tengo que hacer es esperar. No pude pensar en una forma para encontrarla a solas donde estaría obligada a escucharme. Así que me he esforzado en ser paciente y esperar por ella. En mi corazón, sé que va a venir. Puedo sentir el tirón de este lugar justo como siento la forma en que mi corazón está conectado al de ella. Hoy es el día.

Estuve devastada cuando observé a Camila alejarse, y supe que no podría vivir si ella no me amaba. He hecho todo en mi poder para arreglar este desastre y con suerte cambiar las cosas. Estoy nerviosa mientras hundo los dedos de los pies en la arena blanca y espero a que aparezca. Miro hacia el pequeño campamento en el que he estado viviendo la pasada semana y pienso en lo duro que ha sido. Pero no ha sido nada comparado con el dolor de perder a Camila. Viviría aquí el resto de mi vida si así me perdonase.

Escucho el sonido de las hojas crujiendo y contengo la respiración mientras espero a verla aparecer. Cuando se adentra en la luz del sol, estoy muy enfadada conmigo misma por haber causado la tristeza en su rostro. Tiene ojeras y parece que ha perdido peso. No creo que yo esté mucho mejor, pero su luz ha desaparecido y no puedo soportar verlo.

Camina hacia el agua, pero no levanta la mirada ni me nota todavía. La arena amortigua mis pasos mientras me acerco a ella, y me duelen los brazos por estirarlos y acercarla a mí. Pero cierro los puños a mis costados para evitar alcanzarla y me aproximo.

—¿Camila? —digo suavemente, se gira tan rápido que se tropieza con sus pies.

Me estiro y la alcanzo justo antes de que se caiga, pero el impulso nos deja a ambas sin equilibrio y nos lanza al agua caliente. Salgo a la superficie con ella acurrucada en mis brazos y sacudo el agua de mirostro.

—¿Estás bien? —le pregunto, mirando su cuerpo para asegurarme de que no se hizo daño de ningún modo.

Me mira a los ojos y, por un segundo, las nubes que estuvieron ahí momentos antes desaparecen. Tiene los brazos alrededor de mi cuello y me aprieta hasta que su mente es consciente de lo que está sucediendo.

—Suéltame —exige mientras aparta los brazos y mira hacia otro lado.

—No —contesto, y vuelve a mirarme con sorpresa.

Paradise - Camren Lauren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora