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>Una Cita Con El Dentista<

~Mayictor

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Nerviosismo presente a cada rato; sudor imparable de las manos; arreglándose el pelo más de dos veces; acomodándose bien su traje y enjuagándose la boca en muchas ocasiones. Todo esto y más molestando a un chico de veinte años, cabello castaño oscuro y de ojos marrones, muy preparado y seguro el muchacho a pesar de ser tan joven, pero hoy no es el caso, el día le llevaría la contraria y por lo consiguiente no está prevenido para días así. Nunca se planeó que esta situación llegaría y que ocurriría en un lapso de corto tiempo.

Caminaba dando círculos esperando la llegada del taxi. Tenía unos quince minutos esperando, ahí parado en la entrada de su hogar. Un pitido despertó sus cuatro sentidos y dejo de caminar para ver que un coche amarillo se estacionaba frente a su casa. Llegó el tal esperado taxi pero con un poco de retraso y a decir verdad solo tenía pocos minutos para llegar a la hora exacta de su cita porque sino, alguien más ocuparía su turno, ¿qué esperabas? Que alguien se robe tu turno es de lo peor. Esperar como una hora para que te toque a ti es una eternidad debido al hecho que no haces nada más que, pues... ¡Esperar! Eso es aburrido para cualquier persona y si, la paciencia es virtud de sabios pero sabemos que los seres humanos
—mayoría— somos impacientes a más no poder.

El castaño subió al pequeño auto amarillo y sin cerrar bien la puerta, el chofer arrancó de una dando un tremendo susto a nuestro querido castaño de nombre Victor. Sin duda empezó su día con el pie izquierdo.

Victor no se iba a quedar callado, oh no, claro que le reprendería el error, gran error que hizo el taxista que pudo haber cobrado su vida. Le iba a reclamar de una manera civilizada y no grosera como lo hacen muchos hoy en día—. Señor, la próxima vez tenga un poco más de paciencia para que arranque el carro, casi se me vuela el brazo al cerrar la puerta de su automóvil. Con mucho respeto admiro su trabajo pero tome muy en serio mi opinión hacia usted
—aún seguía asustado debido a lo ocurrido. No se imaginaba una vida sin un brazo y el más importante de hecho, el brazo derecho, el que tenía predeterminado usar al momento de nacer.

El "señor" se sintió un poco ofendido no porque le han dicho que tenga más cuidado la próxima vez, siempre le decían muchos pasajeros lo mismo, sino que le han dicho viejo debido a que la palabra "señor" si está en determinado para alguien de una edad mayor y pues él, no era ni siquiera adulto sino alguien con una gran diferencia de años pero... ¿Qué hacía trabajando de chofer? Preguntas un tanto raras de contestar y un tanto difíciles de formular.

—Disculpe "niño" pero yo no soy un viejo como todos mis compañeros, esos ya hasta la tumba los espera. Yo soy un joven como usted y mas vale respetar ¿Está un poquito ciego acaso? No me ve que soy un bebito bien lindo. Estos jóvenes de hoy en día. Espera yo soy uno. Carajo —el castaño ahora en vez de estar asustado ahora está es completamente confundido, nunca le vio su rostro, y cuando está de esa manera no hay nadie que lo pare para que haga su gran interrogación, la gran pregunta del millón señores, bueno siempre las hacía todo los días que ahora no solo él se confundía, sino también hacía confundir a las personas que se las hacía y es que... vamos a ver ¿Quién en su sano juicio preguntará algo que sabes qué confundiras más a la otra persona que a ti mismo? El mismísimo Victor señores.

Iba a dar su tal interrogante pero de un momento a otro el carro frenó bruscamente haciéndolo chocar contra el asiento delantero, pegándose la nariz que por lógica quedando herido de esta.

Le empezó a sangrar de un momento a otro por lo cual inclinó su cabeza hacía adelante y se tapo con un pañito empezando a pellizcar su nariz de manera que hacía presión. Sabía mucho como tratar este problema debido a que en su niñez se pegó el tabique sufriendo por muchos meses en como solucionar esta. Aunque pasen los años, si sufre de un golpe, aún así de categoría leve, o un moqueo exagerado le ocurrira este tipo de situaciones, no graves pero si molestas y vergonzosas en cierto modo.