Prefacio - Se busca

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                                                         Actualidad.




Era la cuarta vez que su padre gritaba tras de él. Yoongi ignorándolo completamente tomó su gorra del gabinete y se cerró el cierre de la sudadera, la expresión en su rostro era molesta y en su mente había un sin fin de maldiciones para su querido padre.

–¡Te estoy hablando, Yoongi! –con desespero gritó.

La puerta de fierro con malla de red metálica fue azotada al chico salir, dejando a su padre hablando solo.

Siempre discutían padre e hijo, por cualquier estúpida cosa, por más mínima que fuera era una excusa para que los gritos se escucharan por todo el lugar exterior, a veces incluso Yoongi parecía hacerlo adrede.

Yoongi no era malo, ni alguien que le gustara buscar problemas con su padre, sólo detestaba a su progenitor. Y razones quizás tenía, pero también había un lado de Yoongi que cada vez se estaba volviendo más cruel y frío. Pero Yoongi era alguien de corazón noble, y su padre no era malo en sí, pero las cadenas del pasado le eran imperdonables para el corazón en cual Yoongi había formado coraza.

El odio que le tenía, pero también una parte de él lo quería, sentía que iba a volverse loco.

Hace cinco años la vida de Yoongi había cambiado drásticamente, sus sueños se habían ido por la borda, sus metas, lo que pensó alguna vez hacer, todo. Y no le importaba, eso podía irse al infierno, al fatídico infierno y a la mierda. Tenía claro que los sueños sólo eran para dormir, no para la vida real.

En este momento deseaba estar frente a la torre Eiffel, tal vez que un terremoto la sacudiera y que la misma aplastara su cuerpo, pero no lo estaba, estaba en el Sur de Francia, en una ciudad poco conocida y demasiado aburrida, donde el molesto viento y la tierra se dispersaban por doquier.

Caminaba hacia cualquier lado, en realidad no importaba a dónde, las casas en ese lugar estaban dispersadas a los alrededores, ninguna cerca de la otra, era lo único que le gustaba. Había postes de luz en varios lados y no lejos estaba un lago.

Pero odiaba estar en su casa.

Y así lo pasó, horas y horas afuera, hasta que el sol parecía ponerse, no quería pensar en el trabajo al cual acababa de renunciar, tampoco en los otros trabajos en los cuales había renunciado antes, no quería pensar en nada y no tenía ni humor.

Al llegar cerca del lago se recargo en las bardas de madera mirándolo, intentando relajarse un poco, pero sus emociones volvían a azotarlo con fuerza y le fue imposible no sentir las lagrimas formarse dentro de sus ojos. Era horrible. Odiaba llorar.

Con fuerza se restregó con el brazo los ojos y sorbió su nariz, ni siquiera le importaba si alguien lo veía llorar, pero ese maldito nudo...¿por qué con nada se iba?

–¿Por qué no fue él el que se murió...? –se dijo a sí mismo, pensando con odio en su padre al recordar el inocente y cálido rostro de su madre en sus memorias. Su sonrisa, aquél labial rojo fuego que le encantaba usar, con ese estilo de ropa sofisticado y humilde, con ese gran amor que siempre daba a Yoongi, y a toda persona necesitada de cariño.

Su madre era el ser humano más magnifico que Yoongi había conocido. Su mejor amiga, su vida, su confidente, su gran apoyo. Todo. Lo era simplemente todo, esa madre que cualquier persona desearía tener...

–No sabes cuánto te detesto... –mascullo, pensando en su padre y recargándose en la barda, mirando fijamente el lago, lo miraba de tal forma, que por instantes pensó cosas nocivas.

En un mal movimiento sin intención deslizó su mano articulada en la madera echa tubo dando un poco la vuelta en su palma y se clavó una astilla, se quejó del dolor al escurrir su sangre.

–¿Qué sigue?...

Pero unas pisadas lo sobresaltaron. Volteó hacia atrás, sólo se encontró con el viento que parecía deslizarse por los pastos y la tierra, todo estaba solitario, como si hubiera sido producto de su imaginación, y quizás lo era, pues está siempre estaba dando vueltas y vueltas como si de un remolino de ideas se tratara.

Pero de verdad, juraba haber escuchado algo.

Caminó a dirección recta al voltearse, aquél lugar por donde vivía parecía una aldea, mucho pasto, uno que otro árbol esparcido, casas muy separadas y postes de luz de un lado a otro. Cuando fue caminando entre el prado, vio a alguien pasar. No quiso darle importancia, cualquiera podía pasar de la nada, nada del otro mundo, pero por algún motivo, tal vez por curiosidad quiso elevar el rostro al caminar con las manos en sus bolsillos y pensativo, y sólo vio a un chico pasar. Cabello lacio y castaño, complexión delgada y más alta que la de él, lo que llamó su atención eran los rasgos de su rostro, juraría era asiático, era raro ver a un asiático por ahí, aparte de él y su padre, claro.

Aquél chico, sin saber Yoongi si lo volteó a ver por sentir su mirada o sólo por curiosidad le devolvió la mirada. Una mirada nula, pero sintió algo extraño al verlo, por más estúpido que sonará al ver al desconocido; tenía una sudadera roja a diferencia de Yoongi que la de él era negra.

Aquél chico lo ignoró después de segundos, nada especial.

Yoongi siguió caminando, restándole importancia a su alrededor.

No fue mucho lo que caminó, a decir verdad estaba aburrido y cansado en sí lo último sin saber por qué, no quería regresar a su casa, pero no había a dónde ir, todo estaba super lejos.

–Bien –rodó los ojos y se dio la vuelta, caminó nuevamente hacia aquél lado, pues se dirigía a su casa.

Mientras iba paso a paso algo extraño en uno de los postes de luz llamó su atención, era una hoja de papel pegada en él, pero hubo algo que le pareció verdaderamente extraño y era la imagen, la fotografía imprenta en ella. Se acercó lentamente y observó la imagen repetidas veces, como si no pudiera creer aquello que veía.

La fotografía era de una persona que se encontraba desaparecida y que su familia desesperada lo estaba buscando, llevaba tiempo perdido, pero lo que lo alarmó fue que era el mismo chico que acababa de ver hace tiempo atrás. Era el mismo.

–¿Kim Taehyung? –leyó el nombre del desaparecido. Decía que fue visto por última vez en una parte, que salió y que no regresó jamás.

Sintió un escalofrío, aquél chico que vio momentos atrás se veía tan indiferente, no como si estuviera perdido o como si alguien lo hubiera secuestrado, no parecía encajar con aquello.

Miró el número para contactar a la familia en caso de verlo, y cuando tocó el bolsillo de su pantalón se maldijo por no traer su teléfono en ese momento.

El extraño lugar de las rosas ~taegi/yoontae~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora