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A Jeonghan se le ha pasado el enojo lo suficiente como para hacer el amor con Seungcheol esa noche.

Esta hecho, el asunto con Yebin, y no hay nada que pueda hacer al respecto. No querría hacer nada de todos modos, no es tan egoísta como para arruinar la felicidad de Yebin solo para demostrar igualdad en su relación. Está eligiendo que batallas merecen ser peleadas y ahora se prepara para otra.

Dibuja formas en la palma de Seeungcheol mientras permanecen acurrucados, tiene un cálido cuerpo pegado al suyo desde la espalda hasta los muslos.

No es que desee arruinar el momento de paz que se ha asentado sobre ellos, pero es el mejor momento para convencer a Seungcheol y hacerle entender su razonamiento -él siempre es más comprensivo después de tener sexo.

—He estado pensando en hacer socio a Hansol.

El tranquilo respirar de Seungcheol se detiene y su cuerpo se tensa contra Jeonghan. — ¿Qué?

—Ya es prácticamente mi socio —responde en tono neutral intentando evadir la confrontación— no podría manejar la cafetería sin su ayuda.

—Y quieres darle una parte del negocio, así nada más.

—Sí. Tiene sentido.

Seungcheol se gira boca arriba. —No, no tiene sentido, Jeonghan —dice observando fijamente al techo— no puedes darle parte de tu negocio a un empleado solo porque hace bien su trabajo.

—Pero se lo merece. Ha estado ahí desde el día en que abrimos.

Seungcheol lo mira con expresión de incredulidad.

—¿Y?

Jeonghan entrecierra los ojos cuando mira a Seungcheol. —El lugar es tan suyo como mío. Él hace todo. Incluso fue quien eligió el maldito color de pintura para las paredes.

Tiene lógica para Jeonghan. Quizá no si solo se mira desde la perspectiva de negocio pero, para él, no tiene que ver con el negocio. Se trata de hacer lo correcto reconociendo la lealtad y dedicación de la persona que da todo por algo que no es suyo y no le genera ingresos extra.

—Nada de eso importa —dice Seungcheol— no compré el lugar solo para que regales la mitad. Otra cosa sería si él quisiera invertir...

—No tiene el dinero suficiente.

—Entonces no tendrá parte alguna del negocio —el tono de Seungcheol es indicativo de que se terminó el diálogo sobre el tema, como si la opinión de Jeonghan no fuese importante.

La cafetería podrá tener el nombre de Jeonghan escrito sobre la puerta pero Seungcheol mantiene el control en la palma de su mano.

—No todo tiene que ser un frío negocio.

— ¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que a veces puedes hacer excepciones. Él no puso dinero propio en la cafetería pero el lugar no sería tan exitoso sin su ayuda. Yo solo preparo los alimentos.

Es doloroso admitirlo en voz alta, pero ese es su único talento y no sirve para propósitos reales.

—Y eso es lo único que debes continuar haciendo —Seungcheol gira nuevamente, ahora están cara a cara. Acaricia el rostro de Jeonghan con una mano. Sabe que ha ganado y eso lo relaja—. Solo ocúpate de la comida y yo me ocupare de los negocios —sonríe y pasa el pulgar por el labio inferior de Jeonghan—. ¿Está bien?

Más tarde, Jeonghan sale silenciosamente de la cama. Tiene mucho en la mente y no puede dormir.

Caminando de puntillas, se pone una camiseta y unos pantalones, deja el dormitorio para dirigirse a la sala. Enciende el televisor y baja el volumen.

EPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora