Una relación a fuego lento.

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Desde que vio a Hiroto por primera vez algo en su interior le dijo que ese chico podía poner todo su mundo de cabeza con sólo abrir la boca.

Y luego del primer partido, podía corroborar que era así.

«Ustedes necesitan al Dios Goleador», se la pasaba diciendo a todo momento. ¿Para qué lo necesitaban? Para perder seguro, con su actitud arrogante de niño malcriado que era. Le daban ganas de enterrar esa cabezota de pulpo en lo más profundo de la Tierra, para dejar de oírlo aunque fuera un rato.

Sin embargo demostró ser un rival digno. Y no quería admitirlo, pero incluso estaba por encima de él en cuanto a habilidad.

Era frustrante, ni siquiera tenía que salir a enfrentar al mundo para toparse con la horma de su zapato. Si ya tenía problemas con un jugador de su propio país, ¿qué podía esperar de su lucha contra otros países? Sería devorado por el exterior si no se enfocaba en mejorar.

Además, entrenar con él era todo un dolor de trasero. Y con esos otros dos chicos, Tatsuya y el portero suplente que ni siquiera sabía cómo se llamaba, lo era mucho más. Se la pasaban protegiendo al niño mimado y regañandolos por cualquier comentario que le hicieran. La gota que derramó el vaso fue que Hiroto ni siquiera intentará perseguir el pase -que mando con más fuerza de la necesaria, tal vez- para su técnica especial.

Enojado, salió del Campo donde entrenaba, ni siquiera recordaba que le había dicho al peligris al salir, pero seguro fue algo hiriente.

Camino por ahí para bajar el enojo, casualmente se topó con Kidou, quien lo invitó a entrenar. No dudo en aceptar, correr tras él tratando de quitarle el balón siempre era relajante y funcional para mejorar.

Hasta que al de rastas se le ocurría abrir la boca para dar algún consejo no pedido.

¿Por qué estás siendo tan impaciente?

— ¿Por qué estás tan preocupado tu? — respondió de mala gana. — ¡Estamos ante el mundo! — Kidou lo miro sorprendido sin dejar de avanzar a su lado. — Quiero ganar junto a este equipo. Y sin Gouenji en el equipo, soy el único que puede hacerse cargo.

Terminó por taclear y barrer a su compañero, cegado un poco por el enojo. Él lo esquivo sin problemas a la vez que pausaba la práctica sosteniendo el balón con las manos.

Ese fue un buen movimiento, Haizaki.

— ¡Aún no! ¡Si no me vuelvo más fuerte, nunca podré vencer a Gouenji o a Hiroto!

— ¿Hiroto?

— El cabeza de algas, su fuerza está a la par de la mía. Y sigue en desarrollo. ¡Eso es realmente molesto!

— Te estás comportando como antes. se sentía mas tranquilo ahora que sabía cómo se sentía Haizaki, pero no podía evitar sentir gracia de su berrinche tan infantil. Tal vez conocer a Kira le haría bien para continuar evolucionando en su estilo.

Continuaron entrenando hasta que la puesta de sol llegó. La hora de cenar estaba realmente cerca y todavía tenían que ducharse.

Haizaki lo estaba esperando, el clásico consejo/regaño que siempre le regalaba en cuanto terminaban de entrenar.

Ahora entiendo porque estabas tan impaciente. — y ahí estaba. — Pero aún así, trata de no pelear con los demás.

— Casi pareces mi mamá.

— Podría serlo.

Trato de ignorar rotundamente esa respuesta, por el bien de su salud mental.

La verdadera Luz de Haizaki Ryouhei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora