Unos minutos antes, un muchacho suspiró antes de adentrarse por aquella ancha ventana que daba justo en la habitación de la princesa, donde se encontraba su objetivo. No había nadie, eso le facilitaba bastante las cosas, y con pasos silenciosos y escrupulosos se acercó al joyero que estaba en el brillante y recogido tocador. Lo abrió con cuidado, buscando con su mirada aquel objeto dorado que tanto buscaba.
— Aquí estás— susurró con una sonrisa, sin ser vista por el trapo que tapaba esta, mientras que en su mano derecha tomaba aquel brazalete de oro con piedras preciosas incrustadas en él—. Es hora de devolverte con tu dueña.
Volvió a cerrar la cajita mientras escondía la joya en sus ropajes, un tanto desgastados, e intentó volver a salir por la ventana, pero no se esperó que uno de los guardias lo pillara justo antes de salirse con la suya.
— ¡Hey, ¿quién eres y qué haces aquí?!— sacó su espada con rapidez, corriendo hacia el chico, quien lo maldecía en su cabeza mientras esquivaba los golpes—. ¡Vuelve, ladrón!
No tuvo de otra que salir por la puerta que seguía abierta, escapando así del guardia, pero como era de esperar, otros guardias se enteraron del aviso de su compañero, acorralando así al más joven.
— Me encantaría quedarme a charlar, pero— comentó burlón y se preparó para defenderse, sacando una pequeña daga de su manga derecha— tengo prisa~.
Los soldados se abalanzaron sobre él, pero no esperaban que el joven tuviera tanta fuerza como para zafarse de todos y así lograr escapar. Fueron tras él, pero era muy ágil y veloz, logrando huir fácilmente de ellos.
— ¡Alto, al ladrón!— gritó uno de los guardias, llamando la atención de los que estaban cerca, entre ellos, dos jóvenes criados.
No supieron con certeza qué había sido, pues de lo rápido que iba ni tiempo tuvieron de apreciar qué pasó frente a ellos. Eso sí, lo único que lograron distinguir fue una cabellera de un particular tono turquesa. Aunque el pelimorado quedó embelesado antes sus brillantes orbes de un esmeralda destellante.
Mientras en el pueblo...
La vida de los campesinos era un tanto diferente a la del castillo, por no decir que era justamente lo contrario. Nadie estaba al servicio de nadie, sino que entre ellos se ayudaban, todos los comercios estaban relacionados y todos salían ganando. Claro, si hablamos de los beneficios entre ellos, pues la mayor parte de sus cosechas y artículos iban al palacio, como un precio que debían pagar por vivir cerca de la "protección" de la reina para ellos.
Justo en una humilde panadería, una joven de largos cabellos rubios como el oro abría la ventana de madera para poder sacar el exceso de humo que se encontraba allí, pues sin querer se le había quemado el pan que intentaba hacer. No la culpéis, es nueva en el negocio familiar.
— Ay, no, se me quemó otra vez— se entristeció al ver la masa de pan totalmente ennegrecida, y al abrirlo se dio cuenta de que seguía crudo por dentro.
— No te preocupes, cielo, sólo es cuestión de práctica— en eso entraba su madre con una pequeña sonrisa, calmando a su hija—. Sólo un consejo, no lo pongas tan cerca del fuego, sino se hará mucho por fuera y por dentro no llegará el calor.
— Hum... Creo que no me apetece quemar más pan— se quejó quitándose el delantal con baja autoestima, recibiendo un cariñoso beso en su frente—. Estaré en mi cuarto, madre.
— Está bien, cariño. Lávate, pronto llegará tu padre y tienes un poco de harina aquí— le dio un toque en la nariz, causando una risita en su pequeña.
Joy subió las escaleras que estaban justo en la parte de atrás de la zona abierta al público, pues lo que era su casa estaba en un piso más arriba. Su habitación era muy simple, y por su bajo nivel económico no tenían mucho con lo que mantenerse, por lo que su cama era un montón de paja cubierta por una tela para que fuera un poco más cómodo, y al lado un cubo lleno de agua del pozo con el que se podía lavar las manos y la cara. Suspiró para luego sentarse en su cama, mirando por el hueco de la ventana, sintiendo la brisa ya no tan fría del final del invierno. Veía a los demás aldeanos comprar, intercambiar objetos o simplemente paseando, le gustaba ese ambiente tan unido en el que se encontraba.
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Vos, mi Majestad (FNAFHSMedievall) [1° Libro]
Фанфик~AU FNAFHSMedievall~ En el año 1419, el reino de FNAFHS era gobernado con mano dura por una egoísta y arrogante reina, cuya hija pronto sería coronada reina llegada la primavera. Todos los súbditos deseaban que algún milagro los salvara de aquella d...