Sin rumbo.

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Emilly

Juré que me había desmayado, pero no. Mi mente se había desconectado por instantes.
Estaba totalmente paralizada ante la escena, creo que ni siquiera había respirado en el intervalo de tiempo.
-¿Emi? -Repite mi abuela. Pero esta vez lo dice mientras sale de la cocina para asegurarse de que yo estaba ahí. Ojalá me hubiese dado tiempo a mi también para asegurar quiénes estaban en la casa. -. ¡Cariño! Pensé que era mi imaginación y la puerta en realidad no había sonado. -Finaliza mi abuela con una sonrisa. Prometo que quería devolvérsela, pero aún me encontraba en los minutos anteriores.
-¿Está todo en orden? -Pregunta esta vez con un tono preocupante en su voz. Hasta yo estaría preocupada, llevo casi 2 minutos frente a ella sin meditar ni una sola palabra mientras la miro con asombro. Por supuesto que era preocupante. O por lo menos era extraño.
-¿Yo? Es decir, ¿yo? -Digo rápidamente y casi enredando las palabras. Mi abuela emite una expresión de confusión ante mi corta y sin sentido contesta. -. Claro que sí, todo bien. Únicamente me perdí en algunas cosas que pensaba, lo siento. -Agrego y le doy una sonrisa. Sabía que no me había creído, por supuesto que no. ¿Pero qué más podía decirle? «¿Qué hay, abuela? ¿te multiplicaste? Es que acabo de verte sentada en aquel sofá.» por supuesto que no. O tal vez...
No, claro que no.
-Oh, esta bien querida -Dice mi abuela para mi sorpresa. ¿Me había creído? -. Hoy iremos al cementerio a visitar a tu bisabuela. Supongo que quisieras venir. -Agrega mi abuela mientras sonríe y se da la vuelta para regresar a la cocina. ¡¿QUÉ FUE ESO?!

4:25p.m.

Estábamos a metros de la tumba de mi bisabuela Dorothea luego de al menos 2 horas de carretera. En nuestra ciudad habían diversos cementerios y a la familia Blakker se les ocurrió enterrarla en otra. Brillantes.
Luego de aquel raro y confuso momento con mi abuela minutos breves de haber llegado del instituto, me convencí a mi misma en venir.
Nos encontrábamos caminando en busca de la tumba de mi bisabuela, la cual se encontraba algo lejana a la entrada. Mi hermano solamente se quejó 15 veces en el transcurso del camino, y eso fue bastante sorprendente. Pensamos que se quejaría como unas 500 veces al menos. Mi abuela por su parte venía dormida a mi lado, y yo, en cambio, no podía siquiera pegar un ojo repitiendo una y otra vez aquel momento horas atrás. Es que juro que desde que desperté sabía que sería un día extremadamente largo. Pero no tan... Así.
-¡Ahí está! -Exclama mi abuela mientras señala una tumba con muchas flores alrededor y alguna que otra carta pegada a ella. Al parecer soy la única que no la ha venido a visitar.
Al llegar mi abuela se arrodilló mientras acariciaba el nombre y dedicatoria que habían grabado en la lápida. Dorothea Salle Blakker, 1978. Gran madre, gran hija y gran hermana.
Justo en este punto, algo me empezó a rodar y a atormentar en la mente, algo que, en la familia, aún no estaba mencionado.
-¿Mi bisabuela no era hija única? ¿tienes tíos entonces, abuela? -Pregunté mientras le ponía una mano en el hombro a mi abuela. Ella se repone del piso para ponerse frente a mi con una cara totalmente seria y enojada. ¿Pero qué...?
-No tengo tíos, Emilly. -Responde para luego darse la vuelta y seguir arrodillada en la tumba de mi bisabuela.
¡¿AHORA QUÉ FUE LO QUE DIJE?!
-Oh, oh -Dice en susurros Damien mientras yo me limito a voltear los ojos. Puedo asegurar que no sabe lo que es quedarse callado. -. Alteraste a la viejita. -Agrega haciéndome reír. No sé cómo, pero había tocado un punto delicado, solamente que en mi ahora había más preocupación en saber qué fue lo que tanto le afectó a mi abuela que en pensar arreglar lo que había dicho. Lo cual, para mi, no había sido nada malo.

Me había resignado a sentirme bien luego de el momento extraño que había pasado instantes antes. Es que no se puede estar en paz sin pasar algún momento raro o incómodo, vaya comprobación de ello que estoy viviendo.
Me encontraba caminando por un senderos que se encontraba en el cementerio, quería alejarme un momento de las lágrimas de mi abuela y de la grave confusión que me había causado luego de lo alterada que estaba por aquello que le había dicho. Asi que me propuse a caminar dejándola desahogarse y calmándose. Sabía que estaría bien porque Damien estaba ahí con ella. Aunque esto no tenía mucho sentido debido a que una vez dejé un pez a cargo de él y él lo sacó del agua diciendo que creyó que se estaba ahogando. Asi que particularmente lo que dije de que estaría bien, está en duda.
Se que me he alejado un montón de el sitio donde ellos se encontraban, lo cual me daba algo de pavor debido a que soy muy mala recordando puntos de inicio o recorridos que recién hice. Pero vaya que el camino me ha hecho despejarme un montón.
Mi mente sintió una corriente de miedo al escuchar aullidos cercanos. Esta parte del cementerio era reconocida por el hecho de que habían rumores de que lobos habitaban esta zona. Pero no creí en eso. Simple rumor.
O eso creía yo hasta que tuve una prueba de ello.
No sé cuánto había pasado desde que me encontraba corriendo y sentía los aullidos aún más cerca. El camino que corría cada vez se me hacia cada vez más irreconocible, definitivamente ni siquiera sabía qué dirección había tomado, pero sí que estaba lejos. Bastante lejos.
Cuando ya me encontraba algo familiarizada de alguna manera con el lugar noté que los aullidos habían parado, así que traté de calmarme, me encontraba muy fuera de sí.
-¡EMILLY! -Escucho que dicen no muy lejos de mi. Por instinto volteé y comencé a buscar la voz según la dirección en la que había escuchado aquello. Di varios giros en busca de la voz, tantos que terminé mareandome y tropezando con mis propios pies en medio del giro.
Sentí que algo de metal golpeó mi rostro y me tomó varios momentos para darme cuenta que había caído de cara en una tumba. Rápidamente me levanté y empecé a limpiarme de todo el polvo que en menos de 7 segundos había tomado del piso, y a calmar nuevamente un poco mi respiración por el espanto que había sufrido.
Me propuse a seguir mi camino en busca del regreso hacia la dirección donde había dejado a mi abuela y a Damien, pero antes debía hacer algo que no podía evitar.
Miré hacia la lápida y me detuve a leer el nombre.
Fausto Maree Blakker, 1978.
Mi cara se tornó de un asombro bastante impregnado. No podía creer lo que estaba leyendo. Ese apellido, esa fecha...
-¿Buscas algo aquí? -Dice quien se encontraba a solo unos metros de mi.

¿Qué diablos estaba haciendo Flyn aquí?

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peachysuits Ojalá la vida en el liceo fuera eterna para poder reírme contigo todos los días de semana y todos los de la vida también. Te amo♥
JALCER Gracias por no dejarme caer en ningún intento en el que trato de rendirme ante las dudas que me ocasiona la creencia en mi proyecto, eres única y nadie te merece. A ti también te amo un montón, Jalcer preciosa.♥

FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora