Nath.
-¡Tienes que contarnos lo que sucedió Nath! – Sophie se lanza sobre mi para darme un cálido abrazo.
No puedo evitarlo, siento como pequeñas gotas saladas salen de mis ojos, cayendo sobre el suéter rosa pastel de mi amiga volviendo esa zona un poco oscura por el contacto con el agua. Correspondo su abrazo y escondo mi rostro en su largo cuello. Sus rubios bucles atados en una cola alta me hacen cosquillas en la nariz.
Sophie es mi mejor amiga, ella y Chris siempre han estado a mi lado, nos conocemos desde la temprana edad de cinco años, nuestros padres trabajaban en la misma empresa y, al descubrir que tenían hijas de la misma edad, decidieron presentarnos.
Christine es totalmente diferente a Sophie, tiene una tez morena trigueña y unos asombrosos ojos color jade, mientras que Soph tiene una piel de porcelana y ojos agua.
-Soph, él me rechazó. – Todas sabíamos que eso pasaría, así que se limita a asentir mientras me da ligeros golpecitos en la espalda.
La verdad, al declararme a William, no esperaba que aceptara salir conmigo. Sabía que él no me conocía, que él no sabía de mi existencia.
Aún recuerdo aquella primera vez que lo vi, con su cabello negro azabache cayendo sobre su pálida frente. Fue durante el encuentro interuniversitario del año pasado. Las chicas y los chicos siempre hemos entrenado en gimnasios y horarios diferentes. Landwest Univertity, siempre se ha posicionado en los primeros lugares, no sólo educativos, sino también en torneos deportivos. Nos conocen como Los lobos del Oeste.
El equipo femenil había perdido la final contra nuestra universidad rival por excelencia, Osos del Este. Así que sufríamos nuestra derrota, mientras que los chicos jugaban un reñido partido con el equipo varonil de esa misma universidad. Ese día, debido a un mal aterrizaje, me doblé el tobillo izquierdo y ya no pude jugar más. La entrenadora me sacó de la cancha casi al inicio del partido, por lo que me sentía imponente e inútil. Como estaba con una horrible "actitud deportiva", la entrenadora me mandó a ver el partido de los chicos para que despejara mi mente de nuestro partido y aclarara mis ideas.
El partido de ellos comenzó algo aburrido, los contrincantes perdían puntos en saques así que no pude evitar quejarme. Entonces, cuando por fin el partido se había estabilizado, fue cuando William entró a la cancha. Fue su presencia lo que llamó mi atención al inicio, no era muy fuerte y podría decir que hasta llegué a dudar de sus capacidades. Entró en posición de acomodo, así que el llevaba el control de las jugadas. Poco a poco los contrincantes se acercaron más al marcador de nuestro equipo. Pero al final del quinto set, el ritmo de los rematadores era más rápido, había menos errores y lograban pasar sobre el bloqueo. Entonces, fue cuando lo vi, él veía la cancha con la rapidez necesaria para poder tomar la decisión adecuada. Nadie lo notaba, y esa era su habilidad. El otro equipo comenzó a desanimarse dándole así la victoria a los Lobos del Oeste.
Siempre que recuerdo ese día en mi mente puedo ver su sonrisa, aquella sonrisa satinada llena de satisfacción. Aquel oscuro cabello aplacado a su sudorosa frente. Y sus azules ojos tan oscuros como el mismo mar.
Me había enamorado.
Chris entra en la habitación y me ofrece un vaso con agua fría. Lo tomo entre mis manos y le agradezco con una pequeña sonrisa. Ella se coloca su oscuro y lacio cabello detrás de los hombros y se sienta a mi lado.
-Nath, no vale la pena llorar por un chico ¿lo sabes verdad? – La miro y asiento. Lo sé, lo sé y lo he sabido todo el tiempo. Pero... no puedo evitar sentirme triste, porque, aunque no lo quiera aceptar, muy dentro de mi sí existía una pequeña, muy pequeña, esperanza.
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Fearless: Al otro lado de la red
RomanceNathalia es una estudiante de Negocios Globales que dedica su vida a leer, estudiar y practicar su deporte favorito. Un día se enamora de William, un chico que también practica voleibol y que no está interesado en tener una relación amorosa. Todo c...