Capítulo 17 Un agradable recibimiento

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La primera oleada de miedo, siempre es desesperanzador.

Dejar una vida atrás no es fácil, menos si apartas lo que más quieres y es la razón del gozo de la felicidad. Lo sabía, pero lo que no sabía era cuánto tiempo me tomaría volver, si es que lo hacía. Incluso no podré estar al lado de quien prometí instruir.

Sangel estaba apunto de entregar su identificación a un guardia, aquello que llamaba "sello del Rey" Incluso me mencionó como la prometida de Rey, y él como si me reconociera como tal, el guardia asintió sorprendido mirando mi frente, por lo que también me dejó entrar.

Lo que vi dentro, pensé que me dejaría verdaderamente ciega. ¡Todo era tan lujoso! Dorado por doquier, magníficas construcciones, estatuas gigantes y un paisaje que mostraba todo lo hermoso de la naturaleza. Un verdadero espectáculo.

Mientras el pequeño me guiaba y caminábamos, él me preguntó:

—¿Qué te parece?

—Es increíble, pensé que ya lo había visto todo, pero esto es demasiado para mi imaginación.

—Si te casas con el rey todo el reino se regirá en tu poder, no solo este lugar será tuyo, ¡también todo lo demás!

Mi rostro se quedó pensativo y respondí:

—Eso no me haría feliz, sería muy monopolista. Todo esto, todos deberían disfrutarlo. Es triste que solo se limite para los dioses. Supongo, que no es diferente a mi mundo.

—¡Excelente respuesta!—Asintió contento.

—¿Eh?—Di un gesto de sorpresa.

—A las otras prometidas, cuando yo les dije aquello. La mayoría respondió: "Eso es maravilloso" o "Es espléndido ser la esposa del Rey" —suspiró con una sonrisa.—Aunque ya todos sabemos que sólo llegaron a ser prometidas.

—¿Por qué no las hizo su esposa?—Pregunté curiosa.

—No lo sé, supongo que no eran las adecuadas. Oh tal vez...

—¿Tal vez?

—No estoy seguro, pero hay un rumor de que mi señor buscaba de sus prometidas un rasgo en particular y parece que tú lo tienes.—Giró nervioso a mi.—¡Pero! El rey Caelus la trata de manera diferente, él ni siquiera le dirigía la palabra a las anteriores prometidas.

—Si que es un sujeto frío, ¿cómo quería que ellas lo quisieran? Si ni siquiera les mostraba afecto. Lo digo, porque sé cómo se siente.

—Pero a la señorita Alba le ha mostrado su afecto muchas veces, sólo que siempre lo confunden con malas intenciones.

—¿Uhm? Te refieres...—Di una pausa.—Me salvó esa vez y también de mi familia y sobre la casa... Es verdad, ese día me dio comida...—Solté un gran suspiro.—En serio este tipo no es sincero, ¿cómo podría darme cuenta? Si para con ese rostro malhumorado y esa boca autoritaria.

—No puedo decirle más, de las cosas importantes se me está prohibido decir. Ya sabe, me quedo sin voz...

—No te preocupes Sangel, después de todo las verdades siempre se sabrán, tarde o temprano.—Miré todo el lugar.—Seguramente Caelus sabe que estoy yendo hacia él, ni siquiera será una sorpresa.

—¡Por aquí! Ya casi llegamos.—Señaló una gran estructura que pareciera ser un palacio, lo envolvía una especie de neblina alrededor, como si fueran aros delgados. Incluso el cielo se notaba cerca, que daba la sensación de poder tocarlo.

Ciertos dioses me miraban con recelo mientras caminaba, su posición de noble era muy notorio con tales vestimentas lujosas y llamativas. No era de menos que miraran así a una humana, que se acaba de infiltrar a su lugar personal.

El arrogante dios del cielo. |Finalizado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora