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AMABEL
Recuerdos. Que linda palabra, duro significado pensaría yo. Un recuerdo es un momento que tenemos en nuestra memoria. Pequeños detalles y tal vez hasta solo segundos que cambian todo.
Para mi fue y es difícil recordar la muerte de mi abuela, algo alegre fue conocer a Martín, algo doloroso es el recuerdo de mi papa y hermana y así podría seguir enumerando mis recuerdos, clasificándolos en blancos, negros o grises.
Cada quien tiene diferentes recuerdos, diferentes momentos en tu memoria y esta algunas veces nos juega una mala broma y cambia las cosas, a pesar de que cada quien vive por cosas diferentes hay recuerdos que nos transmiten alegría y felicidad, como uno de tus primeros cumpleaños.
Me pongo de pie después de estar reflexionando (como les mencione anteriormente, me la puedo pasar pensando por horas) y le ofrezco mi mano a mi mama, quien sigue en el suelo con la mirada perdida, seguramente recordando los tiempos con mi abuela. Ella no hace ni el menor intento en moverse, sigue allí, sin dejar de transportarse al pasado, una y otra vez.
El pasado nos afecta, ya sea duro o feliz; eso es lo que nos hizo como somos ahora y todos deberíamos estar orgullosos de quienes somos y hacia donde vamos, aunque no tengamos muy claro eso último. Nunca nadie va a tener la vida perfecta, nadie la tuvo; pero podemos opacar los malos momentos con los buenos, no insinuó que el pasado vaya a desaparecer o a modificar el, porque eso seria imposible, pero podemos enfocarnos en el presente y pensar en el futuro.
Que pensadora me saliste Callaré Petra, estoy teniendo mi momento.
Dispuesta a seguir mi propio consejo, me dirijo al baño para darme una ducha y vestirme mas apropiadamente que mi musculosa negra y shorts de piyama (lo que yo considero ropa casual). Me tardo mas de media hora bajo esa lluvia artificial y me visto con un jean, una blusa negra con mangas de encaje y unos tenis negros. Bajo nuevamente a la cocina donde mi mamá esta sirviéndose un vaso con agua.
- Ma,¿qué te parece si hoy vamos a una cafetería cercana y nos tomamos un chocolate caliente y una dona?- ella suspira, mira el suelo para después contestarme.
- No gracias peque, no tengo muchas ganas de salir hoy - dice suspirando - si quieres puedes pedir una pizza, no tengo nada preparado para la comida.
Con eso, se va de la cocina dejándome sola. Pienso en ella y se me ocurre una grandiosa idea, lo único malo es que tendría un precio pero es la mejor solución que se me ocurre.
Tomo mi celular y rápidamente marco su número.
- ¿Hola?
- ¿Hola, David?
- Sí, ¿quién eres?
- Soy Amabel, ¿podrías venir?
- ¿Por?
- Necesito salir, es urgente y como estoy castigada necesito que me acompañes, ¿puedes?
- Sí, pero necesito que me devuelvas el favor.
- Si claro, cuando me recojas me explicas. Ahora ven.
Colgué y fui por mi bolso y le avisé a mi mamá que iba a salir y le dije que David iba a venir por mi, ella solo asintió levemente la cabeza y minutos después se escucho el claxon del rubio.
- Adiós ma, no tardo.
Salgo y entro en el coche sin saludar al conductor.
- Las personas normales dirían hola. - me pica David
- Lastima que no lo soy, ahora arranca, vamos a hacer las compras.
* * *
Llegando agarramos un carrito y me pongo a pensar en los ingredientes que tiene el platillo favorito de mi mamá, los chilaquiles.
Mi abuela era 100% mexicana, por lo tanto amaba el chile y la comida, también era la mejor cocinando. Mamá y yo acabamos sus platillos, eran deliciosos. Afortunadamente ella me había pasado algunas de sus recetas antes de... morir, entre ellas la de los chilaquiles.
- Ahora, ¿me vas a decir porque tanta prisa y misterio? - demonios, me había olvidado por completo de su presencia. Lo ignoro fácilmente y voy de pasillo en pasillo buscando los ingredientes y algunas otras cosas como cereales y leche. David solo intenta seguirme el paso y dejó de hacer preguntas hace rato, comprendiendo que no le iba a contestar.
Pague todo y cuando subimos nuevamente al coche me decidí a contestar algunas de sus preguntas.
¿Esquivando la verdad?
Siempre Petra, cualquiera puede ser el enemigo.
Siempre desconfiar
- Gracias por venir por mi y llevarme, ya no teníamos comida para hoy. - le digo encogiendo de hombros.
- Ajá, pero sabes que ahora me debes una así que necesito que me acompañes el viernes a un lugar.
- Depende, ¿a dónde?
- A una fiesta, no te preocupes, es más como una reunión de amigos pero no puedo ir solo por el castigo - dijo y resopló, nada contento con la idea de que tengo que acompañarle a algo exclusivamente suyo.
- Pues ya que, pero no te voy a andar cargando borracho y tampoco tengo licencia solo permiso así que tu vas a tener que manejar también de regreso. ¡Ah! No puedo llegar muy tarde.
- ¿Algo más patrona?- pregunta un David divertido
- No plebeyo, gracias
El resto del camino fue silencioso a excepción de la música que estaban pasando por la radio y yo cantando en voz baja una que otra parte de la canción. Llegando a la casa me salgo dándole las gracias y cuando estaba por irse, cometí el error de preguntarle:
- No te gustaría quedarte a comer, aunque me ayudarías a prepara.
- Estaba esperando que lo preguntarás, mamá tuvo que ir a un lugar por trabajo así que estoy solo.
- Bien, entra.
Entramos a la cocina charlando sobre cosas de poca importancia y acomodamos todo para empezar.
- Bienvenidos a Máster Chef - empieza a decir mi ayudante con una cuchara como micrófono - hoy nos acompañará Amabel. Dimos, qué vamos a preparar?
- Hoy haremos chilaquiles - respondo riendo levemente por su actitud y lavándome las manos - ahora deja eso, tienes que lavarte las manos para empezar.
El dejó la cuchara y se lavo las manos salpicando agua por el suelo. Algo me dice que esto será divertido.
Y peligroso, el parece de los que queman hasta el agua.
