Ella era mi princesa.
Mi reina.
Mi tesoro.
Lo que más amo en mi inmortal vida.
Por ella estaba dispuesto a hacer cosas que antes no habría hecho.
Y por eso no pienso dejar que un Mukami me la quite.
Ni siquiera si ese Mukami resulta ser su padre.
Ayato despertó poco a poco y busco a su novio, Mukami Ruki con la mirada.
—¿A donde te fuiste come libros?—se preguntó Ayato llamando a su pareja con el apodo que cariñosa mente le había dado.
Busco a su novio con la mirada y espero a que regresará pero cuando pasaron los minutos se cansó de esperar.
—Ruki.—dijo ya molesto Ayato mientras se paraba de la cama.
El menor de los trillizos se había quedado a dormir en la mansión del mayor para poder estar un rato juntos.
Después de haber tenido relaciones, Ruki le había pasado una camiseta holgada de color negro para que se pusiera.
Ayato se empezó a vestir con su ropa pero al quitarse la camisa decidió guardarse la para él mismo.
Se colocó el uniforme de la Academia y dobló la camiseta que Ruki le había prestado pero aún así quedo mal hecha.
"Es mejor que nada pero mejor la dejo en mi cuarto." Se dijo Ayato para después teletransportarse a su habitación y dejar la camiseta dentro de la Dama de Hierro.
Después regresó a la mansión de su novio.
Ayato camino por los pasillos de la mansión Mukami en silencio.
Desde que sus hermanos se habían hecho novios de los Mukamis era algo común que algún miembro de la familia fuera a la mansión de la otra.
"Quien diría que Shu se convertiría en el novio de Yuma,Reiji el de Carla,Raito el novio de Kou,Kanato de Azusa y Subaru de Shin." Pensó Ayato mientras caminaba.
—¡Ya cálmate!—se escucho una voz que Ayato supo reconocer.
Era Kou.
El menor de los trillizos se acerco a la habitación del tercer hijo del Clan Mukami y vio una escena muy graciosa.
Kou estaba encima de Yuma al estilo caballito y el más alto trataba de que lo soltará.
—Ya suéltame.—le dijo Yuma mientras miraba a Kou.
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—No, quiero que me lleves.—le respondió Kou mientras se sujetaba con fuerza.
—¿Qué les paso?—le preguntó Ayato a ambos mientras se acercaba.
—No me quiere llevar.—dijo Kou a modo de queja mientras que Yuma lograba hacer que lo dejara en paz.
—¡Por que pesas mucho!—le reclamo Yuma para después irse de ahí.
—¡Claro que no!—se quejo Kou mientras empezaba a perseguir a Yuma.
