Primera parte

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En la sociedad de almas, se podía ver a un albino revisando unos documentos en su despacho.
Pasados unos minutos, una vena se hizo presente en su frente al recordar porque estaba haciendo eso solo.

—Maldita Matsumoto— dijo en voz alta nombrando a su teniente.

(Flashback)

Rangiku se dirigía en busca de su capitán para decirle algo que quizá no le gustara tanto.

Lo encontró de camino al 1° escuadrón y empezó a correr antes de que se adentrara en este.

—¡Taicho!— gritaba para que el peliblanco le hiciera caso, cosa que logró, ya que este se giró con una cara de pocos amigos.

—Matsumoto ¿qué quieres?— preguntó con paciencia ante los insistentes gritos de la chica.

—Verá, taicho, es que no voy a poder estar aquí y quería decirle que no voy a poder revisar los documentos con usted— dijo directamente ante la mirada del capitán.

—¿¡Cómo!? Y se puede saber ¿por qué? — interrogó sin paciencia hacia su teniente, que otra vez se estaba escaqueando de sus obligaciones.

—Es que me ha salido algo para hacer en el mundo de los vivos, y no puedo decir que no— sonrió ante la cara de enfado del más bajo delante de ella. —Pero antes de que se enfade, le enviaré a alguien para que le ayude con esos documentos— intentó animar al albino con esa nueva información.

Antes de que el contrario pudiera contestar, la chica de grandes atributos desapareció en un shunpo, dejando con la palabra en la boca a Hitsugaya, que lo único que quería hacer era matar a su teniente.

(Fin del flashback)

Y ahí se encontraba, pasando de documento a documento a la espera de que esa persona que se supone iba a enviar Rangiku apareciera.

No fue hasta pasada media hora, que se escucharon unos toques en la puerta, pidiendo permiso para entrar.

—Adelante— respondió Hitsugaya a la persona que se hayaba del otro lado de la puerta.

De la puerta asomó una melena naranja inconfundible para Toshiro.

—Oh, así que eras tu, Toshiro, debí imaginarmelo cuando fue Rangiku-san la que me obligó a venir— dijo Kurosaki terminando de entrar en la habitación, cerrando la puerta a su espalda.

—¿Tú eres la persona que Matsumoto iba a mandar a ayudarme?— preguntó incrédulo ante la presencia del pelinaranja en el despacho de su escuadrón.

—Bueno, mandar, mandar, más bien me obligó a venir. Digamos que no le volveré a hacer caso cuando me diga "tengo que encargarte algo". Ese "encargo" en realidad es obligarme a venir con el pretexto "ve a la siguiente dirección y haz lo que te digan"— explicó lo sucedido al capitán que seguía sentado en su escritorio, que se le empezaron a marcar venas en la frente.

—Esa Matsumoto, cuando vuelva no se escapará de su castigo— dijo en voz alta provocando que de la nuca de Ichigo calera una gota de agua.

—Pues creo que vas a tener tiempo para pensarlo— interrumpió los pensamientos del albino, ganando toda su atención —También me dijo que dijera que iba a estar una semana en el mundo de los vivos— informó con miedo a la reacción del chico enfrente suya.

Apretando los dientes, Hitsugaya soltó un grito que llevaba el nombre de "Matsumoto" que se pudo escuchar hasta en el Rukongai, haciendo espantar a los pájaros que estaban alrededor del cuartel.

—Creo... Que esta va a ser un semana interesante— dijo Kurosaki con un poco de miedo tras el grito del capitán del 10° escuadrón.

—Disculpame, Kurosaki, tú no tienes la culpa de la baguería de mi teniente— soltó un suspiro mientras se ponía en pie y sacaba algo de uno de sus cajones. —Supongo que tu ocuparas el puesto de teniente mientras ella no está. Por favor, déjame tu brazo izquierdo— volvió a decir en un suspiro dirigiéndose al mayor de altura que se encontraba en frente de él.

Teniente del 10° escuadrón (Cedida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora