Desperté encerrado, es un lugar frío, oscuro, tan estrecho que no soy capaz ni de moverme.
Hay alguien cerca, ¡quizá le pueda pedir ayuda!
-"Pa... pa-papi."- su voz era llorosa, casi que destrozada.
¡Mi hija!, ¡Era la voz de mi hija!, ¡ella!, ¡ella me sacará de aquí!
-"Papi, l- lamento ha- ber ayudado a ma-ma... a mami a envenenarte."
Y el ataúd bajó.