Suaves besos recorrían la inocente blanquecina piel del joven príncipe que contrastaba con los suspiros del muchacho y su cálida temperatura, besos extraños dados por él, por quien prefería la rudeza, fuerza y morbosidad, por quien amaba lo oscuro y decadente, por quien amaba todas las cualidades opuestas que la persona entre sus brazos estaba lejos de poseer.
El joven de cabello azúl era luz, era dulzura, torpeza, inocencia, era simplemente hermoso, brillante a sus ojos, era todo lo que Murdoc desde algún día lejano había decidido odiar, sin embargo en este momento, él no estaba odiando ninguna de sus perfectas características, muy por el contrario.
Tanta pureza pasando por sus manos era abrumadoramente hermoso, se sentía tan bien como sus manos callosas contrastaban con la suavidad de su cuerpo desnudo, todo lo que le faltaba y en el fondo añoraba, lo poseía Stuart, brindándole todo para llevar consigo un poco de luz, su príncipe, su angelical cantante de melodías llenadas de suspiros y jadeos que Murdoc podría escuchar el resto de sus días.
¿Como es qué había estado tan cegado? ¿Como es que no había visto el tesoro frente a sus ojos? ¿Por qué se había dejado influenciar de tal manera? ¿Por qué pensaba haber llegado a odiar a Stuart en un comienzo?.
¿Como podría odiar a su príncipe? Él era simplemente lo que estuvo buscando sin saberlo.
Murdoc había sido tan idiota, sus prejuicios lo habían privado de esta completa sensación, de este loco amor.
Ya no iba a negarlo, se había enamorado, se había enamorado de la persona indicada para él e incorrecta para todos los demás, pero ellos podían pudrirse por ahora.
En este momento, no importaba que ambos fueran hombres, no había un futuro rey, ni guardián de la realeza, sólo eran dos personas dejándose amar por impulsos torpes.
— Eres hermoso –susurró contradiciendo su ética. cuando sus besos casi tiernos volvieron a viajar hacia el rostro del príncipe. Las formalidades se le habían olvidado, estaba encandilado por aquel momento, por su fragancia– Stu-Alteza.
— Murdoc –sintió unas delgadas manos sostener sus mejillas y sus ojos fueron obligados a conectarse con las orbes oscuras y brillantes delante de él.
Ojos que veían todo con impaciencia nerviosa.
Algo parecido a la vacilación se vió en ellos ¿Se estaba arrepintiendo ? Se preguntó Murdoc con un temor que no había tenido en mucho tiempo.
Quiso decir algo, quitar sus dudas. Convencerlo pero tanto era el temor de perder aquel momento que sus palabras simplemente no salieron y su paciencia no tuvo otra oportunidad más que la de extenderse.
“No te alejes” quiso decirle.
— Murdoc Niccals –pronuncio dulcemente calmando los miedos de su guardián, como si hubiera escuchado los ruegos de Murdoc, quizás lo había hecho– q-quiero que lo que le daré sea la prioridad de su protección, le pido que cuide esto con su vida, por favor y-y que nadie más se e-entere de que usted es el poseedor de... esto.
— ¿Qué cosa? –preguntó como pudo.
— Estoy dejando mi corazón en sus manos –respondió por fin aquella voz nerviosa pero a la vez decidida, la respiración de Murdoc se había detenido con aquella frase, y su corazón se había disparado hasta el cielo y quizás un poco más allá, no había estado preparado– no me lo devuelva por favor, no deje de ser mi guardián.
Y no pudo más sus labios buscaron con anhelo los contrarios, una sonrisa quiso escaparse y lo hizo, al sentir las caricias más atrevidas de los labios del más joven sobre los suyos, quiso llorar porque como nunca antes se sintió amado por completo, porque aquellos besos más audaces no dejaban el cariño de lado, no dejaban de ser dulces, sino todo lo contrario, nunca se había sentido tan querido, tan amado y no pudo evitarlo una lágrima bajó por su mejilla seguida de otras más.
Estaba donde debía estar, por fin había encontrado hogar.
— ¿Qué sucede? –preguntó el joven de cabellos azules preocupado al ver por primera vez la humedad en las mejillas contrarias, volvió a acunar su rostro con cariño y las lágrimas salieron con más fuerza.
¿Como es que un momento podía ser tan perfecto?.
— ¿Murdoc?... ¿S-se arre-piente?.
— ¡No! –se apresuró a contestar al escuchar la voz del príncipe quebrarse– no, no, no, alteza, Stuart –pronunció conciente de lo informal, estremeciendo al príncipe por la forma en la que nunca antes había escuchado su propio nombre, nunca lo llamaban de esa manera y nunca lo habían llamado con tanto anhelo– no es eso cariño.
Cariño... ¿Había escuchado bien? ¿Esto realmente estaba sucediendo? ¿La persona a la que tanto amó en secreto le había llamado cariño? ¿Estaba él en los brazos de su amado? ¿No era este un vil sueño creado por su indecorosa mente?.
— ¿Enton-ces? –se obligó a hablar el joven príncipe aún oyendo en ecos armoniosos aquella palabra tan hermosa.
— Mi amor –susurró como pudo sin despegar la mirada del reflejo soñador en los ojos contrarios– mi razón –unio ambas frentes y nuevamente el aliento del príncipe se vió contenido y sus latidos se volvieron un acelerado tamborilero incontrolable ¿Un sueño? No, esto era lo más real que su piel y alma hayan sentido de lo que lleva pisando esta tierra– mi vida –volvió a susurrar Murdoc, cerrando sus ojos con ciega devoción– todo es tuyo –admitió entre líneas causando la alegría infinita de quien ahora lo abrazaba con fuerza– desde el principio hasta el final de mis días, Stuart.
Y sin más palabras ambos habían firmado un acuerdo con sus labios, un acuerdo sin testigos más que ellos mismos y las sábanas desordenadas bajo sus cuerpos.
Las estrellas parecían brillar aún más, las flores azules del florero eran más azules que nunca y ese amor escondido entre gruesas paredes era más de lo que cualquiera pudiera imaginar, ni los reyes, ni los nobles podrían llegar a conocer aquella hermosa sensación, mucho menos el padre de Murdoc, nadie podría imaginar que el protector del príncipe, que la persona infiltrada en el castillo, que el helado corazón del traidor podría llegar a derretirse con la luz del próximo rey, Stuart. Nadie iba imaginar, ni menos el propio Murdoc que la persona a la cual había sido entrenado para matar hubiera robado su corazón sin siquiera poder defenderse de ello, él había perdido sin siquiera comenzar a pelear y no le importaba, ya nada más importaba, sólo aquél dulce corazón dejado en sus manos.
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Es ilegal hacer fluff 2doc, lo sé, he cometido un delito, arrestadme porque no me arrepiento de dejar a estos amantes ser por completo en un preciso encantamiento.
Ahhh
Skshshjshwjshshwjsjdbsvsjsvahashhsahahajssushwjsje (existe la palabra arrestadme xd? Yo solo quería ser romántica con aires medievales sbssjbs)
Hiiii
Hace años no hacía un oneshot (literal) y creo por mucho que este fue el mejor que he hecho, apesar de ser mucho más corto quedé feliz con el resultado c: (y lo escribí muy rápido, me sorprendí de mí misma)
(Al principio esto iba a ir para otra historia pero fue demasiado cute y no pude resistirme a llevarlo al beio au que se encontraba en mis borradores.)
Hay muchas más cosas de esta historia que tengo escritas pero, no creo que vaya a subirlas hasta que me tome el tiempo en editar y terminar de escribir cosas muy importantes de la historia, no pienso que llegue a ser un fic extenso, si es que algún día lo llego a hacer. Sería como este capítulo, corto pero lleno de sentimientoh ajsbsj así que si a alguien le gustó me gustaría saber ^^ aquello me animaría a retomar este proyecto que había dejado de lado.
Espero que les haya gustado
Muchas graciaaaas por leer
Cuídenseh
Byeee❤️
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Hombre caído👑
FanfictionOneshot Studoc Royal au Advertencia de fluff extremo! (Jamás había hecho algo tan empalagoso así que están advertidos sjshsjsbsjshs)