-Parece que después de 2 años, desde la última vez que te vi haz cambiado mucho y, que yo recuerde casi no vestías de esa manera... muy extraña a mi parecer; Aunque me alegro de verte-.
Mi cuerpo no quería moverse pero mi cabeza y mi corazón estaban como locos tratando de adivinar quién era la persona que estaba hablándome con tanta familiaridad y parecía conocerme de toda la vida, como si conociera mis más grandes secretos, pero, ¿DOS AÑOS? yo no había dejado de ver a alguien dos años después. Nadie se había ido de la aldea hace dos años, la aldea había prosperado demasiado a lo largo de estos 10 años como para que alguien quisiera irse (además de mi). Los únicos que se iban regularmente eran los viajeros, que solo se quedaban en la aldea por unos días y después retomaban su viaje. Nadie que fuera tan cercano a mi o que quisiera parecer tan cercano se había ido hace DOS AÑOS.
No debería bajar la guardia de todos modos, podría ser alguno de esos youkai lectores de mente y trataba de entrar a mi mente y tuviera confianza en el para después atacarme en mi punto más vulnerable. Sostuve la roca con demasiada fuerza con mis manos por si tenía que usarla, no se resbalara por el sudor de mis manos.
-Me sorprendió verte en medio de este campo lejos de la aldea, es raro verte lejos de la anciana Kaede y de Kagome-san; por cierto ¿Cómo se encuentra mi hermana? Hace mucho tiempo que no la veo y después de terminar con mi entrenamiento en las montañas con el anciano Totosai me pareció buena idea venir a verla y visitar también a mis lindas sobrinas-.
Oh por Dios.
¡OH POR DIOS!
-¿Kohaku?-.
-¿Qué? Pensé que me habías reconocido desde la primera vez que te hablé, no pensé que tardarías demasiado en darte cuenta...-.
Volteé mi cabeza lo más rápido posible para comprobar si realmente era él. Y ahí estaba. Parado detrás de mi con una gran sonrisa en el rostro, con esa postura firme y alta, aquella típica postura que hacia Inuyasha-san frente de cualquier enemigo para demostrar su valentía y para tratar de intimidarlos a la vez.
Las nubes empezaron a dispersarse sobre el cielo y los pocos rayos del sol que quedaban ayudaron a iluminar su rostro mostrando sus facciones, las que habían cambiado desde la última vez que nos vimos.
-Kohaku- dije suspirando.
-Hola- respondió alegremente- oohhh... baja la roca, no voy a atacarte ni nada- miro mis manos y al mismo tiempo levanto las dos manos en señal de rendición.
-¡Ah! Lo siento mucho, yo... no era mi intension- Creo que era obvio que esa era mi intencion.
- Lo entiendo, después de los que casi acaba de pasar lo entiendo. No has cambiado en absoluto- dijo y una sonrisa más amable se formó en su rostro. Solté la roca entre mis manos cayendo a le suelo produciendo un pequeño eco al golpe.
En ese momento no sabía cómo sentirme ¿nerviosa? ¿Asustada? ¿Aliviada? ¿Feliz? Bueno, solamente estaba segura de que debía de sentirme feliz por ya no encontrarme rodeada de aquellos hombres, pero seguía confundida respecto a cómo sentirme con el regreso de Kohaku y su repentina aparición en esta particular situación.
Tenía que agradecerle por lo que había hecho.Definitivamente.No me perdonaría a mí misma de no hacerlo después de que me había ayudado a no tener un final como el que tenían planeado esos hombres o como el que yo había considerado como mi única salida. Creo que no debería decirle eso. Y creo que tampoco debería mencionar que en algún momento mientras él estaba ayudándome yo no considere la idea de que fuera él, si no otra persona. No, tampoco debería hacerlo. Definitivamente no.