II

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Cuando Jung Hoseok se dió cuenta que debía casarse por obligación, se prometió darse la oportunidad de aceptar a su prometida y si era posible llegar a enamorarse, pero el problema fue cuando conoció a Chae Ri, desde ese día él supo que aquel matrimonio no traería consigo nada bueno. A él no le gustaba juzgar a los demás sin conocerlos, pero cuando supo que Chae Ri era de clase media entendió el porqué de su manera de actuar y comportarse, pues alguien como ella nunca recibió una educación de modales adecuada y gracias a eso siempre tenían problemas, un ejemplo muy claro fue la escena ocurrida esa misma mañana, su esposa no tenía modales y ante los ojos de la nobleza era una corriente como los demás pueblerinos.

La cabeza del Rey daba miles de vueltas, desde que empezó a vivir con su esposa todo iba de mal en peor, ya no existía aquella paz en el Palacio, muchas veces para él vivir en aquel lugar era realmente tóxico y agotador, era el mismo infierno; no supo en qué momento salió del Palacio y empezó a caminar hasta llegar al viñedo que poseían, el terreno era amplio, en hileras habían cientos de plantas sembradas por todo el lugar, se veía realmente hermoso con aquel verde claro adornando sus tierras, las uvas que habían ahí se veían hermosas guindando en ramitos pequeños por todo el terreno, Hoseok con tentación ante su maravilloso aspecto tomó una y la comió disfrutando del delicioso sabor dulce, estaba por tomar otra uva cuando escuchó algunas voces cerca, posiblemente eran los agricultores que estaban cuidando del viñedo y él la verdad no tenía ganas de ver a la servidumbre, quería estar solo, por lo que decidido se dio la vuelta dispuesto a retirarse de ahí, pero la conversación que mantenían llamó su atención.

—Si lo que dicen en el pueblo es cierto, seríamos demasiado afortunados de tenerlo aquí—,  mencionaba uno de los trabajadores —. Tendríamos las mejores cosechas.

—Sería un alivio si alguien como él viniera a trabajar con nosotros, las cosechas se están perdiendo debido a los pocos agricultores que habemos en el Palacio—, aquello tomó por sorpresa a Hoseok, él pensaba que todo iba bien en el Palacio, ¿Tan descuidado se había vuelto?

—Jeon Jeongguk, el mejor agricultor del pueblo, dicen que sus manos están benditas, todo lo que cultiva crece en abundancia—, ambos hombres se encontraban recolectando uvas mientras hablaban con admiración—. Me sorprende que aún el Rey no lo haya llamado a trabajar para él.

Ante aquellas palabras frunció el ceño, pues él no había escuchado nada a acerca de aquél hombre, decidido se levantó y fue en busca de Seokjin, quién ya debería de haber vuelto del pueblo. Caminó con rapidez por las cosechas y al llegar al Palacio miró a su sirviente real y le llamó.

—Llama a Seokjin y dile que venga de inmediato a mi despacho —dijo en tono autoritario y sin más se retiró.

Al cabo de unos minutos escuchó unos golpecitos en la puerta para seguidamente ver a su mano derecha entrar, haciendo una reverencia ante él, sonrió al mirar al joven frente a él y suspiró.

—Seokjin ya te he dicho que cuando estemos solos tú y yo no debes de ser tan formal conmigo —, dijo invitando al mayor a sentarse frente a él.

—Antes que mi amigo eres mi Rey y debo de ser respetuoso siempre—, mencionó tomando asiento y mirándole con curiosidad—. ¿Necesita algo de mi, su Majestad?

—Te llamé porque necesito que busques a alguien en el pueblo—, miró con seriedad a Seokjin, quien se extrañó ante dicha petición—, Su nombre es Jeon Jeongguk, quiero que lo traigas a trabajar para mí.

—Mi Rey, entiendo que esté buscando nuevos trabajadores, pero ¿Qué tiene de especial éste?—, preguntó con curiosidad mirando atentamente al Rey.

—He escuchado cosas muy buenas de él así que debe de trabajar en el Palacio, no aceptaré un no por respuesta, así que lo quiero mañana mismo aquí—, su tono era demandante, se levantó y guió a Seokjin a la salida—. Así que ve a buscarlo y darle la noticia.

Cerezo Prohibido [HopeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora