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Nuestro estado estaba en quietud, aunque, realmente yo no sabía qué hacer o qué decir. No sabía cómo sentirme en éste momento.

No lo negaría, me costaba creer que ahora me encontraba en ésta situación, me refiero... Todo iba bien, después de varios intentos pude sentirme relajada, ahora, todo para mi se había arruinado.

-Dua, ¿cómo has estado? -Dijo Sinu, mi suegra.

Ella era realmente una señora amable, carismática, aunque claro, a veces su carácter cambiaba y podía llegar a ser una hija de puta, con todo respeto.

-Estaba bien, Sinu... -sólo murmuré. Estaba perpleja, realmente lo estaba.

-Lo sé, Dua. No es nada fácil lidiar con ésto. -fue lo que dijo.

-Sinu, yo no sabía... No sabía que ella vendría... Pero tú sí, ¿por qué no me dijiste sino, hasta ahora?, me frustra eso. -hablé después de varios segundos

-Habíamos hablado con ella... -murmuró la mujer. -...En su trabajo le habían dado un mes libre, eso fue lo que nos dijo. Tampoco te dijimos que vendría porque ella no quería que lo hiciéramos, dijo que sería una sorpresa, que te daría una sorpresa.

Dirigí mis manos a aquella taza, para luego sujetarla y dirigirla a mi boca. Abrí mis labios levemente y tomé de aquel líquido de un color amarillento. Era dulce, aún así, tenía su toque amargo.

-Teníamos... -realmente me costaba pronunciar palabras.
Era difícil para mí aferrarme a la realidad, y, sinceramente, no quería aferrarme a ésta realidad. -Teníamos mucho sin hablar, sin llamarnos, e incluso sin mandarnos mensajes... Me parecía extraño, yo siempre me comunicaba con ella, pero, dejé de recibir respuestas de su parte... De un momento a otro dejó de responder. No lo negaré, llegué a pensar que ella tenía a alguien más.

-Para nada, Dua, sólo quería darte una sorpresa.

-Entonces, ¿por qué me ignoraba?. -observé sus ojos.

-Parte de la sorpresa, supongo. -sólo dijo.

-¿Los doctores no han dicho nada más?, aparte de lo que ya han dicho...¿Alguna buena noticia? -cambié aquel tema que sólo hacía que tuviera más dudas.

Me afectaba pensar que ella, quizá, me fue infiel.
Me dolía pensar que ella había dejado de amarme... No, realmente, sí había dejado de amarme, ella ni siquiera me recordaba.

-Ella está viva, Dua. Esa es la buena noticia. -la interrumpí.

-Ella no nos recuerda, Sinu. -nuevamente tomé de aquel té, con la esperanza de que me tranquilizaría. Todo era en vano.

Sinu sabía que ya no habían opciones, que todo era un desastre.
Lo supe al saber que no respondería a mis últimas palabras.

-Necesito salir, iré a distraerme un momento. -dije luego de unos minutos de silencio.

-Dua, ¿estarás bien?, puedo acompañarte sí deseas. -negué alzando la comisura de mis labios. -entonces ven en la noche, cena conmigo y Alejandro.

-Lo tendré en cuenta. -fueron mis palabras antes de dejar la taza de té en la mesa y levantarme del sofá.
Busqué mi abrigo y rápidamente me lo coloqué. Ahora me dirigía a la salida de la casa.

-Sabes que puedes contar conmigo, Dua. -la escuché decir.

-Te lo agradezco, Sinu. -dije y salí de su vivienda.

Realmente aún no había aceptado ésto, cómo mencioné anteriormente... Además ayer había recibido la noticia, muy poco tiempo cómo para superar ésto, y siendo sincera, no me veía superandolo.

Sólo recordé cuándo ambas estábamos en el aeropuerto, recordaba aquello cómo sí hubiera sucedido ayer.

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-Joder, realmente estoy nerviosa, muy nerviosa... -Miré su rostro sonrojado. Sonreí, acerqué mi rostro al suyo y dejé un corto beso en su mejilla.

-Camila, no te preocupes, todo saldrá cómo lo pensamos. -intenté tranquilizarla.

-¿Y sí no soy lo que ellos quieren?, quizá no soy lo suficientemente buena en ésto. -me veía con un rostro de preocupación.

-No te subestimes, mi vida... Eres una fotógrafa excelente, sinceramente, eres muy talentosa. -confesé. -Además, llevabas varios años esperando ésta oportunidad, no puedes echarte para atrás a éstas alturas. Todo tu esfuerzo no puede ser en vano.

Ella sólo rodeó sus brazos en mi cintura y besó mi cuello, al instante sentí un escalofrío recorrer mi piel.

-Dua, mi amor. No sé qué haré sin ti cuándo esté allá. -murmuró para luego suspirar. Sentí su aliento caliente en mi cuello.
Ahora yo la envolvía con mis brazos.

-Podrás, Camila, podrás con todo, siempre has logrado lo que te propones... Yo sólo soy un adorno en tu vida. -reí levemente al decir la última frase.

-¿Sabías qué, tu última frase no tuvo coherencia?. -me observó. Sólo me alcé de hombros sin pronunciar palabras.

Minutos después escuchamos cómo su avión estaba a punto de irse.

Sí, yo quería que ella fuera, pues era lo que ella quería, era lo que más quería en éste momento, y yo, yo quería su felicidad.
Pero no quería que se fuera, por otra parte no quería que se fuera porque no quería que se alejara de mi lado.

Siempre me mantuve fuerte para ella en éste momento.

-Dua, mi amor. -sólo dijo.

-Camila, siempre nos llamaremos y hablaremos por mensajes, ¿bien?. -asintió ella.

-Y tú, Dua, no quiero que alguien más te bese, te toque, o te tenga, ¿bien?. -fue mi turno de asentir.

-Aquello no pasará, ¿sabes por qué?. -elevé una de mis cejas.

-No. -negó, ahora con una sonrisa traviesa.

-Porque soy tuya, Camila.

Dije con seguridad. Miraba sus ojos intentando intimidarla pero mis intentos no sirvieron de nada, pues fue ella la que había logrado aquello.

Nos besamos, quizá aquella acción duró cinco segundos, pues debía irse.

-Te amo, Dua. -dijo entre mis labios.

-Yo te amo a ti, Camila.

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Quizá era una dramática, o quizá era entendible que en éste momento estuviera llorando.

Flashblack's. - DuamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora