04

50 3 13
                                    

.

-¿Estás lista? Ya preparé la cámara. -apareció en la entrada de la habitación, frunciendo su ceño al instante que me vio. -... No veo que estés lista.

-Nunca te confirmé, Camila. -dije con obviedad.

-Pues confirma. -reí levemente. Ella se dirigió a la cama y se sentó en un costado de esa.

-No quiero. -confesé.

-¿Por que no? ¿Qué te detiene? -me observó.

-Me da vergüenza que me mires desnuda. -nuevamente confesé. Ahora era ella la que soltaba una risa burlona.

-Ya te he visto desnuda, Dua, miles de veces. -aclaró. -... ¿Acaso estuviste con alguien más y te hizo unos chupones que no quieres que los vea? -preguntó.

Su sarcasmo podría llegar a ser divertido, aunque también molesto. Ella sabía muy bien que yo nunca estaría con alguien más teniendo un vínculo con ella.
Ella sabía que me encantaba, sabía que estaba enamorada.

-Hay muchas más razones por las cuales negarme a que me tomes fotos desnuda.

-¿Cuales son tus razones, mi amor? -se acercó a mi y dejó un beso en mi mejilla, pues yo me encontraba en el otro costado de la cama.

-No sé, me da vergüenza y ya. -me alcé de hombros.

-Que no te de. -dijo con simpleza. -Yo estaba muy emocionada por apreciarte y saber que sólo yo puedo tenerte, tocarte, besarte y estar dentro de ti. -

-Camila, no quiero hacer un vídeo porno. -fueron mis palabras, las seguiría pero fui interrumpida por ella

-¿porno? No, para nada, sólo serán unas cuántas fotos.

-¿Por qué insistes tanto? -pregunté queriendo saber la respuesta.

-Soy fotógrafa y todo fotógrafo debió hacer mínimo una sesión a alguien desnudo, además, quiero hacerte una exclusivamente a ti. Quiero tener esas fotos de ti, así cuando no estés y yo tenga ganas de ti pueda usarlas...

-No sé cómo debo sentirme respecto a lo que acabas de decir. -dije frunciendo mi entrecejo.

-Me darás placer hasta cuando no estés conmigo.

-Yo quiero que me des placer luego de que me hagas esa sesión. -miré sus labios para luego dejar un casto beso en ellos. Ella sonrió para después separarse de mi y salir de la habitación, en busca de su preciada cámara. Empecé a quitarme aquella ropa de casa muy suave y cómoda. Sólo agradecí que el clima estuviera fresco, pues estar desnuda mientras hacía frío no es agradable para mi.

Caminé hasta mi armario y busqué una tanga algo transparente. Recordé al instante cómo la obtuve... Había sido un obsequió de Camila. Ella había dicho que estaba en un centro comercial y cuando la vio, supo que me quedaría ardiente.

Veía a Camila y siempre se me venía a la mente lo pervertida que llegaba a ser. Me encantaba.

Me coloqué esa braga y sin más me acosté en la cama esperando a que ella llegara. Aquello sólo tardó escasos segundos.

-Disfrutaré demasiado ésto. -dijo cuando entró a la habitación.

-Me siento puta, Camila. Me haces sentir como una puta barata. -exclamé observándola.

-Mi amor, no... -caminó hasta la cama para sentarse a mi lado. -es una sesión de fotos, te he hecho muchas sesiones antes.

-Lo sé, pero con ropa.

-Exactamente, con ropa, ahora será una sin ropa, para cambiar y así, siempre hay una primera vez. No es nada raro ésto. -intentaba convercerme.

-Espero y disfrutes masturbarte con éstas fotos. -sólo dije para sentarme en la cama observándola expectante. -... Ahora, dime cómo posar.

.

Sonreí inconscientemente al recordar aquel momento al observar su vieja cámara que siempre se mantuvo en mi habitación desde que se había ido. Con aquella cámara había fotografiado muchos objetos, paisajes, atardeceres, e inclusive aquella sesión que me había hecho semi desnuda. Recordé como intenté buscar esas fotos en esa cámara, fallando totalmente en el intento, ya que, las fotografías no se encontraban ahí.

Desde la última charla que había tenido con ella había sido lo típico, un poco más de veinte palabras, pues me costaba verla sin mantener el llanto en menos de varios largos minutos. La última vez tuve que salir de su habitación e ir al baño a llorar... Era demasiado débil, no pensé ser tan débil de ésta manera. Aún no podía aceptar que la había perdido, no podía aceptar que le hubiera ocurrido eso. No aceptaba que ella me hubiera olvidado.

La veía y me asombraba, ahora es tan diferente.

Aunque llegaba a sentir como si la estuviera conociendo nuevamente. Sentía eso, pues cuando la conocí ella era tan tímida, apartada y nada intimidante para mí, además no era pervertida.

Luego la conocí. La conocí y aquello fue todo lo contrario y yo me enamoré. Y nuevamente siento como si todo empezara de nuevo, sólo que sigo enamorada.

Mi celular no ayudaba, que aquel aparato tuviera muchos recuerdos de cuando estábamos juntas y nada de ésto había sucedido... Simplemente me hacía derramar lágrimas.

Empecé a reproducir uno de aquellos vídeos y pude reír entre aquel llanto.

-¿Sabés qué le dice un techo a otro? -la observé frunciendo mi ceño sin tener idea de la respuesta.

-No, Camila, no lo sé. -respondí con simpleza.

-Techo de menos. -exclamó ella antes de soltar una carcajada.

Vi como también yo soltaba una escandalosa carcajada, recordé ese día. Recordé ese momento cuando dijo otro de sus famosos chistes. Podía orinarme de la risa, y me causaba mucha gracia lo inútiles que podían llegar a ser, además, su risa era demasiado escándalosa que me encantaba y hacía que yo me riera sin poder aguantar las carcajadas.

Flashblack's. - DuamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora