Capítulo Dos

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Barcelona, 1992

Diez años después...

Cuéntenos hermana Hyuga, ¿por que aplica para el puesto de madre superiora?

–Siempre ha sido el sueño de mi padre en que yo pueda servir a Dios con absoluta devoción. Deseo poder dar mi vida al servicio total De la Iglesia. Dar a los hambrientos de comer y a los sedientos de beber.

–Excelente. Ahora, hablemos de su familia. Nos enteramos que tuvo un hermano sacerdote que renuncia sus votos. ¿Que piensa usted de este comportamiento?

Hinata lo recordaba muy bien. El hermano que la había abandonado con la promesa de volver por ella. Pero no lo hizo. Así que ella tuvo que lidiar con la fuerte voluntad de su padre y la desafortunada muerte de su madre. Se había sentido sola en innumerables ocaciones. Refugiarse en ella había sido su única salida. Deseaba creer en que si existía un Dios la ayudaría a salir de aquella situación. Le había rezado en muchas ocaciones suplicando clemencia, pidiéndole ayuda. Pero habían pasado diez años, y la mano dura de su padre le había enseñado que Dios no existía. ¡Que hipócrita se sentía!

Quería ser aceptada como madre superiora de su antiguo convento. Ayudar a todas las jóvenes que eran encerradas allí y dejadas al olvido. Ella mejor que nadie conocía la sensación. Si podía lograr que la ascendieran, tendría la oportunidad de brindarle a esas jóvenes un mejor estilo de vida. Guiarlas por un camino menos pedregoso, llenar sus corazones de ilusiones y sueños. Ya que para ella era demasiado tarde.

–Mi familia ha sido un gran soporte. La muerte de mi madre fue dura pero la compañía de mi padre fue suficiente para sostenerme y no dejarme caer. Con respecto a mi hermano... Creo que al igual que el servicio a Dios, siguió lo que creyó correcto. Quizás no de la formas más adecuada, pero optó por ser honesto con sus principios y no empañar a los que le rodeaban con una vida falsa que no agradaría a Dios.

–Gracias por compartir su historia con nosotros. Evaluaremos su solicitud y en un período de quince días tendremos noticias. Por favor, permanezca en Barcelona. Si logramos que el
Consejo llegue a una deducción, el proceso podría tardar menos. ¿Podrías facilitarnos una dirección, aquí en Barcelona, donde podamos contactare?

¡Cielo santo! Ella no planeaba quedarse en Barcelona, por lo que no había tan siquiera se parado un hotel. A menos que...

–Por favor apunte esté dirección.

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Hinata se encontraba frente la casa de playa de sus abuelos. Había pasado muchos años desde la última vez que estuvo allí. Deseaba poder recordar más de sus experiencias de la infancia allí, pero los recuerdos de unos días duros empañaban todo bien recuerdo vivido. Ahora solo había cicatrices...

–¿Hinata? ¿Eres tu querida?

Hinata enfocó su vista para percatarse de que su tía Kuranei la saludaba.

–¡Tia! Soy yo.

–¡Por Dios bendito! Casi no te reconozco con eso puesto. Ven aquí pequeña, hace tanto que no se nada de ti.– Kuranei la abrazo con fuerza. Hacia mucho tiempo que Hinata no recibía un abrazo como aquel. Era cálido y maternal, entonces recordó que la ultimaba vez que había sido abrazada de esa forma era cuando su madre aún estaba en con vida.

–¡Wow! Eres la viva imagen de tu madre, a excepción de tus ojos, esos son departe de tu padre.

–Eso me dicen, ¿Donde esta el tío Asuma?

–¡Oh! Ya sabes como es Asuma. Anda por la costa ayudando a uno de los muchachos a reparar algo. Vamos te llevaré para que puedas saludarlo– Su tía se detuvo y la observó de los pies a la cabeza.– Espera, ¿deseas cambiarte primero?

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