Capítulo Siete

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Hinata Hyuga era la mujer mas hermosa que hubiese visto en su vida. Eso ya lo sabía, pero verla con su larga cabellera suelta y con aquel traje la hacía lucir radiante. Entonces Naruto comenzó a apreciar detalles nuevos. Como que su pelo no era negro, si no que era negro con destellos azulados. Noto que su figura era delgada y esbelta, pero estaba muy bien proporcionada. Tenía una piel muy pálida y hermosa, a simple vista se veía tan suave. Ella era la maldita definición de perfección. Parecía un ángel caído del cielo. La manzana prohibido que Adán se vio tentado a comer.

Mientras la observaba acercarse sus manos comenzaron a sudar y su corazón comenzó un ritmo acelerado en su pecho. Nunca había experimentado tal sensación. A pesar de haber estado con muchas mujeres ninguna había despertado en él ese deseo y anhelo.

–¿Nos vamos?– la dulce voz de Hinata hizo que su mente volviera a la realidad. Incapaz de hablar por miedo a que su voz saliera distorsionada se limitó asentir. – ¿Y que haremos hoy?– volvió a preguntar con aquella voz que hacia que su corazón latiera desbocado en su pecho.

Se acaloró la garganta para responderle.

–Estaba pensando en cocinarte algo muy especial esta noche, si no te molesta claro.

Hinata detuvo su paso y lo miró algo sorprendida, entonces Naruto notó como un hermoso rubor cubría sus mejillas. Su inocencia, su maldita inocencia era una de las razones que lo hacían perder la cabeza.

–¿A-A tu casa?– Hinata había tomado la decisión de comenzar a vivir una vida normal, al menos hasta que tuviera que despedirse. Pero estar solos en una casa no estaba en sus planes, inmediatamente comenzó a recorrer por su mente las imágenes de los sueños que suelen   visitarla durante las noches, y sintió un ardiente deseo en su interior. Temía no ser capaz de poder resistirse a él, a Naruto, su dulce tentación.

–¿Te incomoda? Prometo "tratar" de comportarme.

Eso no le proporcionaba consuelo alguno. Aún así había tomado una decisión, y pase lo que pase ella no se retracta en su palabra. Se limitó asentir y lo siguió hasta su auto. Luego Naruto se puso en marcha y tomó la carretera que conducía por la playa.

–¿Sabes que amo de Barcelona?– le dijo tratando de romper el silencio entre ellos.

Hinata quito su mirada de la ventana para mirarlo. Era un hombre tan apuesto, alto, fuerte. Su duro y fuerte rostro denotaba lo mucho que había trabajado durante su vida, su intensa pero seductora mirada azulada que la hacía estremecer de deseo.

–Barcelona, en mi opinion tiene las mejores playas. Amo la arena y la brisa fresca. Es por eso que cuando decidí mudarme, opté por una pequeña casa frente al mar. La mejor decisión de mi vida.

Hinata sonrió. Que maravillosa sensación de poder elegir lo que anhelas. Tener una voz, elegir a tu gusto. Se preguntó si algún día ella podría experimentar esa sensación. La sonrisa se borro de su rostro al pensar que quizás jamás podría hacerlo.

Naruto se percató de su cambio de ánimos y soltando el volante tomó una de sus manos.

–¿Puedes confiar en mi?– le pregunto mirándola directamente a los ojos.

Hinata sintió que si podía hacerlo. Por extraño que le pareciera Naruto era de esas personas que emanaban confianza  y sosiego.

–La realidad es que estaba pensando en lo maravilloso que sería poder experimentar esa sensación. Poder elegir a tu gusto y sentir una pizca de libertad.

–Puedes hacerlo Hinata, eres joven y tienes una larga vida por delante, solo es cuestión de...

–No. No puedo hacerlo. Ya elegí mi camino y seguiré en el, no conozco nada más.

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