Para mi amada Jess.
MIA
La fila para pagar es de al menos seis personas frente a mi y no puedo dejar de pensar que solo quiero llegar a mi casa con mi esposo y descansar por el resto del día.
Mi esposo.
A pesar de que nos casamos hace mas de un año una parte de mi no puede creerlo. Aún siento que voy a despertar de un maravilloso sueño, abriré los ojos y lo primero que veré será la cara enojada pero preocupada de Lola por dormir tanto después de una gran borrachera en Las Vegas por nuestra graduación. Harlow estará posiblemente tirada en alguna parte del apartamento aún en un coma alcohólico. Lola irá por cafés para desayunar y me dejará a cargo de despertar a Harlow. Cobarde.
No puedo evitar reírme de la situación imaginaria ganándome una extraña mirada de la señora frente a mi. Me disculpo rápidamente y saco mi celular para textearle a Ansel.
Llego en 30. Fila larga. 😥
Oprimo el botón de enviar y no tengo tiempo de salir del chat cuando Ansel contesta.
Te extraño. Los chicos no dejan de criticar mis gustos sobre el color que quiero para las paredes de la sala y cocina. Dije que fueron tu decisión para que dejaran de atacarme. Lo siento.
Vuelvo a reír y contesto para que el tiempo pase rápidamente.
¿Y que voy a ganar yo a cambio por salvar tu pellejo?
Ah, primero tienes que llegar para recibir tu premio, mon amour.
No puedo evitar sentir una ola de calor. Ansel es capaz de provocarme de todo incluso por mensaje de texto y a kilómetros de distancia. Me lamento un poco que Finn y Oliver estén en casa porque entonces no podré estar a solas con Ansel, tal vez si... ¡No! Concéntrate, Mia.
Tienen que terminar con la remodelación hoy o al menos avanzar significativamente. Hemos cancelado varios días en que se supone los chicos vendrían a dar un vistazo por inaugurar la casa. Quisiera sentir algo de pena, pero me es imposible. No cambiaría el sexo de esos días -o cualquier otro día- por nada en el mundo.
Finalmente es mi turno de pagar y agradezco a los dioses mentalmente. Apenas puedo mantenerme en pie después de anoche que si pasaba cinco minutos más en esa fila... me habría tirado al suelo. Estoy segura que camino algo chueca, pero no estoy sorprendida. Desde que conocí a Ansel no sé qué es caminar derecha.
Los chicos están refrescándose afuera cuando llego y Ansel me abre la puerta del auto. Siempre lo hace y cada vez me sigue pareciendo lo mas romántico y caballeroso del mundo.
—¡Mia! —Ansel dice en un tono desesperado como recibida—, debes salvarme de estos salvajes.
Me río y le paso unas bolsas de mandado. Finn y Oliver le siguen por detrás y toman más bolsas.
—Oliver, Finn. Por favor, dejen de torturar a mi marido.
Ambos ríen y le susurran chismoso a Ansel haciéndome reír con ellos.
Cenamos tranquilamente los cuatro —mientras evito reír cada vez que mencionan la paleta de colores que 'yo' elegí— y me permito relajarme un momento después del estrés que he sentido últimamente. Realmente no cambiaría estos momentos por nada del mundo. Bueno, tal vez si... sacudo mi cabeza antes de que mi rubor delate a donde iban mis pensamientos. Levanto la mirada y me encuentro con Ansel mirándome fijamente, sus ojos oscuros. Me conoce tan bien.