Ya llevamos diez horas en el coche y necesito aire. He escuchado música, visto series, leído, hablado con Maddie… Ya no sé que hacer. También he dormido, pero todavía nos quedan otras nueve horas de viaje. Jace conduce prudentemente y eso hace que me ponga de los nervios ya que estoy acostumbrada a la velocidad de las carreras, en este coche no hay emoción, solo hay hormonas y olor a humanidad. Estoy empezando a notar como mi hermano desciende la velocidad, voy a matarlo.
- Jace, ¿te importaría ir más rápido? Es que tengo la sensación de que nos han adelantado siete tortugas, cuatro babosas y nueve ancianas.
- Querida hermanita, siento comunicarte que yo no estoy haciendo nada, creo que se nos ha pinchado una rueda.
- Vosotros dejad de discutir, que os recuerdo mi existencia, por si no os acordáis, me presento, soy Maddison Jane Collins y vosotros sois unos capullos.
Conteniendo la risa intento responderle, pero es imposible no soltar una carcajada.
- Te corrijo, es un capullo.
Maddie y yo estallamos en carcajadas chocándo la mano mientras Jace intenta poner cara de ofendido, aunque se le escape una sonrisita.
- Chicas, que yo no he hecho nada, la puta rueda se habrá pinchado con una piedra o algo. Ahora, eso sí, vamos a tener que parar para cambiar la rueda.
Acto seguido bajamos y como de costumbre, a mi hermano le funcionan solo dos neuronas y no sabe cambiar una rueda, menos mal que estamos nosotras aquí. Juntas cambiamos la rueda y seguimos la travesía, pero antes de eso decidimos que dar un paseo sería una buena idea. Maddie y yo siempre estamos muy unidas y no tardamos mucho en adelantar a Jace para hablar de nuestras cosas.
- ¿Mads?
- ¿Si, Hayls?
- ¿Soy la única que tiene ganas de ver como son los chicos ahora?
- Desde luego que no, sabes perfectamente que la curiosidad me mata.
- Pensaba que era la única, tengo muchas ganas, así que volvamos al coche para llegar cuanto antes.
Otra vez en el coche, ya no me siento tan agobiada, mi mente viaja entre pensamientos sobre dónde vivirán, como serán, si seguirán igual o se habrán vuelto unos capullos… Lo siguiente que recuerdo es oscuridad.
- ¿H?¿H? ¡Venga, despierta que ya hemos llegado!
- ¡Jaceeeee! Vuelves a despertarme así y si con suerte no muero de un infarto te partiré la cara.
- Hermanita relájate, ¿Houston te ha vuelto agresiva?
Yo empiezo a reírme junto con Maddie, pero como si fuera cosa de telepatía ambas dejamos de reír al recordar esa vida. Delante de nosotras se alza una gran mansión blanca con grandes ventanales y piscina.
- No me lo puedo creer, ¿qué coño es esto, Jace?- decimos Maddie y yo al unísono.
- Vuestro nuevo hogar.
- ¿Excuse me?- volvemos a decir ambas a la vez como si fuese cosa de brujería.
- Lo que oís, bienvenidas a Η δεξαμενή ευχαρίστησης.
- A ser posible en nuestro idioma, hermanito.
- No quieras saberlo.
- Sabes que eso con nosotras no funciona, así que venga- dice Maddison.
- Significa "El búnker del placer".
- ¿Perdona, perdona? ¿El búnker del qué? ¿Eres Christian Grey?- decimos Maddie y yo entre carcajadas.
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Adicto a tu droga
Teen FictionHayley Miller, una adolescente de 16 años, vive con Jace, su hermano mayor, en un orfanato en el centro de Seattle. Ella ha vivido toda su vida con su hermano y sus amigos, pero cuando a los 14 consiguió una beca y se fue a estudiar a Houston con s...