siren head ©taegguk。

los llantos no se acallan con más ruido.

Taehyung aún no regresa, ha pasado un rato suficientemente largo desde que me di cuenta de que estaba tardando bastante. Inspiro profundamente y trato de no ponerme nervioso. ¿Y si era una broma? Quizá solo quiere asustarme para llamarme exagerado después. Aunque... Pensándolo fríamente, su semblante serio al hablar de la joven y como le había restado importancia a una desaparición tan extraña...

No. Pensar eso sí era de exagerados, de locos más bien. ¿Taehyung siendo el causante de tal acto? Más que improbable, poco realista. Podía llegar a parecer loco y estúpido, pero no perseguiría y secuestraría a nadie, ¿no?

Trago saliva, controlando mi respiración para no alterarme. Como de repente me había pedido que fuera de acampada con él, sin antelación, no, no. Fue todo tan repentino, cualquiera lo habría escudado de un detalle después de un mes sin hacerme caso, pero no era capaz de creerlo del todo, mi mente simplemente se negaba. Iba a terminar eso inmediatamente, no iba a quedarme cinco minutos más ahí. Pero le avisaría, aunque fuera a gritos.

Me dirijo hacia la entrada de la tienda de campaña cuando escucho un chillido que me deja helado en el sitio.

Alguien grita mi nombre.

Y ese alguien es Taehyung.

Automáticamente me olvido de todo y corro hacia donde creo que proviene el grito, que vuelve a oírse, esta vez un poco más cerca. Quizás Taehyung no era el psicópata y había alguien más, y ese alguien estaba con él.

El bosque está más oscuro de lo que pensaba, la luna apenas llega a iluminar el suelo por donde piso y las raíces me hacen tropezar. Doy un salto, pero calculo mal, la raíz es más alta de lo que creía y caigo al suelo sobre mis manos y el lado derecho de mi rostro, rascándome y probablemente haciéndome algo de sangre, pero le resto importancia al levantarme como puedo.

Con el corazón más rápido que hacía unos minutos, grito su nombre para saber dónde está.

—¡Jeon! —escucho más cerca, ya casi debo estar ahí. Paro y miro a mi alrededor; juraría ver algo moverse entre los árboles, algo alto y delgado, pero la voz de Tae suena a mi izquierda, al lado contrario. Me quedo unos segundos de más tratando de discernir entre la oscuridad y los movimientos, pero el golpe me ha afectado más de lo que creía y me siento mareado, bastante.

Vuelvo a correr, o eso intento porque estoy desorientado ahora y parece que todo va dando vueltas a mi alrededor. Me apoyo en un árbol, respirando algo más lento. Paso mi mano por mi rostro y siento algo húmedo en la zona que ha tocado el suelo, definitivamente es más grave de lo que creía. Tras un minuto, voy impulsándome con cada árbol hacia un claro cercano, solo espero que allí esté Taehyung o el coche.

Salgo al claro y finalmente, le veo, tiene el rostro preocupado, pero nada más verme sonríe.

Sonríe como si no hubiera gritado como un poseso, como si no tuviera ningún miedo.

Termino de acercarme a él y le observo con seriedad. Su sonrisa se difumina, pero no se acerca.

— ¿Estás bien? ¿Te duele? —me pregunta.

— ¿En serio me estás preguntando eso, Kim Taehyung? —pregunto de vuelta sin creerlo, el corazón se me va a salir por la boca, estoy aún nervioso, con las manos temblando y un sudor frío a lo largo de toda mi espalda— ¡Estaba preocupado! ¡Pensaba que te había pasado algo por tus gritos!

— Era... Una broma —se ha dado cuenta de lo que ha hecho, después de ver mis ojos llorosos, mi respiración agitada y la herida en mi cara— Perdóname, Jeongguk, no... No ha estado bien. —dice, parece arrepentido, por lo que doy unos pasos más hacia él.

Tenía la intención de abrazarme a él, pero no me moví ni un centímetro de mi posición. Observé su rostro, que cambió de manera repentina. Pienso que me mira a mí, hasta que me doy cuenta de que mira más allá de mi rostro, a unos metros de mi cabeza. En sus ojos tintinea un brillo de pavor pero su cuerpo está totalmente tieso, como si hubiera sufrido un paro cardíaco y se hubiera quedado así para siempre, una posición antinatural, hasta cierto punto incómoda.

— ¿Taehyung? —susurro su nombre con verdadero temor.

— No digas nada y no mires hacia atrás.