Capítulo 8: Caesar

918 76 57
                                    

"¡Pensaba! ¿En qué? Lo ignoro. Por mi parte, la miraba con amor y casi

con terror pensando en lo que estaba dispuesto a sufrir por ella."

La Dama de las Camelias - Alexandre Dumas (hijo).


Sesshomaru apoyó los brazos sobre la mesa, inclinándose peligrosamente hacia ella, dándole aún más fuerza a su ya intimidante mirada. Lucía imperioso y absolutamente superior. Manaba tal poder, que un escalofrío recorrió a Rin desde la espina dorsal, extendiéndose hasta la puntita de sus dedos agarrotados. Y pasó de la excitación al pánico en cuestión de segundos, mucho más pálida que antes.

- Yo -respondió atropelladamente. Tragó grueso y se obligó a mantener la voz plana y las manos quietas al frente, recordando que él podía saber exactamente cuándo mentía. Y prefería morir mil veces antes que delatar a Ayame o a Sango-. Yo soy Scarlett O'Hara-21-reafirmó.

Sesshomaru entornó los ojos.

- No fue eso lo que me dijiste esa noche, Rin. ¿Lo recuerdas?

Rin palideció todavía más.

- Mentí. Soy yo. Realmente soy Scarlett O'Hara-21.

- Mientes -gruñó Sesshomaru aterradoramente bajo. Sus ojos dorados, fríos e ilegibles, parecían tener el poder suficiente para atravesarle el alma. Y sin un gramo de misericordia, atacó de nuevo-: Ésta es mi pregunta sin reglas, Rin: ¿Quién es realmente Scarlett O'Hara-21?

- ¡Yo!

- No me mientas -le reprendió en un lento siseo, con sus facciones cada vez más crispadas por la furia.

Rin podía jurar que esos hermosos ojos tenían un matiz casi espectral bajo la tenue luz de la araña y las velas. Justo como los de una bestia salvaje a punto de atacar. De atacarla a ella.

- No miento.

- Tú no abrirías un nickname en The Agency, Rin -le acusó sin piedad, desviando esa dura mirada por escasos segundos de sus ojos marrones a sus manos fuertemente unidas sobre la mesa, tan fuerte que tenía los nudillos blancos.

"¡Touché!" Cualquiera que la conociera aunque fuese un poco, sabría que ella no tenía el tipo de carácter que se requiere para abrir un nickname en The Agency. Aunque, pensándolo bien, Ayame tampoco. Pero sólo Dios sabía qué clase de situación desesperada habría llevado a una chica como Ayame a hacer una cosa de esas.

- ¿Y por qué no? -arremetió Rin levantando obstinadamente la barbilla-. Cualquiera puede hacerlo.

- Los dos sabemos que tú no lo harías... -Sesshomaru esbozó una sonrisa vacía y dolorosamente cruel- ¿Estás rasguñándote la mano, Rin?

Involuntariamente, ella echó un vistazo allí, justo donde las uñas color coral de una mano se enterraban en el dorso de la otra. "¡Mierda!" La había pillado. Y aquel tonito condescendiente, sumado a esa arrogante ceja plateada enarcada, catapultó fuera su carácter. El mismo que hasta los tontorrones de sus hermanos temían en silencio, pero que no solía aflorar con demasiada frecuencia. Sin embargo, allí estaba, al asecho y listo para mandar a volar a cretinos como Itsuki, y también para situaciones como ésta.

- ¡¿Qué es lo que quieres, Sesshomaru?! -espetó-. ¿Saber con cuántos miembros de The Agency me acosté antes que tú? -Enarcó una ceja, imitando su gesto altanero-. ¿Es eso acaso?

- ¡Mientes! -ladró.

Y de pronto, Sesshomaru alcanzó sus manos en un parpadeo y la haló hacia él con un firme movimiento, sin darle chance siquiera de intentar oponerse. Todo fue tan rápido, que Rin apenas pudo contener el aliento con un grito ahogado, mientras las copas de vino se tambaleaban sobre la mesa. Y la de ella, que estaba medio llena, se derramó un poco.

FatumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora