Por qué todos deberíamos leer historias de terror

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Diversos estudios han demostrado que leer cuentos de miedo, relatos de historias terroríficas reales y ver películas de terror es positivo para la salud física y emocional.

En primer lugar, la producción de adrenalina aumenta y, en consecuencia, se activa el sistema nervioso, lo que es un mecanismo que permite que la persona esté preparada para conseguir huir o enfrentarse al peligro.

En una realizada por la Universidad de Coventry (Reino Unido) en el 2003, el equipo de científicos estudió a 32 voluntarios y se constató un incremento significativo en la cantidad de glóbulos blancos (encargados de combatir las infecciones y enfermedades), lo que conlleva una mejoría en el sistema inmunológico.

Por lo tanto, los investigadores consideran que la literatura y el cine de terror producen un "estrés bueno", que activa el organismo y mejora la función inmunitaria.

Además, el hecho de que aumente la frecuencia cardíaca y los niveles del dióxido de carbono expelido y del oxígeno consumido conlleva un gasto de calorías, lo que puede ser equivalente a un paseo de 30 minutos.

Por otra parte, el estímulo de un buen susto mejora el estado de ánimo. Las hormonas y neurotransmisores que se liberan durante una experiencia aterradora hacen que la persona sienta después menos ansiedad y frustración y, en definitiva, aumenta su bienestar.

Ya sean historias de miedo reales, de ficción o leyendas de terror para niños, no hay duda de que las historias de terror para no dormir fascinan a un gran número de lectores. Si al placer de la lectura se le suman los beneficios que los cuentos de terror aportan a la salud, la conclusión es que todos deberíamos leer más historias de miedo.

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