Extra #7

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Este extra es a partir de las novelas, con alguna escena extra. Simplemente cambia el punto de vista.

Extra #7: Vainilla, coco y algo puramente tuyo

Derek nunca pensó que volvería a sentir algo que no fuera odio hacia sí mismo o enojo hacia su pasado

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Derek nunca pensó que volvería a sentir algo que no fuera odio hacia sí mismo o enojo hacia su pasado. Después de perder a casi toda su familia, se prohibió ser feliz. No lo merecía. Se había dejado seducir por una mujer mayor a él y eso terminó catastróficamente en el fuego que cambió el curso de su vida. Después de mudarse, Laura intentó sacarle alguna que otra sonrisa, pero se podía ver que a ella también le costaba ver la luz en toda esa oscuridad.

Cuando su hermana indicó que debía volver a Beacon Hills, años más tarde, Derek se sorprendió. No habían hecho ningún pacto sobre no volver ahí, pero había uno implícito. No iban a dar la vuelta y volver al pueblo que les quitó todo. Derek no preguntó, se acostumbró a no hablar demasiado, siempre sumido en sus pensamientos. Laura marchó, diciendo que volvería en unos días. Derek asintió, se despidió de ella y se quedó en el apartamento que compartían en Brooklyn.

Pasaron dos días y Laura no le mandaba ningún mensaje. Intentó llamarla pero su celular estaba muerto. Eso le hizo preocupar. Si bien había adquirido la fachada de un hombre duro que apenas mostraba emoción desde sus quince años, igual sentía en su pecho cualquier sensación o sentimiento, simplemente no las proyectaba al exterior. Y cuando el celular de su hermana dejó de funcionar, tuvo miedo. Se sintió como aquél niño de quince años que volvió a su casa después del fuego y la encontró cubierta en llamas.

Tomó lo necesario y partió hacia Beacon Hills. Laura no había tomado el Camaro por una elección que Derek desconocía. Tal vez buscaba ir de incógnito. Sabía que su hermana estaba planeando algo, se quedaba hasta tarde respondiendo llamadas y parecía ocupada en general.

Las cosas escalaron con rapidez. Llegó a la noche a Beacon Hills, se enteró de que su hermana estaba muerta. Podía oler su cuerpo, rasgado por la mitad, en el bosque. Trabajó cada minuto de esa sombría noche, ignorando el constante dolor en su pecho, la necesidad de acurrucarse al lado de Laura y llorar como cuando era un niño. La única familia que le quedaba, su mejor amiga, había muerto. Finalmente, era el último Hale.

Hizo levemente las preparaciones. Laura era una Alfa, merecía ser enterrada como tal, con un ritual de acónito. Ser enterrada como una loba. Luego de despedirse así de su hermana, buscaría al responsable de su muerte. Pero él no previó escuchar voces cerca de su antigua casa. Dos chicos y una chica. Hablaban del cuerpo. Y de algo que uno de ellos perdió. Ocultó levemente con las hojas del otoño el cuerpo de su hermana y fue con los adolescentes.

Les indicó que eso era propiedad privada. No estaba en el ánimo para lidiar con humanos que no comprendían lo que él sentía. Sin embargo, se dio cuenta de que uno de los chicos, el que tenía aspecto latino con su tez acaramelada y su mandíbula torcida, no era un simple humano. Olía a lobo, pero a uno apenas desarrollado. Un mordido.

Sobre Sarah StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora