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McGonagall consoló a Remus en su forma animaga después de cada luna llena, antes de que los  merodeadores supieran que era un hombre lobo, pues no quería que se sintiera  solo.

Cuando  Remus regresó a Hogwarts como profesor, Minerva empezó a usar su forma animaga más seguido.

Una mañana, después de luna llena, Remus se despertó en enfermería y veía a un gato acurrucado a su costado, que en segundos saltaba y  se iba al darse cuenta que estaba despierto.

Más tarde, en el desayuno, Lupín le sonríe tristemente a Minerva y le dice: "No lo he olvidado. El primer año, ya sabes. Siempre estabas allí cuando no había nadie, y nunca dije "gracias". Pero todos te amamos ... James, Peter y yo ... Y Sirius. Pienso que deberías saberlo, profesora”.

Ella solo le da una palmadita en el hombro y continúa disfrutando de su comida  sin borrar la sonrisa que tiene en el rostro, como si uno de sus hijos le hubiera contado lo mejor del mundo.

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