Abrí los ojos y me di cuenta de que llegaba tarde a mi primer día de dar clases. Agarré la primera remera que encontré, y me hice una coleta deshecha, agarré algo para comer y salí corriendo hacia la universidad mientras agarraba la tostada con la boca. De camino una moto se cruzó en mi camino casi atropellándome, se quedó muy cerca de mi y bajo el casco me sonrió un hombre muy atractivo que portaba un cinturón de herramientas, pero no le di más importancia, aunque era muy atractivo. Cómo iba a saber yo que ese hombre tan atractivo era Harry Styles Pedro Sánchez, que se convertiría en el amor de mi vida.
La mañana transcurrió normalmente y unas horas más tarde, estaba dando clase de Geografía Política en la Universidad Complotense de Madrid, adoctrinando a los chavales como mejor podía y evitando sus preguntas acerca del champú que utilizaba para mantener la casta alejada de mi cabello, cuando se fue la luz de golpe. Todos los alumnos se asustaron, pensando que había habido un golpe de estado comunista y España se había convertido en Venezuela. Mandé a un alumno a buscar un técnico para que arreglara la luz que se acababa de ir de golpe, y unos segundos más tarde el hombre más guapo que había visto en mi vida entró en la clase.
-Hola- dijo con esa voz ronca y seductora y monótona, desde su metro noventa de altura que lo hacía perfecto para ser jugador de basket-vengo a comprobar la luz que se acaba de ir de golpe.
"Puedes comprobarme lo que quieras"- pensé, aunque estuve apunto de desirlo en voz alta. Me quedé mirándolo embelesado mientras comprobaba los interrumptores de la luz que se acababa de ir de golpe. Tras unos instantes, todo quedó arreglado, aunque hubiera deseado que la luz que se acababa de ir de golpe no se hubiera arreglado, y el hermoso hombre tuvo que irse. Todo pasó tan deprisa que no me dio tiempo a preguntar su nombre, pero sí a enamorarme de su sonrisa luminosa blanca y radiante, como un día muy soleado.
Cuando me recuperé del shock la hora de clase había terminado, y ya tenía que volver a casa. Agarré el autocar y regresé a casa donde cené una cena rápida y me fui a la cama, donde no podía conciliar el sueño pensando en el electricista de hermosa sonrisa.
Pasaron los días, y no conseguía volver a verlo, le buscaba por los pasillos, más de una vez pensé en arrancar algún cable para que tuviera que venir a arreglarlo, pero me daba demasiada vergüenza.
Entonces ocurrió lo impensable. Una tarde noche que estaba en mi despacho, mientras escribía una carta a mi camarada Hugo Chávez preguntándole por su salud, se fue la luz de golpe otra ves. Mi corazón dio un vuelco de golpe, antes de darme cuenta mis manos ya estaban en el teléfono, llamando al servicio técnico, y sólo unos minutos después golpiaron a mi puerta de mi despacho. Estaba todo oscuro, así que no veía nada y no sabía si era él, pero tampoco sabía su nombre así que no sabía si era el.
De repente, un pequeño has de luz se prendió, y pude verle con claridad. Su sonrisa alumbraba más que la linterna que utilizaba para iluminarnos. Las marcadas facciones de su mandíbula quedaban resaltadas por las sombras de la oscuridad.
-Gracias por venir a ayudarme, eres mi héroe
-De nada, solo he venido a ayudar - me dijo con esa preciosa sonrisa- igual que algún día me gustaría ayudar a España.
En ese momento supe que era el hombre de mi vida. Perdí un instante en imaginarnos juntos, acabando con las cloacas del capitalismo, felices por siempre.
De repente me puse tan nervioso que me resbalé, para ser rodeado inmediatamente por sus fuertes brazos de jugador de basket. Estábamos muy cerca, tanto que podía apreciar su fuerte aroma a hombre varonil. Dudé por un segundo, mis manos sudando, y por fin me atreví a preguntar - ¿Cuál es tu nombre?
-Soy Pdr Snchz- dijo mientras se iba con mi corazón en las manos, a la vez que volvía la luz en la habitación. Pero para mí, todo volvía a sentirse oscuro.
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Peblo: una historia en la universidad
Non-FictionUna gran historia de amor. Dedicado a Anwüi la mejor politóloga de la existencia