Imaginación.

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Luna se levanta para coger un vaso de agua. La noche es larga y la sed es intensa. No recuerda que ha podido provocarle tanta sed. El frío de las baldosas congela sus pequeños pies y se cuela por los pantalones floridos de su pijama. Sus brazos se estiran para alcanzar un vaso que se encuentra posado en la encimera. Un ruido hace que se sobresalte. Sin embargo, a pesar de sus jóvenes ocho años, la curiosidad crece en su interior y se acerca de puntillas a la fuente de aquel ruido. La principal entrada de su casa está abierta y no para de trompearse. Una niña normal la cerraría y se volvería a la cama. Pero Luna no es normal. Ese cosquilleo en el estómago que le incita a lanzarse a la aventura no le deja pensar con claridad. Abre la puerta y asoma la cabeza. Unos rizos negros cubren la cara y no le dejan ver con claridad. Los aparta y fija sus ojos avellana en la negrura. Sus pupilas se agrandan para acostumbrarse a la oscuridad. Los árboles son rosas y el césped morado. Las calles azules y las aceras amarillas. Todo es distinto. Sonríe y sale corriendo a tocar aquel magnifico césped.

-Hola Luna-dice una voz infantil.

-¿Hola?-dice ella insegura-, ¿quién eres tú?

Su cabeza se mueve hacia todos los lados buscando el origen de aquella voz.

-Soy tu amiga-responde. Unos ojos azules se abren y la miran fijamente desde unos arbustos.

-Sal-dice Luna-. No te voy a hacer nada.

-Claro que no me vas a hacer nada. Eres mi amiga.

Una pequeña pantera negra sale y se acerca hacia ella. Es igual que el peluche que reposa tranquilamente sobre sus sábanas esperando la vuelta de su dueña y el calor que le proporciona en aquella fría noche de invierno.

-¡Lailai!-grita ella corriendo hacia su pequeña amiga. Conoce todos sus secretos, sus miedos, sus alegrías, sus debilidades, sus habilidades…todo-. ¿Qué haces aquí?

-Vengo a ayudarte.

-¿Para qué?-pregunta ella con cara de sorpresa.

-Eso ya lo averiguarás por el camino. Ven, sígueme. Vamos a descubrir este magnífico mundo.

Ya no es de noche. Una intensa luz desciende de los cielos iluminando toda la ciudad. Las nubes rosas como el algodón incitan a intentar saltar y arrancar un trozo para sentir el azúcar deshaciéndose en la boca. ¿Porqué-se pregunta Luna-ha cambiado todo? Reconoce las casas, los coches, los árboles…todo, pero en distinto color. Espera, algo se ve a lo lejos. Una intensa luz espera al final de la calle. Luna sale corriendo tan rápido como sus pequeñas piernas se lo permiten. Las casas se empiezan a volver irreconocibles, nunca había llegado tan lejos sola. La luz se va volviendo más grande hasta llegar al punto de no verse nada mas salvo un gran espacio blanco y vacío.

-Esto ya no lo conozco-dice Luna dirigiéndose a su amiga.

-Por eso no consigues ver lo que hay. Pero… ¿te gustaría ver que hay realmente o descubrir un mundo por ti misma?

Luna no lo piensa un segundo. Ese sentimiento de aventura vuelve a crecer en su interior como si de mariposas en su estómago se tratasen. Descubrir, inventar, sentir nuevas experiencias.

-Vamos a descubrir.

A pesar de sus pies descalzos no siente nada. Ni frío ni calor. No sabe si es una superficie lisa o rugosa. Mientras recorre el espacio en blanco que le separa de su destino comienza a pensar en lo que podría encontrar al otro lado. ¿Un mar? No, no sabe nadar. ¿Un parque? No, ya ha jugado en muchos. ¿Y si fuera un castillo? Un castillo donde las trompetas anuncien su llegada. Los banquetes sean tan grandes que necesite una semana para comérselo todo. Donde un magnífico foso lleno de cocodrilos eviten atacarle. Pero sobretodo, donde un dragón dorado la lleve a cualquier lugar que ella desee. Brujas, magos, enanos, príncipes, princesas, reyes y reinas. Seres mágicos por doquier, vestidos y joyas. Sin colegio, sin órdenes, sin deberes ni obligaciones. Todo lo que una vez soñó. Su mente empieza a volar por esos magníficos parajes. Sin embargo, algo la saca de sus cavilaciones. Un fuerte sonido penetra en sus oídos, a lo que otros muchos le secundan. ¿Son eso trompetas? De pronto deja de sentir la superficie bajo sus pies. Un grito se escapa de su boca y hace que agite los brazos buscando algo a lo que aferrarse. Pero no lo consigue…por sí misma. Unas grandes y fuertes garras rodean su pequeño cuerpo. Luna voltea la cara para ver a ese ser tan grande culpable de su salvación. Cual es su sorpresa al encontrarse cara a cara con un majestuoso dragón dorado. Las brillantes escamas hacen que el sol cegador reinante en el cielo se refleje en ellas. Luna estrecha un poco los ojos. Un pensamiento llega a su cabeza. Lailai.

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