IV. Veritas odium parit

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El silencio abarcó toda la habitación hasta que Seokjin soltó un gruñido.

—¿Qué quieres? — Preguntó con voz severa mirando en dirección a Jungkook

—El dragón despertó — Jungkook se cruzó de brazos y luego me miró — Todo se volvió un caos

Seokjin estaba recién llegado con la misma ropa que tenía hace tres días, aún así se levantó y caminó en dirección a la puerta, le señaló a Jungkook la salida con la mano para que él saliera de primero.

—Ve a tu habitación — Me dijo cambiando su tono a uno más gentil — Mañana continuaremos charlando

Asentí viendo como se iba. Solté un suspiro bastante pesado, podía intuir que ya Seokjin sabia la respuesta sin habérsela dicho, yo no tenía otra opción.

Salí de la habitación para dirigirme a la mía, fue un día bastante extraño en el que incluso había olvidado comer, aunque eso no era demasiado importante, no tenia mucho apetito. Decidí meterme a la ducha y durar un buen rato bajo el agua, con mucha fe de que se llevara todos mis malos sentimientos y que llegara una oportunidad, o en el mejor de los casos, ocurriera un milagro.

Me vestí con una pijama y me puse una toalla pequeña alrededor del cuello para que las gotas que escurrian de mi cabello no mojaran la camisa, me asomé a la ventana observando el cielo nocturno, hacia un clima fresco para salir un momento y despejar mi mente.

No dude ni un segundo en bajar las escaleras y dirigirme al jardín trasero que tenía la casa, un árbol gigante adornaba el lugar y un lago decorado de flores a su alrededor ocupaban gran parte de este, observé un pequeño banco en el cuál me senté recogiendo las piernas a mi pecho y apoyé la barbilla en mis rodillas.

La noche era preciosa, pero no tranquila, habian una tensión no sólo en la casa, sino en toda la isla, ya estaba todo decidido, me casaria con Seokjin y me quedaría en la isla hasta que muriera, igual no tenía posibilidades, menos de escapar, en los pocos días que estuve aquí me di cuenta que todo funcionaba con magia, yo no sabía nada de magia y por mucho que lo hiciera no podría llegar muy lejos.

En el fondo de mi alma quería creer que Seokjin no era malo, tras su mirada amenazadora podía entender el miedo que tenía, no por él sino por su gente, también estaba Jungkook, sospechaba de mi, lo podía entender, un humano había matado a su madre, la culpa la llevaba cargando hace muchos años, aún así, sentía que el afectado terminaba siendo yo, los dos hermanos estaban tan ensimismados en ellos mismos que me dejaban a un lado y eso me hacía sentir extrañamente herido.

Aunque de Seokjin ya lo podía imaginar, de Jungkook no, él no parecía ser alguien tan rencoroso ¿Habría algo más? ¿Era mi culpa también?

La bruma de pensamientos no hizo más que darme dolor de cabeza, por lo que terminé ocultando mi rostro entre mis piernas, quería desaparecer, si en este lugar había un hechizo o magia para desaparecer, juro que lo usaría de inmediato.

—Deberías secarte el pelo antes de salir — La voz de Jungkook llegó de inmediato a mis oídos y levanté la cabeza para verlo de pie a un lado — Los humanos son bastante débiles y se enferman rápido

No supe que responderle, me quedé en silencio pensando alguna respuesta pero no tenia ninguna, más que quedarme mirándolo con la boca abierta.

—Lo siento — Dije poniéndome de pie — Volveré adentro

Pasé por su lado pero este me detuvo tomándome del brazo y llevándome de nuevo al asiento.

—No he dicho que te vayas — Chasqueó la lengua y se hizo detrás de mi

Defuit [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora