.

10 0 0
                                    

–sube al coche.

–no iré a embriagarme contigo.

–¿Quien dijo que iremos a beber?

Tú aliento alcohólico pensé.

–sube. Te llevo a casa.

Obedecí, pero obviamente no ibas a llevarme a casa.

–¿Dónde vamos?

–no preguntes.

–es tarde y solo me llevaras a dar vueltas.

–no te voy a llevar a dar vueltas.

Claro que me llevaste a dar vueltas. Pasó media hora y comenze a hartarme.

–estoy tomando con unos amigos y quiero que estés conmigo. Por favor.

–no voy a ir y tienes 2 opciones ahora mismo. O me llevas a casa o dejas que me baje.

–no te vas a bajar ¿No me puedes acompañar?

–ya te di mis opciones. Aquí está otra: has lo que quieras pero no me veras mañana.

–suena tentador.

–mañana, ni nunca.

Creí que nunca me verías con tanto coraje como en ese momento pero me equivoqué.
Callaste y seguiste con tu camino. Después de 10 minutos llegamos al lugar donde querías llevarme. Pese a ser un trayecto corto no tenía ni idea de dónde estábamos ni como regresar.

–solo vine al baño.

Un intento más para quedarme contigo esa noche. Bajaste del coche, te paraste ahí viéndome fijamente.

–¿No vas a bajar?

–por supuesto que no.

–quiero presentarte con mis amigos ¿Tampoco eso se puede?

–no.

Te fuiste y luego de 5 minutos regresaste. Me viste sacando la cabeza por la ventana de el carro. Claro que pasó por mi cabeza bajarme e irme caminando. De no ser por la hora y el lugar.

–¿Porque te asomaste? No confías en mí ¿verdad?

–no.

–lo sé– seguido soltaste una pequeña risa amarga

AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora