Era finalmente el día.
Sentía la angustia recorrer todo mi cuerpo, el miedo, la desesperación. Mi respiración estaba fallando, sentía que me ahogaba. No podía creer que el tiempo había pasado tan rápido. No quería abandonar mi antigua vida, no estaba listo. Sabía lo que pasaría, era inevitable así que solo me dejé llevar. Sería mucho más fácil y menos doloroso. Resistirme lo haría peor. Todo se volvió negro. Era el comienzo de la transformación. Intenté respirar profundamente, intenté calmar mis latidos. Fueron varios minutos de eterna agonía. Dolía. Sentía cada uno de mis huesos convertirse en fuego. Sentía cada centímetro de mi cuerpo romperse y volverse a recomponer de una manera totalmente nueva. Era el dolor más grande que había sentido, que cualquiera de nosotros había sentido. Hasta que todo fue paz. Había terminado, yo estaba agotado, sin energías, no podía moverme y sin darme cuenta, me dormí. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, pero aún me sentía temblar, por lo que asumí que fueron unas pocas horas. Desperté y estaba en una habitación blanca, todo era blanco. La cama, las paredes, la puerta, todo era blanco y pulcro. Había una pequeña mesa junto a mí, la cual también era blanca. Encima de ésta había un vaso con agua, unas pastillas y una nota.
"Necesitarás esto, ayudará con el dolor. Por favor, debes estar tranquilo para que puedan ayudarte. No desesperes, alguien irá a por ti muy pronto. —V."
¿V? ¿Qué significaba eso? ¿A qué se refería? Dejé la nota en el mismo lugar donde la había encontrado, estaba dispuesto a levantarme pero, en cuánto lo intenté, sentí mi cuerpo arder y no pude evitar soltar un leve jadeo de dolor. Estaba mareado, y claramente confundido, eso jamás lo mencionaron en la preparación. Agarré las pastillas que estaban en la mesa, honestamente tenía miedo, pero de todas formas decidí tomarlas. Dejé el vaso nuevamente en su lugar, y fue asombroso el efecto inmediato que tuvieron aquellas píldoras sobre mí. Lograron relajarme instantáneamente y calmar el dolor por completo. Me levanté decidido a salir de esa habitación, pero estaba encerrado. Maldije internamente. Odiaba tener claustrofobia, pero recordé las palabras de la nota. "Debes estar tranquilo. No desesperes." Quería salir de allí lo más pronto posible, y tenía la sensación de que si no me tranquilizaba entonces no lo lograría.
—Señor Nathaniel Parker, 18 años, recientemente transformado.— una voz robótica interrumpió mis pensamientos e inconscientemente observé todo a mí alrededor en un intento de descifrar de donde venía la misma. —Hijo de nuestra presidenta, Mila Parker, y de nuestro ex general, en paz descanse, John Parker. Siéntese y no diga palabra alguna. Repito, siéntese y no diga palabra alguna.
Estaba nervioso, no entendía nada, pero obedecí. Enseguida un holograma apareció justo frente a mí. Era mi madre. Me sorprendí y alivié al mismo tiempo. No tenía una buena relación con ella, pero sabía que no me haría daño.
—Nate, es un gusto finalmente poder llamarte uno de los nuestros. Lamentamos mucho la manera en la que te hemos recibido, pero reglas son reglas. En cuanto estemos seguros de que estás bajo control y no serás un peligro para nuestra comunidad, iremos a verte y empezarán tus entrenamientos. Bienvenido, hijo.— pude ver su sonrisa orgullosa en su rostro, no pude responderle porque enseguida desapareció de mi vista. Reí sarcásticamente. ¿Un peligro? Claro, su perfecta imagen podía arruinarse si su hijo pródigo hacía algo fuera de lugar. Hipócrita. Entonces la puerta se abrió, y detrás de ella apareció una chica. Tenía su oscuro cabello recogido en una cola alta, dándome la oportunidad de mirar su rostro detenidamente. No podía negar que era muy hermosa, era joven y tenía su piel muy cuidada. Nariz respingada, labios carnosos y pude notar sus ojos azules cuando regresó a verme, aunque solo fueron pocos segundos. Parecía sacada de una película. Tenía varios papeles en sus manos y estaba muy atenta a los mismos, probablemente estaba aquí para sacarme, eso esperaba.
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SEDITIONIS
FantasyÉl sabía que su vida cambiaría por completo el día de su cumpleaños. Estaba destinado. Él sabía que su madre no era una buena persona y nunca intentó defenderla. Pero se negaba a aceptarlo. Él sabía que aquella chica era única. Aunque no quería a...